Este artículo se publicó hace 17 años.
El efecto ventrílocuo reside en el cerebro
Mari Carmen y sus muñecos, o José Luis Moreno y los suyos, deben una parte de su éxito al colículo inferior de sus espectadores. Así se llama una región del cerebro que, según publican hoy científicos de la Universidad de Duke (EEUU) en la revista PNAS, es responsable de que la voz del ventrílocuo y el movimiento de la boca de su alter ego se procesen juntos en el cerebro. El resultado de esta combinación de señales, más que la habilidad del artista, es para estos científicos el que obra la magia.
La situación del colículo inferior, en la vía que asciende desde el oído en dirección al tálamo auditivo, había hecho suponer a los científicos que su misión se limitaba a conducir señales sonoras. La posterior integración de éstas con las visuales se asumía como un proceso reservado al córtex, la alta jerarquía del cerebro que alberga las funciones superiores.
Examinando la actividad del colículo inferior en monos, los investigadores comprobaron que 121 de las 180 neuronas de esta región transmitían también señales visuales, indicando que la integración multisensorial es un proceso temprano y de bajo nivel en la escala del cerebro.
Según la neurobióloga Jennifer Groh, directora del proyecto, esto explica el efecto de la ventriloquía, ya que la asociación entre la voz del ventrílocuo y el movimiento de la boca del muñeco se produce de modo inmediato en el proceso de percepción, sin necesidad de que el espectador combine conscientemente ambas señales. Groh afirma que este mecanismo también se aplica a los bustos parlantes en televisión, cuya voz parece surgir de sus labios y no de los altavoces situados a los lados.
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