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La memoria de Laudrup

El danés recurrió a sus recuerdos del Dream Team para maniatar al Barça

Ladislao J. Moñino//Madrid

Los recuerdos también ganan, como pudo comprobar ayer Rijkaard. Laudrup planteó y ganó el partido desde la memoria. Repasó todas aquellas trampas que ponía el Dream Team.

Los juegos posicionales, el fútbol circular, el entro y salgo sin balón para desorientar a los contrarios y crear espacios que permitan recibir a los habilidosos. Nada de eso pudo hacer el Barça ayer. Laudrup, como Rijkaard, mamó de Cruyff. También Luis Milla, sentado a su derecha.

El partido explicó desde el primer minuto que el danés conocía el libreto. Sus jugadores no entraron ni a un solo engaño. Sabían cuando tenían que anticipar y cuando mantener la posición. Obviaban los desmarques sin balón secundarios porque sabían que el objetivo final era que Xavi o Iniesta no recibieran y, si lo hacían, que no se dieran la vuelta. Entonces sí porfiaban por la pelota. No les importaba que Milito, Thuram o Touré Yayá fueran los armadores. O que Abidal y Puyol progresaran en conducciones a ninguna parte.

Las pruebas del antídoto

La eficacia de los recuerdos de Laudrup se puede medir en el protagonismo de Messi. Fue escaso por falta de balón. Entre los movimientos que caracterizan al Barça están esos cambios de orientación a la derecha cuando el juego está cargado a la izquierda. Ahí suele recibir Messi cómodo para empezar a zigzaguear. En la primera parte sólo recibió una vez en esas condiciones. Se fue en el segundo tiempo sin nada para recordar.

El túnel del tiempo en el que se metió Laudrup también engulló a Ronaldinho. Se le vio sin esa ambición por la filigrana, que siempre fue su seña de identidad.

Su exceso no es conveniente, pero tampoco esa dejadez. Si Ronaldinho pierde el interés por hacer algo distinto está acelerando su marcha o su declive. Si el que se comprometa con el juego colectivo es que dé el balón a la primera con corrección, mejor que sea el sobrao que era antes.

Cuando maniataban al Dream Team, siempre le quedaban las diagonales de Stoitckov o de Beguiristain; las bandas. Rijkaard no tiene extremos y quiso solucionarlo con Zambrotta. Nada. Acabó expulsado. Fue una entrada fea a Licht. Una demostración de impotencia por el baño que le dio el Geta al Barça. Para caer a banda Rijkaard también a Henry, pero no lo escoró. La dependencia que proclama de Henry fuera de casa tampoco es aconsejable. Como recurso es incuestionable, como modus operandi desemboca en el fútbol-embudo.

Tan meritoria fue la castración de la creatividad del Barça que planteó Laudrup como el despliegue de su equipo en ataque. El primer gol fue una jugada de estrategia; el maná de los modestos, necesitados de ese trabajo. Luego, cada robo de balón era para buscar el gol en manada. En ese sentido De la Red fue primordial. Para el chico fue una reválida. Tenía enfrente al Barça y a Touré Yayá. Salió ganador y de paso cuestionó las inversiones millonarias en mediocentros que sólo quitan. El otro triunfador fue Uche, que le enseñó el dorsal unas cuantas veces a los centrales del Barça. Su última galopada le entregó el segundo gol a Albín. 

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