Este artículo se publicó hace 2 años.
'Willow' y su mundo fantástico regresan tres décadas después a Disney+, ahora como serie
El universo de la película de los 80 se amplía e incorpora nuevos personajes
María José Arias
Madrid-Actualizado a
Willow Ufgood vuelve, 34 años después de su anterior aventura, con Warwick Davis como protagonista e intentando recuperar aquel tono de aventura simpática y de fantasía que convirtió a la película original en un pasatiempo entretenido para los niños de los ochenta. Sin embargo, pese al empeño que le ponen y a las nuevas incorporaciones a este universo mágico, en los tres primeros episodios de la serie que hoy se estrena en Disney+ esta no termina de cuajar del todo. Aunque tenga sus buenos momentos.
Producida por Lucasfilm, Willow, que sustituye a la redonda y sobresaliente Andor como estreno de los miércoles, se la juega a un tipo de humor en el que hay que estar dispuesto a entrar. Si no se hace, resulta complicado dejarse llevar por su propuesta, infantil a ratos, reivindicativa por momentos, torpe en ocasiones y pura fantasía casualmente. Al regreso de este granjero con dotes para la magia le falta la chispa que haga prender la llama que la haga más ampliamente disfrutona. Algo que no impedirá que encuentre ahí fuera a un público que seguramente sabrá cómo sacarle partido.
Quizá uno de los principales problemas de Willow es que algunos de sus personajes carecen del carisma que tenían los protagonistas de la película original dirigida por Ron Howard, pese a haber recuperado tanto a Willow como a Sorsha (Joanne Whalley). El primero, como cabría imaginar, es de lo mejor que ofrece la serie. La segunda pasa de guerrera a madre preocupada y algo intrigante entregando el testigo a su hija Kit (Ruby Cruz), igual de descarada y rebelde que ella, pero con menos dotes como líder.
Por suerte, ahí está Jade (Erin Kellyman) para intentar salvar los muebles de la acción femenina con un personaje que, a priori, se presenta como uno de los más interesantes y con posibilidades de desarrollo. El suyo plantea un complicado dilema entre el corazón, el deber y los sueños que la obliga a tomar decisiones difíciles. El trío protagonista femenino lo cierra Dove (Ellie Bamber), una joven y rubia cocinera que no es tan frágil como quieren verla los demás y que tiene mucho más que decir en esta aventura de lo que le gustaría a algunos. En cuanto al sustituto de Madmartigan (Val Kilmer) y su personaje torpe, egoísta y encantador, Amar Chadha-Patel hace lo que puede. Para acabar, un príncipe tremendamente listo y con buen fondo interpretado por Tony Revolori.
El grupo se amplía en número, pero eso no cambia demasiado el planteamiento de la historia. Este viene a ser muy similar al de la original y al de otras tantas del género fantástico: un viaje en el que sus protagonistas descubren quiénes son y la razón de su existir mientras cumplen con la misión encomendada. Les ocurría al propio Willow, a Madmartigan y a Sorsha en la película y es lo que todo apunta a que les ocurrirá a estos nuevos aventureros. Cada uno viaja con su propia mochila llena de inseguridades y cosas por demostrar al resto pero, sobre todo, a ellos mismos. Ahí (y en la puesta en escena de ese fantástico mundo de magia, oscuridad y verdes prados) es donde reside la semilla de lo que puede atrapar de esta serie. Los dos primeros episodios se toman su tiempo para presentar a cada personaje, sus circunstancias personales y su papel dentro del grupo.
Si en la película todo giraba en torno a una profecía y anunciaba que una bebé, Elora, acabaría con la gran villana, en esta el ser indefenso a rescatar es un joven príncipe, el otro hijo de Sorsha, que ha sido secuestrado. Para rescatarlo, el pintoresco equipo que forman su hermana Kit y compañía se embarca en una misión por etapas que pasa primero por encontrar a ese poderoso hechicero Nelwyn. En el mundo real han transcurrido más de tres décadas, mientras que en la ficción solo unos años. Los suficientes para que su antigua enemiga y después amiga, Sorsha, haya tenido descendencia en edad de meterse en problemas hormonales. Ahora es reina y necesita a Willow para salvar a su hijo. Además, no es solo que Graydon (Dempsey Bryk) haya sido secuestrado con oscuras intenciones, es que el mal ha despertado y se extiende. Alguien tiene que pararlo y ese alguien parece no estar preparado para ello. Va a necesitar ayuda en muchos aspectos. De eso trata Willow, de colaborar unos con otros y de unir fuerzas contra la maldad.
A esta serie le cuesta coger algo de ritmo en sus tres primeros episodios y las decisiones equivocadas de sus protagonistas son parte de su humor (como sus enfrentamientos y rivalidades algo pueriles). Por otro lado, como ocurría en su predecesora, no dejan de ser todos héroes improbables que bastante tienen con conseguir que no les maten mientras intentan frenar una conspiración maligna y salvar al príncipe irresponsable en apuros. Lo mejor es cuando se entrega a la fantasía, su mitología aflora y Willow se convierte en el centro.
La serie dirigida por Jon M. Chu, que cuenta con Jonathan Kasdan y Wendy Mericle como showrunners, no deja de ser un intento por apelar a la nostalgia de quienes disfrutaron en la infancia de la primera aventura y guardan un buen recuerdo de ella sin perder de vista captar a nuevos fans. De ahí que se haya actualizado dando cabida a temas mucho más diversos y amplios sin olvidarse de los paisajes, la magia, los trolls, los brownies y lo que hacía visualmente ser a Willow lo que fue. También hay algún bicho monstruoso.
Además, juega un poco al despiste con la idea de qué fue de Madmartigan y si realmente se le volverá a ver. El anzuelo se lanza casi tan pronto como empieza la serie. Quien sí estará, aunque en el tercer capítulo aún no había hecho acto de presencia, es Christian Slater. En la D23 Expo se dijo que interpretaría a un nuevo personaje.
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