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Puerto Príncipe

DANIEL LOZANO

Las horas pasan lentamente para Willy Petterson en el Puerto Príncipe devastado. Sólo cuando los extranjeros se acercan a la catedral derruida se pone en marcha a toda velocidad, la que le permite su única pierna sana. La otra la perdió entre las paredes de la iglesia durante el terremoto salvaje del 12 de enero. Petterson, uno de los 4.000 mutilados que hoy sobrevive en las calles de la capital haitiana, pide limosna a los blancos, en su mayoría miembros de ONG y de misiones internacionales. Todos ellos buscan fotografiarse frente a los muros resquebrajados de uno de los símbolos de la tragedia. Las cámaras digitales se disparan una y otra vez, en muchas ocasiones inmortalizando grotescas posiciones. Estos extranjeros conforman un pequeño ejército de viajeros accidentales, turistas de la tragedia.

El viaje del desastre comienza en la zona cero, con parada obligatoria frente al Palacio Presidencial, que en otros tiempos se asemejaba a la Casa Blanca. Varios buscavidas acuden a ofrecerse como fotógrafos. 'Vienen a decenas todos los días', confirma Joel. En el precio de la fotografía se incluye, sólo para los más atrevidos, una visita al interior del Campo de Marte, en el que viven entre tiendas de campaña y plásticos miles de desplazados. La estatua del libertador haitiano, Toussaint Louverture, que casi no se ve entre semejante enjambre humano, es el punto más apreciado del recorrido. Por algo fue el líder de la revuelta que proclamó la primera república negra libre y también la primera república latinoamericana.

La presencia de los turistas de la tragedia se divisa a distancia: siempre van en camionetas o en 4x4 de gran cilindrada

La zona cero incluye los ministerios caídos, la Grand Rue (la Gran Vía comercial de Puerto Príncipe, pulverizada hace más de siete meses; hoy ofrece de todo en sus cientos de mercadillos improvisados en medio del caos), la penitenciaría (de la que se escaparon 7.000 presos), incluso el cementerio, cuyo guía oficial parece salido de una película de Tarantino.

Más allá, camino de Petion Ville, se levantan las montañas de Canape Verd, cita ineludible para medir las dimensiones bíblicas del terremoto. Cientos de favelas se escurrieron por las laderas, territorio ideal para una nueva imagen. Hay que colocarse contra el sol y buscar la imagen. Para amenizar el momento, un breve recorrido por los puestos situados en el pequeño arcén de la circunvalación, que ofrecen un amplio mosaico de la artesanía local: las famosas pinturas naifs, máscaras talladas en madera, figuras forjadas en hierro...

La presencia de los turistas de la tragedia se divisa a distancia: siempre van en camionetas o 4x4 de gran cilindrada. Son cientos los que recorren las calles de Puerto Príncipe, casi siempre pertenecientes a la Minustah (misión para Haití de la ONU) o a las propias ONG, lo que despierta muchas críticas entre los haitianos. 'Oxfam, Cruz Roja, Save the Children, World Vision, Unicef, etc... Todas estas organizaciones han recibido mucho dinero para Haití, pero ellos realmente no hacen nada serio para la gente. Su acción más destacada es la del alquiler de todos estos grandes coches. ¡No al turismo especial de los cooperantes!', se queja el activista Pierre Richard, una denuncia a la que se suman cientos de sus compatriotas a través de las redes sociales. Sólo el tiempo absolverá a los que sí trabajan en serio para ayudar a la ciudad malherida. El resto seguirá buscando imágenes para su álbum de fotos.

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