Este artículo se publicó hace 13 años.
Aguijones de avispas que tumban osos
Así jugaron los máximos protagonistas de una final histórica.
Messi: Su magia es tan deslumbrante que sus trucos nunca cansan. Gambeteos, amagos, túneles y demás suertes llevan años dando la vuelta al mundo, pero los disciplinados defensores del Manchester fueron incapaces de adivinar las aviesas intenciones del argentino en la mayoría de las ocasiones. No se rindió hasta hallar el gol. Único e irrepetible.
Rooney: En un grupo que funciona como tal, la estrella luce en proporción al juego colectivo, pero él aúna poderío y precisión por arrobas. Apareció para ejecutar el 1-1 con un derechazo seco y preciso, y luego sucumbió al poderío catalán.
Xavi: El pase a Pedro en el 1-0 es la denominación de origen del capitán del Barça en Wemnley. Controla todo y en todo momento. De ahí, por ejemplo, que casi todos los córners los sacase en corto por aquello de la superioridad aérea inglesa.
Vidic: Centrales como él y su pareja Ferdinand no están habituados a manejarse frente a delanteros con la versatilidad de Pedro, la movilidad de Villa y, sobre todo, la excelencia de Messi: aguijones de avispa, en forma de goles, que acaban tumbando osos.
Mascherano: No le temblaron las piernas ante la responsabilidad de sustituir a Puyol en el centro de la zaga. Expeditivo y valiente a la vez, completó un gran partido.
Van der sar: Cerró una dignísima carrera con una actuación irregular. Firmó alguna parada de mérito, pero pudo hacer más en el segundo y decisivo gol del Barça.
Valdés: Ni un solo error e incontables aciertos en una faceta curiosa y primordial: los pases y saques largos con el pie, en los cuales acreditó un porcentaje de acierto cercano al 70%.
Chicharito: Las especulaciones sobre su posible suplencia llenaron páginas. Al final, fue titular y pasó desapercibido. Las escasa jerarquía del delantero mexicano en una cita de máxima exigencia desnuda la diferencia existente entre las estrellas mundiales azulgrana y las figuras domésticas que triunfan en Inglaterra.
Iniesta: Es pieza fundamental de este Barça histórico por muchas cosas, pero sobre todas ellas por su prodigiosa capacidad para asociarse con los compañeros. El albaceteño fue origen o receptor del balón más veces que nadie.
Abidal: Superó un cáncer, ganó dos títulos y le dejaron levantar la copa.
Park: Un valor seguro del Manchester fulminado por la aplastante superioridad táctica y técnica del Barça. El coreano no pudo explotar nunca sus grandes armas: insistencia y velocidad.
Villa: Había optado, como tantas veces, por la movilidad antes que por el brillo hasta que recibió un pase de Messi al borde del área, levantó la cabeza y dibujó con la diestra una rosca sublime hacia la escuadra izquierda del United. Cerró la final y la boca de quienes dudan de su capacidad goleadora.
Ferguson: Con un equipo apañado, sin más superestrella que Rooney, domina la Premier y ha llegado a la gran final de la Liga de Campeones. Y lejos de asustarse y cambiar de sistema, supo jugar y morir con el planteamiento que ha empleado en los últimos meses.
Guardiola: Su Barça engrandece el fútbol español y, sobre todo, reivindica con cada éxito el trabajo de la cantera. Aplastó sin miramientos al todopoderoso Manchester United con siete futbolistas titulares criados en La Masia y otros cuatro en el banquillo. Insuperable.
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