MADRID.- El pasado lunes un grupo de actores, directores, programadores, dueños de teatros y periodistas se reunieron en la sala Biribó (Madrid) para tratar una cuestión: ¿Cómo salvar el circuito off de Madrid? A parte de expresar un decálogo de buenas intenciones, y su amor incondicional a la profesión… ni idea. Durante el transcurso del coloquio, que duró más de dos horas, cada uno relató su experiencia, su desencanto, sus miedos e ilusiones pero se pusieron pocas soluciones sobre la mesa. “Llevo tres meses sin pagar el alquiler”, aseguró el actor Carlos Olalla, quien no hace mucho decidió bajarse de las tablas en protesta por el 21% criminal que el Gobierno impone al sector de la cultura.

En Madrid se estima que hay más de 100 salas de teatro. En algunas de ellas el número de butacas no supera las 35. Pongamos que una compañía pasa un mes montando una obra. Ni director, ni dramaturgo, ni actores cobran los días de ensayo, es más, en algunos montajes incluso ponen dinero de su bolsillo para los decorados, pagar un técnico… Cuando el espectáculo llega a uno de estos espacios son programados un día a la semana durante un mes. Si tienes una escenografía medianamente compleja estás vendido porque cada semana tienes que guardarla en algún sitio. En el mejor de los casos, a las primeras representaciones van a venir tus amigos, familiares y conocidos, a partir de la segunda cuentas con la bondad de los desconocidos, aquí toda promoción es poca. Cuando cae el telón, los implicados se dan de cruces con la realidad: nadie ha ganado ni un duro.

La mayoría de las compañías suelen ir a taquilla. Los porcentajes de beneficios entre estas y las salas rondan el 50% por cada parte. Hay que sumarle el aumento al 21% de IVA de la entrada, no son los espectadores quienes lo asumen, ya que para ellos el precio no ha subido, sino los intérpretes y los dueños de los teatros. El poco dinero que obtienen las compañías es para pagar los gastos de producción y la minoría que consigue beneficios, a veces no llega ni a los 50 euros por persona al mes. “Si los legisladores no toman medidas urgentes, nuestro sector está abocado a la destrucción de empresas y de empleo. La cultura, y en concreto el teatro, debe tener un tratamiento distinto. Es lamentable que este gobierno, con las medidas adoptadas, esté destruyendo un sector que ha luchado durante años por consolidarse como industria cultural.”, advierte el productor y director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida Jesús Cimarro.

Precariedad. Una profesión con el 72% de sus integrantes en el paro o incapaz de llegar a fin de mes, según datos de la fundación AISGE, está tocada. Para el actor y director Alberto San Juan las penurias del oficio no son más que las de otro sector. “No es específico del mundo del teatro. No creo que sea más difícil conseguir trabajo como actor que como arquitecto”, asegura. Hoy se celebra el Día Mundial del Teatro, como cada año desde 1962 los teatros y las salas diseñan una programación especial aprovechando el tirón que tiene en los medios de comunicación. Programación especial para hacer caja. Un día como este se torna de festejos, pero ¿hay motivos para la alegría?

Una profesión con el 72% de sus integrantes en el paro o incapaz de llegar a fin de mes.

“Un evento de este tipo es positivo para recapitular, hacer balance, ver el estado de las cosas y mejorarlas. Nada puede acabar con la inquietud cultural a pesar de que lo intenten. El trato por parte del gobierno hacia la cultura ha sido absolutamente devastador. No es que no se hayan apoyado las artes escénicas, es que parece que hayan querido destruirlas”, opina la actriz Marta Poveda.

