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S Curro: "Tengo vocación de antagonista"

Imagen de S Curro.
Imagen de S Curro. Cedida

Hay otro Curro en Sevilla que compite en popularidad con la mascota de la Expo 92, al menos en los ambientes culturales más alternativos. Curro Morales, también conocido como S Curro, Distorsión Morales, Skeletor Selektor y otros apodos según el proyecto en que esté embarcado, ha sido uno de los principales dinamizadores del underground de la capital andaluza en los últimos 20 años.

Muchos lo conocerán como cabecilla de los siempre heterodoxos Califato ¾, otros como vocalista de la banda de punk-metal Narco, y quizá los más veteranos del lugar como un verso libre del rap hispalense que, en su momento, dio la alternativa a ídolos de la generación Z como Pedro Ladroga.

Curro (Lahiguera, Jaén, 1980) nos recibe en los corralones de artesanos del Pasaje Mallol, un oasis de creación artística en el centro de la ciudad desde el siglo XIX. "Ya solo quedan tres en funcionamiento: este, el de El Pelícano y el de la Calle Castellar, aunque está a punto de que se lo carguen. Hay una plataforma para defenderlos, pero es cuestión de tiempo que edifiquen pisos aquí", informa el músico.

En sus locales han ensayado desde figuras históricas como Silvio y Kiko Veneno a grupos contemporáneos como Pony Bravo, Dani Llamas, Vera Fauna o Califato ¾. "Aquí es donde empecé a hacer música con gente. Siempre ha sido un punto de reunión, donde te relacionabas con otros músicos, artesanos, imagineros, escultores, pintores... La Administración debería preservarlo y protegerlo, porque aquí se han criado un montón de proyectos súper interesantes, de grupos y artistas", apunta Morales.

"También se crean muchas relaciones intergeneracionales, que me interesan mucho. Nuestro vecino de local, Juan, es un carpintero de 70 años, pero también conocemos a chavales de 20 de los que tenemos que aprender, sobre todo a nivel de valores. El otro día le pregunté a uno muy metido en la electrónica qué tipo de raves hacen ellos, pensando que me contestaría: Pues ponemos drum n' bass o tal. Y lo primero que me dijo es que querían que fuese un entorno seguro y que no se aceptaban los abusos. Eso estaba por encima del tipo de música que ponían, cuando a nuestra generación era lo único que nos importaba. Están súper avanzados en eso, aunque también te digo que pecan, como les pasa a muchos jóvenes, de negar lo antiguo. Creo que tenemos nosotros mucho que aportarles también a nivel musical, y que eso nos enriquece a todos".

Tras subir por las escaleras de su centro de operaciones compartido, entramos en el local y nos encontramos a un grupo de amigos con pinta de haber alargado la fiesta desde la noche anterior. Piden disculpas a Curro. "Ya nos vamos". "Chicos, parece que el universo nos está mandando una señal", van diciendo. Pero no hay problema ni mal rollo. Dejamos que sigan y nos desplazamos al local contiguo, normalmente utilizado por la emisora libre LIE Radio.

¿Cómo empezaste en la música?

Mi padre es aficionado, toca la guitarra y canta. Le gustaban Jarcha, los Beatles, Bob Dylan, Carlos Cano... Me regaló una guitarra cuando yo tenía diez años, y una tía que vivía en Granada en la época de la Movida me empezó a pasar cintas de Siniestro Total y cosas así, y ahí me fui interesando más. Con mi amigo Papa Wilson, a finales de los 90, empecé a experimentar con el proyecto FCP. Hacíamos música electrónica emulando a grupos que había aquí de breakbeat con guitarras eléctricas. Fue un estilo que nos llamó muchísimo la atención cuando empezábamos a ir de fiesta.

El 'breakbeat', popularizado por The Prodigy, Chemical Brothers'y Fatboy Slim, tuvo muchísimo impacto en Andalucía en aquellos años, ¿por qué?

