Este artículo se publicó hace 12 años.
La obscenidad que esconden todos los cuentos de hadas
La escritora Marta Sanz denuncia la violencia de lo real en su nueva novela, 'Un buen detective no se casa jamás'
Marta Sanz (Madrid, 1967) ha escrito una novela a la contra. Enfrentada a tópicos, preceptos y consignas establecidas. Un buen detective no se casa jamás, su último libro, recientemente publicado por Anagrama, no sigue las reglas de la novela negra (aunque el título remita a Raymond Chandler y haya crímenes y desapariciones), tampoco las del amor de cuento de hadas (aunque haya mucho), y ni siquiera las de esa estética tan posmoderna que juega con la metáfora como único sentido de la vida y la literatura. "Margarite Yourcernar y Alice Munro decían que de lo que andamos faltos es de realidades, y yo quiero trabajar en esa línea", suelta como declaración de principios desde su soleadísima casa llena de libros y cuadros del barrio madrileño de Malasaña.
Por donde sí transita esta segunda historia del detective Arturo Zarco, gay y exmarido de la pepito grillo Paula Quiñones el héroe se estrenó en Black, black, black es por los asuntos peliagudos que están presentes en otras novelas de la autora, como su ópera prima, El frío, reeditada ahora por Caballo de Troya. Desde ese amor un tanto a lo George Bataille ("El asco puede ser una forma de deseo y el deseo una forma de asco") y la perversidad de la Lolita de Nabokov, al correctivo que se llevan las familias ("Quería rescatar esas películas de Chabrol que hablan de la pudrición de los núcleos familiares de la alta burguesía") o todo lo que huela a literatura confortable.
"Estoy en contra del discurso blando sobre el amor. Nos hace desgraciados"
"Un buen detective... es una novela que reflexiona sobre el amor como ausencia y como lucha de poder. Y es verdad que esto aparece desde mi primera a mi última novela. Introduzco ese tema para contradecir un discurso blando que se da todos los días en torno al amor. De la literatura me molesta mucho la cursilería y el pensamiento positivo. Esa falsa máscara de positividad nos hace ser desgraciados", admite Sanz.
Además de ese discurso impostado, tan de los libros de autoayuda, "tan maligno", según define la autora, la verdadera bofetada de la novela se la lleva el género negro. Como ocurrió en Black, black, black, la autora lo desmenuza y lo convierte en otra cosa. Va más allá. Su intención es hablar del crimen, sí, pero de otra manera: "En la novela la concepción del crimen es económica. Y hay dos acepciones del crimen: la impasibilidad y el exceso de higiene. Estamos viviendo cada vez más en un mundo en el que no queremos mancharnos las manos. No queremos ser protagonistas de lo épico ni comprometernos escribiendo un libro arriesgado", sostiene.
Una novela política"Andamos faltos de realidades y yo quiero trabajar en esa línea"
Uno de los riesgos de esta novela se halla en los juegos de dobleces, el doppelgänger que dirían los alemanes. La escritora pone sobre el tapete la cara buena y la oculta, la más siniestra.
"Hay mucho de los cuentos de hadas en su parte más perversa. Y ahí la imagen del doble es fundamental. Hay una continua lucha de contrastes. Yo reivindico una visión de la vida desde los contrarios porque en este momento de crisis hay que reivindicar el concepto de lucha de clases. Creo que hay términos antitéticos en la vida que son falsamente antitéticos, pero otros se deben mantener, como el del amo-esclavo, el dominador-dominado o esa que separa a la realidad de la ficción", explica desde un posicionamiento ideológico y político que también ha surfeado siempre por sus novelas. "Todas las personas, cuando toman la palabra, lo hacen desde un posicionamiento ideológico", añade la autora, que en las pasadas elecciones se posicionó públicamente a favor de IU.
En esta novela, al juego de dobles se suma el elemento del disfraz que le da un toque carnavalesco y hasta cierto punto fallero. Mucho más cuando el lector descubre que la trama se sitúa en una ciudad del Mediterráneo. "Yo veraneé durante muchos años en Benidorm. Amparo Orts [una de las protagonistas] es la típica rica, soez, inculta y al mismo tiempo llena de atractivo. Yo he visto muchas de estas mujeres en mi infancia", reconoce Sanz, quien insiste en que siempre hay una parte autobiográfica en todo lo que uno escribe.
Y después de vivir dos historias con Arturo Zarco, ¿habrá una tercera parte? La escritora reflexiona. "Tengo en la cabeza una en la que la voz cantante sea la de Paula, pero ya veremos", zanja.
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