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Savater: “Me falta la alegría”

Tras la muerte de su esposa en marzo del año pasado, el filósofo de la ética de la felicidad anuncia que a finales de septiembre abandonará toda actividad pública: “No quiero morirme, pero ya no tengo ganas de vivir”.

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El filósofo Fernando Savater.- EFE

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"La buena vida humana es buena vida entre seres humanos. De lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana".

Fernando Savater. Ética para Amador

El filósofo Fernando Savater.- EFE

MADRID.- “Siempre lo hice todo desde la alegría. Hasta lo que me llevó a la cárcel lo hice según la divisa de Montaigne: ‘Je ne fay rien sans gayeté’. Pero ahora me falta alegría. Hace prácticamente dos años que no he vuelto a sonreír…” Y en esos puntos suspensivos se le quiebra la voz al filósofo volátil. Con el recuerdo inmutable de su compañera, Sara Torres; la coautora de su último libro, Aquí viven los leones, que terminó a dos manos cuando ella falleció. Y es el último porque no habrá más. “Ya no tengo fuerzas. Ya no quiero escribir”, se desnuda.

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“La filosofía es una forma de convivir con las preguntas, no de responderlas definitivamente”

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La vocación genuina lo convirtió en un filósofo peculiar, contrario al academicismo, capaz de reírse de sí mismo y de la materia universitaria que impartió en Madrid y el País Vasco. “He chocado con muchas ideas recibidas porque siempre he defendido el sentido común, que es un concepto muy revolucionario y no tan común como podría creerse”. El escepticismo de su primer ensayo, Nihilismo y Acción, es de hecho una de las constantes en el devenir del voluble: “La filosofía es una forma de convivir con las preguntas, no de responderlas definitivamente. No creo que un simple mamífero de un pequeño planeta del extrarradio universal pueda entender alguna vez el Cosmos. La simple pretensión es risible”.

Quizás sea la melancolía, tampoco aparece el Savater aguerrido que combatía a la Iglesia casi tanto como al nacionalismo. Sólo cita a Santayana –“la religión es una poesía en la que se cree y la poesía, una religión en la que no se cree”- para explicar la diferencia entre esta y la vocación clerical: “intervenir en lo social en nombre de idas religiosas”. Ni asoma el profesor pletórico, autor del best seller Etica para Amador, la carta que escribió a su hijo para acercar la filosofía a los adolescentes, cuando se le cuestiona por la educación.

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“Educar no es formar empleados, sino crear ciudadanos. Hoy se trata de convertir el conocimiento en un rendimiento económico inmediato”

También refiere preocupación por los no tan niños; por la responsabilidad de los periódicos y de determinados periodistas “que no entienden que son el único vehículo educativo de los adultos”. Él no ha perdido la rutina de comprar cuatro cada mañana, pero sólo en papel. Porque se declara Savater enemigo de las redes sociales: “Procuro frecuentar poco ese mundo; ensucia la mente y distrae de lo importante. En las redes tienen un medio de expresión cierto tipo de personas con basureros en la cabeza, sociópatas que antes solo farfullaban cosas por la calle sin que te enterases. Afortunadamente”, añade.

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“Felicidad es aquello que brilla donde yo no estoy, o aún no estoy o ya no estoy. Para ser feliz tendría que quitarme yo”

Fernando Savater. El contenido de la felicidad

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