Hay muchas teorías. Por qué llegó está claro, ¿no? El turismo que entró por la Costa del Sol, los ingleses... pero si caló tan bien aquí yo creo que es por nuestro folclore, que también se basa en ritmos rotos. Al final nosotros, en Califato ¾, hemos hecho la fusión entre los dos mundos porque casan de puta madre.

También hacías fanzines al principio

Yo siempre he sido un fanático de las subculturas, de todo lo residual, lo escondido... Hice dos fanzines a finales de los noventa, uno que se llamaba Chipirón Plancha y otro que se llamaba Papa aliñá, y eran bastante dadaístas, teníamos a un esquizofrénico de 60 años que publicaba artículos sin sentido, otro que era fanático de Genesis P Orridge y Psychic TV y nos mandaba cartas como conspiranoicas en las que cada vez iba cambiando el remite.

Hicimos barbaridades, yo qué sé, empapelamos el Ayuntamiento con posters con la cara del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín junto a un recorte de periódico con una frase que decía: "Mi error fue no enterrar los cadáveres". Tenía también un punto muy situacionista que nos interesaba mucho, esa idea de llamar la atención y despertar la conciencia mediante la cultura.

Como S Curro empiezas a hacer rap alrededor de 2002. ¿Cómo era irrumpir en una escena tan consolidada como la sevillana, de donde emergieron Mala Rodríguez, Toteking, SFDK...?

En nuestro círculo de amigos a nadie le gustaba el rap. Yo lo descubrí, en realidad, gracias al eurodance, a gente como Snap!, Technotronic o KLF, que siempre introducían algunas partes rapeadas, y ya después grupos como Cypress Hill y Gang Starr, pero en realidad no nos relacionamos con raperos hasta que conocimos a la gente de La Súper K, que ha sido una crew que estaba un poco apartada, incluso diría que enfrentada a esa escena predominante.

Éramos como la cara b del rap de Sevilla y nunca nos interesó formar parte de aquel otro círculo. Yo, cuando estoy en una fiesta, si la cocina se llena me voy al baño, y cuando el baño está lleno me voy al baño chico. Tengo vocación de antagonista.

Tu trayectoria es bastante inusual, porque al mismo tiempo estabas en Falso Dogma, un grupo de 'hardcore'.

Sí, nadie hacía eso. Yo era como el rapero punki, el rapero drogadicto, cosas que no se aceptaban en esa época. A mí me gustaban el rap, el punk y la electrónica y siempre lo he combinado todo.

Entraste en Narco en 2008, cuando el grupo ya tenía cuatro álbumes y doce años de trayectoria muy consolidada...

Sí, recuerdo que el primer disco de Narco me lo echaron los Reyes, me lo regaló mi tío, y me flipaba porque me parecía un grupo súper innovador, muy fresco y con muy poca vergüenza. Veías cómo se disfrazaban en los conciertos, cuando empapelaron Sevilla un jueves santo con carteles que ponían "Satán Vive". Tenían ese punto situacionista también. A partir del tercer disco les dejé de prestar atención, creo que por entonces se estandarizaron un poquito y perdieron la chispa, la esencia del principio, que es lo que yo intenté recuperar cuando me llamaron.

Imagen del grupo 'Narco'.
Imagen del grupo 'Narco'. Cedida

Tu papel era muy difícil, ya que tenías que sustituir a su primer vocalista, el carismático Chato Chungo. ¿Qué les aportaste tú?

Ellos venían de un momento difícil. Habían sacado, junto a su CD anterior, el videojuego Matanza cofrade (varias hermandades católicas les denunciaron por atentar contra los sentimientos religiosos, y el grupo tuvo que comparecer ante la Guardia Civil). Fue bastante sonado y un marrón muy gordo para ellos.