El pasado 9 de marzo el periódico ABC adelantó que el Gobierno estaba decidido a rebajar el IVA cultural del 21% al 10%. Nada más publicarse la noticia los demás medios trataron de confirmarla. Ese día, el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, aseguró que “no hay nada que anunciar”. Cuando los periodistas preguntaron al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se encontraba en Guatemala, este se limitó a decir: “No descarto esta rebaja en un futuro”. Para el actor Juan Diego Botto los diarios no deberían vender humo: “Me parece sorprendente que se hagan titulares con temas que podrían ser o no verdad. Cabe pensar que son artimañas para que se hable del tema, me lo creeré cuando lo vea.”

Nada más se ha sabido del asunto. Quizás nos sorprenda el Ejecutivo en pocos días o meses con el esperado anuncio o tal vez ese futuro, como ya ha ocurrido con otras promesas, transcurra solo en la cabeza de Rajoy. “Lo que si tengo claro es que el IVA se tiene que bajar si o si. Lo haga este gobierno o el siguiente”, afirma Cimarro. La actitud generalizada dentro del mundo de la cultura es prudencia y desconfianza. “En muchas ocasiones varios partidos políticos han prometido cosas que jamás han cumplido”, sentencia Poveda.

Pero el 21% del IVA cultural no es el único peligro al que se enfrenta el teatro. “Hay una cantidad ingente de espectáculos. Para las salas es imposible con tantos espacios compitiendo. Es difícil mantener un sitio abierto, la cantidad de imprevistos son innumerables: te viene una revisión y tienes que cambiar el sistema de no se qué y así constantemente. Además tienes que pagar la Seguridad Social,… y en definitiva asumir muchos gastos. Hacer las cosas legalmente es muy difícil”, explica Botto, el actor se encarga de la programación de la sala Mirador, en el barrio de Lavapiés (Madrid).

La multiprogramación es otro de los factores a tener en cuenta. Para unos, es una forma inteligente de marketing, para otros lo que se consigue es devaluar el producto y hacer imposible ganarse la vida con las artes escénicas. El feo, obra dirigida por Paco Montes, estuvo programada en el teatro Lara hasta finales de diciembre de 2014. Antonio Fuentes, encargado del off asegura que no ganaron ni un duro con la función. En cada representación la sala se llenaba. De nada sirvió, los gastos pudieron más que los beneficios. Y estamos hablando de uno de los espacios que mejor gestiona sus recursos.

El 21% del IVA cultural no es el único peligro al que se enfrenta el teatro

En El Lara uno puede ver una obra distinta casi cada día de la semana. Hay sesiones continuas, de manera que nada mas terminar una compañía recoge y entra la siguiente a montar la escenografía y ajustar las luces. Para muchos actores esto perjudica a los montajes, ya que no les da tiempo para calentar y ser programados un día a la semana impide que la función pueda madurar. Para los teatros, la fórmula, mientras mas variedad mejor, funciona a medias. Llenan los teatros si, pero los platos en la mesa siguen vacíos.
Pese a todo, hoy es el Día Mundial del Teatro, un día de celebración. Hay que ser optimista con la profesión, un oficio que genera pasiones y un arte necesario para el desarrollo de toda sociedad. “El teatro abre mi mente, me hace crecer, valorar lo que tengo a mi alrededor, reflexionar, gozar y divertirme. El teatro, el cine, la música, la danza, el circo... todo lo que aviva nuestros sentidos, lo que despierta nuestras neuronas, remueve nuestras emociones o revuelve nuestros instintos es fundamental para vivir”, reflexiona Poveda sobre la importancia de las artes escénicas.

Y optimistas son los actores, directores, programadores y dueños de salas que el pasado lunes se citaron en la sala Biribó para hablar sobre su profesión. No se sacó nada en claro, muchas voces, pocas soluciones. Pero nadie pensó que a la primera fueran a salvar el oficio. Por eso prometen volver a reunirse, si no una dos o las que hagan falta. Para que el telón nunca llegue a bajar del todo, apelando al lema de esta edición del Festival de Teatro de Mérida: Mérida, 2000 años después, el teatro continua. Que la función continúe, eso sí, con los teléfonos móviles apagados, por favor.