Este artículo se publicó hace 15 años.
Los chinos que lucharon contra Franco
Un grupo voluntario de chinos se alistó en las Brigadas Internacionales para plantar cara al avance del fascismo.
Andrea Rodés
"Salutamos les puebles bravissimos de la España", decía uno de los carteles colgados en las calles de Yanan, cuartel general de Mao Zedong, en 1937. Las faltas de ortografía no impiden entender este mensaje de solidaridad lanzado por el líder chino a las tropas republicanas durante la Guerra civil. Pero la fraternidad del pueblo chino con España fue más allá de carteles y consignas políticas: ese año, un grupo voluntario de chinos se alistó en las Brigadas Internacionales para luchar fusil en mano contra el fascismo.
El libro La llamada de España, escrito por un matrimonio taiwanés, ha recopilado sus historias tras más de diez años de investigación. "Creemos que pudo haber más de cien voluntarios", explica Nancy Tsou, coautora del libro, publicado en 2001 en Taiwan y Honk Kong. Ni ella ni su marido, Len, de 63 años, son historiadores. Pero tras ver The Good Fight, un documental de 1983 en homenaje a las tropas norteamericanas, sintieron una gran curiosidad por saber más sobre los brigadistas. "Su idealismo y coraje nos impresionaron", dice Len. Su punto de partida fue la fotografía de un joven soldado chino frente al hospital de Benicàssim que les entregó un veterano brigadista norteamericano y un certificado de defunción. Tras meses de búsqueda, lograron identificarle como Chen Wen Rao, Yick, un inmigrante chino de Nueva York fallecido en la batalla de Gandesa en abril de 1938.
El punto de partida de la investigación fue un inmigrante chino en Nueva York, brigadista que murió en la batalla de GandesaChen es uno de los dos soldados chinos que llegaron de EEUU documentados en el libro, que ya ha empezado a ser traducido al castellano por un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona su publicación está prevista para este verano. De los once restantes, seis llegaron de Francia, dos de España, uno de Alemania y otro de Indonesia; sólo uno llegó directamente de China. La mayoría estaba implicada en la ideología comunista. Yick, el más joven de todos, alternaba su trabajo de camarero en el Chinatown de Nueva York con la lucha por los derechos de los trabajadores chinos. Fue el primer chino en alistarse al Partido Comunista de Estados Unidos, según los datos de los Tsou.
Por su parte, los chinos que llegaron de Francia y España eran en su mayoría trabajadores de fábrica y sindicalistas. Algunos habían luchado en la Primera Guerra Mundial y dos de ellos, Liu Jing Tien y Chang Rei Su, tuvieron su momento de fama al convertirse en portada de la revista ilustrada Estampa en 1937. "Los trabajadores chinos luchan, desde las trincheras de España, por la independencia de su país", podía leerse bajo una fotografía de Liu en primera plana.
Chang Aking, capturado en BurgosLos brigadistas chinos estaban al corriente de la situación en su país, sometido a la invasión japonesa, e "identificaron la Guerra Civil española con la lucha contra el imperialismo japonés", aclara Nancy. Al acabar la guerra española, muchos atendieron a la llamada de Mao, lucharon contra los japoneses y se involucraron en la Revolución. Ling Ching Siu, un estudiante de Sichuan implicado en el movimiento revolucionario, se marchó a Alemania para estudiar ciencias políticas y acabó uniéndose a las Brigadas Internacionales. Después de luchar en España, regresó a Sichuan, donde colaboró con los nuevos dirigentes comunistas hasta que se instaló en Moscú.
El único brigadista que llegó directamente de China fue Chang Aking, un líder sindical de Shanghai perseguido por el temido Kuomintang. Para escapar, Chang se embarcó rumbo a Europa y, durante el viaje, un cocinero vietnamita le convenció para que se fuera a luchar a España. No tuvo suerte: fue capturado poco después de llegar a Asturias y su nombre aparece entre la lista de presos de la cárcel de San Pedro de Cardeña (Burgos). Aún se desconoce su paradero.
"Nos da igual a que partido o religión pertenecían, nos impresionó su espíritu de entrega", dice esta taiwanesa de rostro pequeño y entrañable. Para reunir toda esta documentación, los Tsou pasaron muchas horas en el Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca, solicitando carpetas y fichas que nadie había consultado antes. "Algunas tenían tanto polvo que no podía ni abrir los ojos", explica Nancy, frotándose la nariz y los ojos para recordar ese momento. Nancy también recuerda el frío que pasaron en el Archivo Militar de Ávila, una ciudad que les sorprendió al descubrir que una calle seguía llamándose "del Generalísimo Franco". "En China siempre se ha identificado la Guerra Civil española con la guerra contra el fascismo", añade Len.
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