La banda casi se separa, porque la compañía no la apoyó, la Guardia Civil secuestró cinco mil copias del disco y desde dentro lo vivieron como algo trágico. Cuando yo me incorporé, fue una oportunidad de entrar en un circuito de conciertos más grandes, y creo que le di una nueva vida al grupo respetando su esencia. Ellos ya estaban mezclando guitarras con electrónica desde su primer disco, pero intenté profundizar en esa idea y aportar nuevas influencias. Hay gente que tiene la imagen antigua de que es un grupo de rap metal y no se ha molestado en escuchar su evolución.

En noviembre de 2019 disteis en Madrid un concierto presentado como "El subidón final" que olía a disolución del grupo, pero ya estáis de vuelta con un nuevo trabajo, 'Parásitos'. ¿Realmente pensabais en aquel momento que Narco terminaba?

"No sé cuánto más va a durar el proyecto ni nosotros mismos nos lo planteamos"

No sabíamos lo que iba a pasar. Desde que yo entré estuvimos empalmando discos y giras sin descanso, y ahí fue cuando decidimos parar. Hace año y pico observamos que nos apetecía hacer otro disco y ver qué pasaba, y aquí estamos, pero no sé cuánto más va a durar el proyecto ni nosotros mismos nos lo planteamos, porque no somos una empresa de detergentes, esto tiene mucha carga emocional. Saldremos de gira, pero ya estamos en otro punto, porque muchos tienen o esperamos hijos, lo compartimos con otros proyectos...

¿Cuándo empezaste a vivir de la música?

Desde 2012. Antes era investigador en la universidad con el Departamento de Economía Aplicada 2, que son un poco los ideólogos del andalucismo de izquierdas a nivel económico. Son una gente súper política que me aportó mucho. Trabajé en la Agenda 21 en Sevilla en la parte de Energía, en otro proyecto sobre las condiciones laborales en la industria agroalimentaria andaluza, y todo eso me interesaba. Lo que pasa que la música me gustaba más.

Califato ¾'empezó como un divertimento y se ha acabado convirtiendo en tu proyecto más popular

"Yo siempre hago lo que me da la gana con la gente que me apetece"

A mí me ha pillado ya pureta, ¿sabes? Si le llamas éxito a que la gente te escuche, aprecie lo que hace y te permita vivir, o sobrevivir, de la música, sí lo hemos tenido. Yo he podido tener entre 30 y 40 proyectos musicales, ya sé cómo funciona la historia, y la filosofía para mí es: yo me pongo a hacer cosas, me junto con uno, con otro, y si de repente alguna de ellas toca la flauta y a la gente le entra, entonces te centras un poco más y aprietas ahí. Pero yo siempre hago lo que me da la gana con la gente que me apetece.

¿Por qué crees que Califato ha triunfado fuera de Andalucía, teniendo un carácter tan autóctono?

Hay un punto universalista en todo lo local, porque los problemas que tú expones también se pueden dar en otros lugares del mundo, y ese punto de hacer las cosas a nuestra manera es lo que ha interesado. Para hacer pop en inglés escuchas a los Smiths, no a uno en Sevilla que intenta hacer eso.

Para hacer algo diferente tienes que filtrarlo con tu realidad, y también creo que la diáspora andaluza ha ayudado mucho, hemos conseguido despertar ese sentimiento entre los emigrantes que había por todos lados. Ahora nos falta salir fuera del Estado español, ya que creo que nuestra música puede funcionar en el extranjero, y ese es el siguiente paso que vamos a intentar dar ahora.

Califato 3/4
Imagen del grupo Califato ¾. Cedida

Vuestra postura andalucista también ha generado opiniones muy encontradas.

Sí, incluso desde el mismo andalucismo clásico ha habido muchas críticas, pero hay que ver lo que hemos conseguido. Desde la trinchera cultural intentamos poner las bases para que la gente tenga conciencia de dónde viene, creo que hemos puesto nuestro granito de arena y eso es lo que más me llevo de este proyecto.

