La voluptuosidad del escultor colombiano Fernando Botero se ha apoderado de Berlín y una quincena de sus estatuas distribuidas entre la emblemática Puerta de Brandeburgo y la explanada del "Lustgarten" hacen ya las delicias del público.

La muestra, que será inaugurada oficialmente mañana, martes, ha suscitado una avalancha de visitantes, que se fotografían estos días frente a la "Mujer Tumbada" o "Adán y Eva", a los pies del Altes Museum (Museo Antiguo), un hecho ante el cual el pintor y escultor colombiano se declara feliz.

"No me importan que las toquen, al contrario", afirmó hoy Botero al presentar la exposición a los medios de comunicación, "porque participan del placer que yo siento haciéndolas".

Al lado de la Isla de los Museos, que se prevé reciba este año tres millones de visitantes, su "Maternidad" o "Mujer con Fruta" servían hoy a turistas y berlineses como lugar de descanso.

Donde no se puede sentir el placer táctil del bronce de Botero es frente a "Caballo 06", un monumental equino de más de cuatro metros de altura que preside la Pariser Platz (Plaza de París), a los pies de la Puerta de Brandeburgo, y que se ha convertido en la manzana de la discordia de la exposición.

Cualquiera diría que Botero preparó esta escultura como prolongación de la cuadriga que corona la emblemática puerta. De hecho, el artista colombiano de 75 años, ha confesado que, de conservarse alguna de sus estatuas en Berlín de modo permanente le gustaría que fuera la del caballo.

No será difícil que se quede alguna de sus obras en la capital alemana; lo difícil será que lo haga precisamente en la Plaza de París, ante la polémica levantada por la diputada democristiana Monika Grütters, que ha calificado la misma noción de "abuso de espacio público".

Para Grütters, presidenta de la Fundación Puerta de Brandeburgo, que tiene sus oficinas precisamente en esa Plaza, otros artistas contemporáneos como Bruce Nauman o Damian Hirst tendrían el mismo derecho.

Pero los defensores de Botero, sin tampoco quitar méritos a otros, resaltan la enorme capacidad del artista colombiano para cautivar al público con sus carnales creaciones.

En esa línea se expresa Raimund Thomas, propietario de la Galería Thomas de Múnich (sur de Alemania), que junto con la embajada colombiana en Berlín y la aseguradora Allianz, han sido los promotores de la exposición en la capital alemana, y quien no tiene reparos en reconocer que "el arte de Botero no es tan sofisticado ni rompedor como el de Bruce Nauman o Richard Serra".

Nacido en Medellín y residente entre París, Nueva York y Pietrasanta (Italia), Botero manifestó hoy a los medios de comunicación su alegría por exponer en "Berlín, la ciudad de moda, que explota de energía e interés", y donde aumenta el número de turistas cada día.

También se defendió de las críticas señalando que "no son muchos los artistas que tienen en propiedad tantas esculturas con las que preparar una exposición" y recordó que ésta será su vigésima muestra urbana.

Pocos tienen un currículum como el suyo, con exposiciones en la Park Avenue neoyorquina o en el Paseo de la Castellana de Madrid, pasando por Singapur, Río de Janeiro, Buenos Aires, Florencia, París, o por los jardines del palacio imperial de Tokio, afirmó.

El "maestro" colombiano que trabaja infatigablemente desde hace 60 años en sus talleres (ahora en Pietrasanta), explicó que "uno hace el arte para dar placer".

Primero trabaja sobre tallas pequeñas y cuando cree que encierran suficiente monumentalidad, las produce en grande, y les da una patina de óxido para suavizar el tacto y embellecer la superficie.

No obstante reconoció el riesgo de hacer una muestra al aire libre, ya que no es la primera vez que la gente escala sus esculturas, "o colocan a los niños encima para hacerles fotos", manifestó con cierta indignación.

Pero por encima de todo, prima para Botero la necesidad de comunicar con una obra artística, porque "comunicar, incluso cuando lo haces con la gente equivocada, es maravilloso", concluyó.