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Los teatros han muerto

Los antiguos cines Luchana se estrenan en la escena madrileña con cuatro salas y un bar restaurante.

Vista de los nuevos teatros Luchana.

ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET

MADRID.- Lo primero que sorprende cuando cruzas el umbral de los teatros Luchana, en pleno barrio de Chamberí, es la larga barra que hay en el recibidor, nada que envidiar a las de cualquier discoteca. El miércoles pasado, los doce socios que se han atrevido a esta aventura de gestionar espacios escénicos ofrecieron una fiesta de inauguración para presentar a su criatura: distribuidores, actores, directores, dramaturgos, periodistas, drag queens y cualquiera al que la organización le diera una de las pulseras de color que repartían para hacer rutas por las salas, comió, se relacionó y en general celebró por todo lo alto la acertada (o no, el tiempo lo dirá) iniciativa de crear la primera multisala de teatro de Madrid.

La palabra más escuchada aquella noche fue: valientes. ¿Abrir un teatro en estos tiempos? ¡Qué locura! ¿Es que no se han enterado que el 21% del IVA está ahogando a los dueños de las salas? Además, hay cerca de 250 espacios escénicos en Madrid, el público nunca había tenido antes tanto donde elegir, por no hablar de la fecha que han elegido para estrenarse, con este calor ¿quién no prefiere pasar su tiempo en una terraza llenando el gaznate con una espumosa y fría cerveza? Y qué es eso de abrir cuatro salas, eso significa cuatro obras de teatro que necesitan público para rentabilizar su espectáculo. Muchas bocas que alimentar. Me está dando estrés solo de pensarlo. Vamos, a todas cruces: ¡una insensatez!

Precios económicos

Dicho lo cual, la pregunta: ¿Cómo le sacas dinero a esto? Como cualquier negocio, lo primero que hicieron los socios, entre los que figuran rostros conocidos como los actores Fran Perea o Juan Diego, fue hacer un estudio del sector. ¿Qué descubrieron? Que “la mayor sensibilidad de compra de entrada está por debajo de 10€ y el 72% por debajo de los 15€. En la actualidad, el precio medio que pagan los espectadores por ver funciones en la capital asciende a 25€. La entrada en los teatros Luchana oscilará entre los cinco y los 15 euros”, según datos del dossier informativo que repartieron a los periodistas.

La variable en el precio se debe al aforo de cada sala. Hay cuatro. La primera, con una capacidad de 124 butacas, se llama Fronteriza en honor al dramaturgo Sanchís Sinisterra. En este espacio se representarán la mayoría de las obras gestadas en Nuevo Teatro Fronterizo, el cuartel general del escritor y director escénico. Paralela a esta, está la sala horizontal y después otra más pequeña llamada vertical, que tiene una capacidad de 110 asistentes. La cuarta, la más grande tiene previsto su estreno a finales de 2015.

Mucho más que un teatro

Hasta aquí nada nuevo, en vez de una sala, hay cuatro (muchos teatros grandes tienen también varias salas). Pero lo que recaba la atención no es su capacidad para hacer teatro, sino su capacidad para hacer otras actividades: restaurante, talleres, coctelería... “Ah, vale, que quieren emborrachar al público antes de entrar al teatro”, apuntó una de las asistentes mientras daba un trago a la botella de cava con boquilla moderna que sirvieron a los asistentes el miércoles.

Este inocente comentario trae consigo una reflexión. Y si el teatro tal y como hoy lo conocemos ha muerto. ¿Y si lo que toca a partir de ahora está mas cerca de un centro comercial que de un espacio escénico? Imagínese que antes de ir a ver lo último de Juan Mayorga, por ejemplo, se guarda unas horitas para comprar unas prendas en H&M e hincharse de sushi en el restaurante japonés que está pegado al Cien montaditos. Cuando finalmente entras a la representación, una horda de respetables, al igual que tú, se las apaña para llegar a sus asientos cargados de bolsas. ¡Qué circo!

Sea como fuere, una cosa está clara, ya no basta con tener teatro, hay que ofrecer más: conciertos, charlas, debates, presentaciones de libros, proyecciones de documentales… Lo que importa es rentabilizar el espacio y las artes escénicas, por sí mismas, ya no son suficiente. Algo que ya hacen otras salas como Teatro del Barrio o la sala Mirador. Pese a todo, una diferencia positiva con la competencia es, según Perea, el compromiso de teatros Luchana con las compañías para que estén programadas de forma continua durante un periodo largo de tiempo. “Nos gusta la idea de que haya grupos de teatro que puedan desarrollar un proyecto a largo plazo, y que no le digan, tienes un mes los martes, eso vamos a intentar que sea lo menos posible”, asegura el actor.

La apertura de una sala de teatro es siempre una buena noticia para los amantes de la interpretación. “Me resulta más esperanzador ver abrir una sala que ver abrir una tienda de ropa interior o unos grandes almacenes de ropa que se fabrica en malasia. Es un momento en el que hay muchísimas compañías de teatro que no tienen donde exhibir y dramaturgos escribiendo textos que se quedan en los papeles y a veces merece la pena hacer algo grande y captar otro tipo de público que no iría a otros espacios que pueden ser más alternativos”, explica Juan Diego Boto, uno de los asistentes a la inauguración y programador de la Mirador. Quizás llegue un día en el que abrir un centro comercial sea para los teatreros una buena noticia, porque, como ocurre con el cine, implica la apertura de un nuevo espacio escénico. ¿Qué os parecería?

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