"Hemos conseguido que la gente ya no se avergüence de ser andaluza sin sentirse tampoco mejor que nadie"

Hemos conseguido que la gente ya no se avergüence de ser andaluza sin sentirse tampoco mejor que nadie, porque el nacionalismo andaluz nunca ha sido supremacista, sino que es conciliador porque viene de una zona empobrecida. Lo único que busca es conocer tus raíces, estar orgulloso de lo tuyo para que no te pisen y para tener conciencia de clase. Debería haber un reflejo en el plano político de todo lo que hemos hecho no solo nosotros, sino un montón de agentes culturales.

¿Qué supuso para vosotros aparecer en el programa de Juan y Medio en Canal Sur?

Nuestra línea de trabajo tiene mucho que ver con conectar generaciones y que no existan barreras. El componente popular no hay que perderlo, hay que eliminar el punto elitista este del underground. Está guay llegar a gente que, en principio, no estaría interesada en las cosas que tú haces. Nosotros ya usábamos esa iconografía popular, teníamos camisetas con Eloísa, una mujer que se quedó dormida en el programa de Juan y Medio, pero a nivel simbólico fue muy grande, además de que la actuación fue una locura, entrañable, emotiva, con todas las personas mayores cogiendo los abanicos de Califato que repartíamos. Supuso algo, cambió cosas, a nivel conceptual.

En vuestra página web tenéis un apartado para que os consulten sobre el uso de vuestras canciones. ¿Recibís muchas ofertas?

Algunas cosillas sí salen, de anuncios, de pelis... Nosotros miramos lo que es y decidimos. Por ejemplo, con el anuncio de Cruzcampo tuvimos bastante debate, pero a mí estratégicamente me pareció interesante hacerlo porque nos permitía avanzar en la lucha esta que tenemos. Cruzcampo es un símbolo andaluz, y yo considero andaluzofobia el odio irracional que hay a esa cerveza por encima de Despeñaperros, cuando hoy otras muchas marcas que son iguales o peores.

Es un símbolo denostado, y cambiar el significado de los símbolos me parece muy interesante. Luego ya está el tema de que sea una empresa multinacional y todo eso que ya sabemos. Yo ya antes había hecho una canción con S Curro que hablaba de eso: "Sé que te gusta la Cruzcampo aunque vayas por ahí diciendo que no". Va todo en el mismo camino.

Nos criticaron mucho, lógicamente, porque ahí te pones al filo, pero creo que fue un éxito. Además, mucha gente no tenía en cuenta que somos gente intentando sobrevivir, porque la precariedad en el mundo musical es brutal. A nosotros nos cogió en plena pandemia y el grupo iba a desaparecer porque no teníamos dinero para pagar el local, se nos cayeron todos los bolos... Ese trabajo nos salvó.

Habéis terminado la gira de Califato...

"Ahora estamos en un punto en que hay que volver a sorprender"

Ha ido de puta madre, con muy buena acogida. Ya tenemos un fandom muy potente en cualquier sitio al que vayamos y creo que el proyecto se ha establecido bastante. Ahora estamos en un punto en que hay que volver a sorprender, pegar un giro, y ya tenemos empezadas 13 o 14 canciones nuevas que espero que salgan a final de año. Hay un poco de lo mismo, pero también muchas cosas nuevas que no sabemos si a la gente le van a gustar. A nosotros sí no están gustando.

¿Cómo valoras el estado actual de la cultura alternativa en tu ciudad?

Sevilla siempre ha tenido esa actividad contracultural. Al haber una cultura oficial tan fuerte y tan marcada, que te mete tanta presión, eso genera también una respuesta. Las escenas van mutando, pero siempre han estado ahí, aunque desde fuera haya habido momentos en que se le ha prestado más atención que otras. Hay un paro grandísimo y la gente siempre tiene tiempo para hacer cosas.

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