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"¡A ver si con este premio consigo estrenar!"

Paco Bezerra, de 31 años, obtiene el Nacional de Literatura Dramática

ÁNGEL MUNÁRRIZ

El teléfono de Paco Bezerra (Almería, 1978) sonó ayer a mediodía. Llamaba la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, para darle la enhorabuena por el premio conquistado por su obra teatral Dentro de la tierra. '¿Enhorabuena por qué? El Calderón de la Barca lo gané en 2007'. Te confundes, le respondió la ministra: ahora has ganado el Premio Nacional de Literatura Dramática. '¿Cómo iba a esperármelo?', reflexiona Bezerra la zeta es una licencia artística para adornar el apellido. 'El premio me llega sin haber representado nada todavía', añade, asombrado.

Es sencillo percibir un velado mosqueo en el tono de Bezerra. '¿Retintín? Bueno, el que puedo tener es porque cuando gané el Calderón fui al Centro Dramático Nacional por si querían montar la obra. Me dijeron que era demasiado joven. Parece que hay que tener 80 años', dice. '¡A ver si ahora les parece suficiente y consigo estrenar la obra!'.

Con siete textos publicados y cinco premios en el currículo, Bezerra no se gana la vida con el teatro. 'Bueno, los premios me permiten tirar', afirma. Con Dentro de la tierra ha rascado ahora 20.000 euros, más los 10.000 del Calderón, que lo premiaba como novel. 'Esta obra es como un niño que se ha puesto a trabajar para ganarme dinero', bromea.

Ahora quiere dejar atrás las lecturas dramatizadas gratuitas y, por fin, estrenar. Pero parte de un doble convencimiento: uno, que las instituciones ignoran a los autores jóvenes; y dos, que las puertas suelen abrirse para el teatro de evasión. Y ese no es su palo: 'Yo escribo para poner al espectador entre la espada y la pared, que se sienta incómodo. El teatro es un mitin, es política, provocación. A algunos les gustarás, y a otros no'.

Dentro de la tierra 'empieza como teatro social y acaba como thriller rural' para contar la historia de una familia de agricultores que rechaza el romance de su hijo con una chica árabe. El contexto, explica Bezerra, es 'el laberinto de plástico' con aroma a plaguicida de los invernaderos de su tierra, Almería, de la que salió hace 13 años para estudiar interpretación también es actor y dramaturgia en Madrid.

'Nunca escribo lo que pasa en escena, sino la situación imaginaria. No describo la luz, ni la música', explica acerca de su estilo. Con el texto le gusta arriesgar y sugerir, proponiendo sin imponer. En Dentro de la tierra, por ejemplo, un chico anda sobre un invernadero. En su nueva obra, centrada en el ciberacoso sexual, hay una conversación por messenger. ¿Cómo se lleva eso a escena? 'No lo sé. Que decida el director de escena. Si das todas las respuestas, el teatro no avanza', afirma.

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