Radiografía de un boicot: esta es la única opción de los festivales de KKR para evitar la presión social
"Los festivales no tienen la culpa de que la propiedad pase al fondo proisraelí", reconoce la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina, que les da la posibilidad de adoptar una postura para eludir su campaña.

Madrid--Actualizado a
Más allá de las deserciones de artistas nacionales y extranjeros en el Sónar y del compromiso de muchos grupos habituales del Viña Rock de no tocar en la próxima edición, los festivales del fondo proisraelí KKR están de bote en bote y baten récords de asistencia, caso de O Son do Camiño (Santiago), del Festival de Les Arts (València) y del evento barcelonés, al que acudieron 7.000 personas más que el año pasado y 39.000 más que en junio de 2023, meses antes de que Israel comenzase el bombardeo y la ocupación de Gaza.
Quizás el boicot que promueven las organizaciones propalestinas haya calado más entre las bandas que entre el público. No obstante, hay que tener en cuenta que los abonos para estos espectáculos se venden con meses de antelación, de modo que, cuando compraron las entradas, los espectadores desconocían que pertenecían a la plataforma Superstruct Entertainment, adquirida por el fondo estadounidense por 1.300 millones de euros. Aquí puede consultar cuáles son los festivales de KKR y la lista de todos los artistas y grupos que les han dado la espalda.
¿Se están sumando al boicot los espectadores? ¿Han pedido el reembolso del importe de las entradas? Aunque alguno lo hubiese hecho, las cifras de los citados festivales son apabullantes. Como los abonos ya estaban agotados desde hace mucho tiempo, si los hubiesen devuelto no faltarían compradores. Pese a que no es posible cuantificarlos, los boicoteadores serían una excepción, sobre todo si tenemos en cuenta que O Son do Camiño congregó a más de 125.000 personas y el Festival de Les Arts, a más de 40.000.
Las organizaciones propalestinas insisten en que la lucha individual es importante y en que cada renuncia suma, del mismo modo que resulta necesaria la postura que han adoptado algunos festivales al condenar el "genocidio en Gaza" y desmarcarse de las políticas belicistas de Tel Aviv. "No es un gesto simbólico, sino la forma que tiene cada persona que rechaza el apartheid israelí y su genocidio de negarse a participar en empresas que son cómplices", deja claro la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP-BDS).
Una oposición a KKR que no ha contribuido a frenar el ataque contra Palestina por parte de Israel, que ha provocado una escalada de la tensión en Oriente Próximo tras emprender otra ofensiva armada contra Irán. Sin embargo, expertos en política internacional como Jesús Núñez han subrayado que algunas empresas "han sentido el impacto" de la campaña del movimiento propalestino Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), que las ha forzado a "cambiar su comportamiento" y hasta a "cerrar líneas de producción".
No frenan el ataque, como tampoco lo consiguen las sanciones internacionales, pero tienen sus "efectos", añade en una entrevista a Público el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, quien deja claro que, al margen de los asistentes a los festivales españoles, la campaña BDS ha sido asumida por "consumidores del mundo occidental" que pueden influir en las empresas israelíes. En el caso del Sónar, buena parte de los artistas que se negaron a participar en la reciente edición era extranjera.
"Los símbolos también tienen importancia", destaca el especialista en el mundo árabe-musulmán, quien no le resta importancia a un boicot que, en el caso de los conciertos de KKR, en ocasiones es más simbólico que efectivo, sobre todo en lo que respecta al público, aunque como consumidor tendría poder de decisión. Además, según él, no se trataría tanto de sancionar al Gobierno de Benjamín Netanyahu como de evidenciar a la sociedad israelí que "lo que está haciendo resulta inaceptable".
Para ello, Jesús Núñez apela al mismo país de referencia que la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina, que considera que "hemos visto que el boicot fue eficaz en Sudáfrica, como también lo será contra el régimen israelí". En la misma línea, BDS Madrid ha dejado claro que las medidas de presión ejercidas por las bandas y el público son "un gesto fuerte frente a la barbarie" que denuncia "la complicidad de Superstruct y KKR con el régimen de apartheid, el colonialismo y el genocidio de las palestinas en Gaza".
Tras la publicación de un artículo en El Salto que informaba de la vinculación de más de una veintena de festivales con KKR, algunos emitieron comunicados desmarcándose del fondo y condenando el "genocidio" contra el pueblo palestino, como el Sónar, Resurrection Fest o el Viña Rock. Dado que siguen perteneciendo al fondo proisraelí, aunque Superstruct asegura que los beneficios de los eventos no son transferidos a su matriz, ¿responde esta reacción a un lavado de imagen? "Depende de los festivales", matiza la RESCOP.
"La campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural en Israel (PACBI), miembro fundador del movimiento BDS, ha pedido explícitamente que los festivales cumplan con sus cuatro demandas", explica la red propalestina, que apunta al Sónar por no haberse ceñido a sus peticiones. En su caso, el comunicado "corresponde efectivamente a un lavado de imagen", añaden las mismas fuentes, que cargan contra Superstruct por usar eufemismos en sus notas de prensa, como "la crisis actual", "estos acontecimientos" o el "conflicto".
"Lo que pasa en Gaza no es una simple crisis ni un conflicto, sino un genocidio provocado por el Gobierno israelí", denuncia la RESCOP, cuyas demandas son las siguientes: "Distanciarse públicamente de las inversiones de KKR. Respetar los derechos de los palestinos en sus programaciones y en sus colaboraciones, incluyendo patrocinadores. Respetar las demandas de BDS como el boicot cultural a Israel, la antinormalización, sus campañas y la debida diligencia. Y asegurarse de que los artistas y colaboradores estén en línea con lo anterior".
Unas exigencias que podrían sintetizarse en una única opción para evitar la presión social. "Los festivales no tienen la culpa de que el accionariado [las acciones o la propiedad] pase a KKR. Por eso no se llama a su boicot por el mero hecho de ser de Superstruct y, consecuentemente, de KKR", aclara la RESCOP. De hecho, "se les da la posibilidad de tomar posiciones éticas [frente a Israel] y respetar los derechos de las palestinas", añade la red. "Solo si no cumplen se llamará al boicot".

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