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P+M=SW (Palabra más música igual a Spoken Word)

La ecuación la resuelve el festival Palabra y Música, que lleva a Sevilla, Mallorca y Gijón una suculenta programación de ‘spoken word’, género que mezcla literatura, música y teatro.

JESÚS MIGUEL MARCOS

El festival Palabra y Música crece. Mañana se inicia en Sevilla su cuarta edición, que este año contará con dos sedes más: Mallorca y Gijón. Como viene siendo habitual, la programación es de altura, congregando a algunos de los nombres más importantes del spoken word a nivel internacional.

La denominación de spoken word nace en la década de los 60, en la órbita de los poetas de la generación beat. Sus intensas colaboraciones con músicos culminaron en espectáculos que mezclaban poesía y música. Lo que comenzó como experimento culminó en un género en sí mismo, que mirado de forma ancha abarca desde los talk-shows americanos hasta las canciones habladas de Bob Dylan.

El cuarto Palabra y Música trae a figuras internacionales como el escritor Barry Gifford, el músico Henry Rollins o el escritor Alessandro Baricco, que ofrecerá un espectáculo exclusivo junto a los miembros del grupo español Marlango.

BARRY GIFFORD | «EE UU es un experimento»

Cronista de la América más incómoda, heredero de la generación beat y melómano confeso, Barry Gifford (Chicago, 1946) se unirá al músico español Strand en el Festival Palabra y Música. El co-guionista junto a David Lynch de Carretera Perdida basará su actuación en su libro Memories from a Sinking Ship.

¿Ha practicado el ‘spoken word' con anterioridad?
Sí, pero hace muchos años. De todas formas, mi último libro, Memories from a Sinking Ship, tiene una versión en audio donde se intercala música original. Probablemente es similar a lo que Strand va a hacer en el festival.

¿Cuál es su relación con Strand?
Casi ninguna, ni le conozco personalmente ni sé la música que está haciendo, pero sé que ha escuchado el audio-libro.

Dígame alguna clave del ‘spoken word'.
Lo importante es que la música no abrume, que no interfiera en la lectura. Aunque bueno, al final todo puede ocurrir, siempre estoy probando cosas nuevas. En el caso de mi libro, la música va al principio, al final y entre capítulos.

¿Tiene algún referente?
Hay muchísimas grabaciones que unen jazz y poesía. Creo que la más interesante es la que hizo Jack Keoruac con los saxofonistas Al Cohn y Zoot Sims, titulada Blues and Haikus. Es una obra fantástica: Kerouac lee sus poemas y los saxofonistas emiten respuestas rápidas y espontáneas a cada poema. A ver si Strand es capaz de hacer algo parecido. Creo que lo que tiene en mente es algo más elaborado.

¿Cómo va a ser su actuación?
He elegido los capítulos más visuales del libro. También los que me ha propuesto Strand, que ha participado en la elección.

¿Cree que la actuación puede corromper el libro?
En absoluto. Hay una musicalidad y un ritmo en mi escritura. Y esa es la labor de Strand: encontrar ese ritmo. Si lo complementa de forma apropiada funcionará. Nadie puede corromper la novela. La novela es la novela.

¿Lo mismo ocurre con las adaptaciones al cine?
Exacto. Como si alguien se quejara de lo que Lynch le hizo a mi novela Corazón Salvaje. No le hizo nada. La novela sigue ahí. Lo único que hizo Lynch fue una película.

¿Sigue haciendo canciones?
Toco de vez en cuando. De hecho, hice una canción para la película Perdita Durango, cuando la iba a dirigir Bigas Luna. Luego tomó las riendas Alex de la Iglesia, pero la deshechó.

¿Qué le lleva a escribir una canción, en lugar de un relato o un poema?
Realmente es confuso disponer de tantas formas para expresar una idea, un sentimiento o una emoción. Cuando me sale una canción, lo lamento, porque yo no hago discos. Aunque estoy pensando en grabar un disco sólo con mi música.

Ha escrito mucho sobre Estados Unidos, ¿por qué?
Principalmente porque es mi país y lo conozco. El racismo y el fundamentalismo religioso son los dos grandes asuntos con los que trato. Estados Unidos es un lugar con muchísimas posibilidades, un experimento muy interesante, pero todo se viene abajo con gobiernos como los que hemos tenido.

HENRY ROLLINS | «Viajo para lograr entender»

Además de padre del hardcore a principios de los 80 con su banda Black Flag, Henry Rollins se ha convertido en uno de los grandes dinamizadores de la cultura norteamericana a todos los niveles: música, cine, televisión, literatura... Actualmente ha aparcado el rock. Se dedica a viajar por el mundo y, a continuación, contarlo. Más talk-show que spoken word, pero en todo caso, digno de atención.

¿Cuándo y por qué comenzaste con el ‘spoken word'?
¿Cuándo? En 1983. ¿Por qué? Había un promotor en Los Ángeles que organizaba espectáculos donde la gente soltaba pequeños discursos, de unos diez minutos. El típico sitio donde si el que actúa es bueno estaba bien, y si era malo era incluso mejor. Un día me invitó a actuar y, como pagaban diez dólares, me animé.

¿Qué contó?
Lo único que se me ocurrió. El día anterior habíamos estado ensayando con el grupo y un tipo intentó atropellar al batería. Créeme, que eso le pasara a alguien de Black Flag no era algo inusual. Pero para la audiencia fue como estar viendo una película de terror. Les encantó. En 1985 ya hacía recitales solo.

En sus giras, ¿es siempre la misma actuación o cambia de sitio en sitio?
Cambia. Leo los periódicos, veo las noticias, viajo continuamente... Y de ahí saco el material para mis actuaciones, de la vida. El show evoluciona.

¿Qué inspira este ‘show'?
Mis viajes. Estuve en Pakistan cuando asesinaron a Benazir Bhutto, también en Irán, Siria, Líbano, Australia, Israel, Suráfrica... Con Bush, América hace enemigos por todo el mundo, así que voy a estos países para ver qué piensa la gente.

¿Qué ha encontrado?
Que la gente sabe que una cosa es el Gobierno de un país, y otra muy distinta sus habitantes. En Siria la gente me decía: 'Los americanos nos caéis muy bien, es vuestro presidente el que no nos gusta. Nos asusta'.

¿Por qué hace esto?
Porque quiero entender de primera mano lo que pasa. Tan pronto como nuestro país se busca un enemigo, quiero ir allí y saber lo que ocurre. Llego al lugar, salgo a la calle, camino y hablo con la gente. La gente se queda impresionada cuando les dices que el único motivo por el que estás allí es para conocerles.

¿Qué tiene el ‘spoken word' que no tiene el rock?
Es mucho más duro. El rock es relativamente fácil. En un talk show estás tú solo y no hay un guión. Te enfrentas al público para contarles lo que piensas sobre las cosas.

¿Ha dejado la música?
Llevo año y medio sin hacer música. Siento que es siempre igual: termino las giras con la banda y me doy cuenta de que no he aprendido nada nuevo. Cuando veo a los Rolling Stones o a Iggy Pop en el escenario, me pregunto: '¿No tenéis nada mejor que hacer?'.

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