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Un día para ser Rafa

Nadal defiende título en Melbourne con una sola jornada de descanso tras 40 días de exigencia máxima

MIGUEL ALBA

'Hoy, olvídate de todo. Mañana, ya sabes lo que toca'. Aún con el aroma de la Ensaladera en el raquetero, Toni Nadal recordaba ya el próximo proyecto a Rafa. No era una imposición. Ni mucho menos. Porque la relación entre tío y sobrino no funciona a base de prohibiciones.

Su código utiliza los acuerdos para explorar la mejora continúa. 'Si hablas con él para conseguir A, Rafa siempre intenta darte A+B', revela Toni. Aquel mañana, dos días después de ganar la Copa Davis, Rafa pasaba el rastrillo en su pista de siempre del club de tenis Manacor, la que termina en las escaleras que dan acceso a la cantina. Un gesto que lo delata. 'Cuando lo hace, significa que vuelve a tener hambre', promete Tomeu, uno de los socios del club de Rafa.

Concluido el ritual, el proyecto empezó a soltar sinergias con la bola. 'Alarga el brazo'. 'Más bajo'. 'Un saque a la T'. Tras cada encargo de Toni, Rafa renovaba el compromiso que había fraguado en los malos momentos: volver a jugar bien. Un punto de partida, tan sobrado de sentido común como difícil de cumplir para Rafa en los últimos meses. La búsqueda de la regeneración apenas tuvo una jornada de descanso en los últimos cuarenta: el 25. 'Y porque era Navidad', bromeaba ayer el español en Australia.

Ese día, Rafa vivió la fiesta sin tenis, sin raquetas, rodeado de su familia, sin esa exigencia para la que ya parece sentirse preparado después del éxito en la exhibición de Abu Dabi y la final en Doha. 'Creo que si consigo jugar como lo he hecho allí, no hay motivo para preocuparse por los resultados', aseguraba el manacorí, que debuta mañana ante el australiano Peter Luczak (78 del mundo). 'Sé que juega desde el fondo de la pista, y es muy luchador y sólido. Lo he visto alguna vez por la tele pero no tengo demasiada información', se sincera el número dos, que acomete el primer Grand Slam con la mayor carga de entrenamiento de los últimos años.

Sin embargo, en su camino hacia la defensa del título, el bombo le ha castigado con Murray (teóricos cuartos) y Del Potro (posible semifinal). 'Veremos lo que va pasando, lo importante es jugar bien. Si juego bien, el cuadro parece menos difícil y si no, todo se convierte en complicadísimo', reitera el manacorí. 'Mi prioridad es jugar bien'.

Un examen que ya aprueba con nota, según Federer. 'El gran Nadal está a punto', defiende el suizo. Un año después de sus lágrimas y de la frase que definía su impotencia 'Es (por el español) demasiado para mí' antes del abrazo de Nadal en el podio, Federer ha reforzado su ego. 'He vuelto al nivel que quería', explica antes de iniciar el camino hacia su quinto triunfo en Australia, lo que equivaldría al decimosexto Grand Slam de su carrera.

'El hambre permanece y estoy trabajando tan duro como lo hacía antes', defiende el suizo, que trata de huir del castigo que supone ser padre para un tenista. 'Siempre se especula cuando tienes familia, porque si echas un vistazo a la historia, encontrarás algunos jugadores que no ganaban cuando la tenían. Pero yo soy un jugador de tenis y no una niñera. Me gusta viajar por el mundo con mi familia, pero aquí he venido a ganar', avisa.

Antes, el suizo tendría que superar a Verdasco, que ayer se impuso a Tsonga en la exhibición de Kooyong, Djokovic, Soderling o Davydenko, en estado de gracia desde su triunfo en la Copa Masters. 'Todos ellos estarán en la lucha para ganar. Y yo soy como ellos', dice Nadal, 'un favorito, pero no el máximo favorito'.

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