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El origen campesino de Ancelotti

Frente al dramatismo del Real Madrid, el técnico blanco se niega a perder la paciencia, marcado por su infancia en el campo donde, según cuenta en su autobiografía, 'tardabas un año en recoger lo que sembrabas'

ALFREDO VARONA

Frente al dramatismo del fútbol, está Carlo Ancelotti (Reggiolo, 1959), el entrenador que este sábado vivirá su primer clásico. Será, como siempre, sumamente paciente, un profesional marcado por su orígenes campesinos. 'Mis padres tenían que trabajar la tierra sin maquinaria', recuerda en su autobiografía escrita en colaboración con el periodista deportivo de Sky Alessandro Alciato Prefiero la Copa, en la que abre totalmente su corazón. 'Se hacía todo a mano y se tardaba mucho. Y lo que sembrabas lo recogías un año más tarde, así que había que tener una enorme paciencia y no venirte abajo en los momentos difíciles. Y fue ahí donde aprendí que el arte de la calma es fundamental, y en mi vida me ha servido mucho: como jugador, para soportar las lesiones, y como entrenador la he usado un millón de veces'.

Así que, en un universo lleno de vanidades, Ancelotti es el hombre tranquilo. Un entrenador con más prestigio que popularidad en los tiempos que corren. De hecho, en las encuestas entre la afición del Real Madrid para sustituir a Mourinho, él jamás fue uno de los favoritos. Sin embargo, ahora, tres meses después, en los que el fútbol del equipo no convence, Ancelotti cada vez está más valorado por la hinchada. Capaz de aceptar los malos resultados sin perder el control, ha sabido llegar al gran público con declaraciones populares como la de hace escasos días, en la que advirtió de que 'vamos a jugar mejor, porque no podemos jugar peor'.

Aun así, nunca ha fiscalizado a nadie ni ha creado malos hábitos frente a la prensa, donde ejerce de hombre bueno. Quizá porque Ancelotti siempre fue así, un entrenador capaz de entrar bromeando en el vestuario del Milan antes de jugar una final de Copa de Europa o de juzgarse a sí mismo sin miedo a lo que dijesen los demás en Inglaterra: 'No, no me extrañaría que Abramovich me cesase', contestó cuando no le iba demasiado bien en el Chelsea.

Ancelotti es un hombre de 54 años, que, dicen, puede ser mejor persona que entrenador. Sabe que su economía ya está solucionada y trata de disfrutar de los placeres de la vida, incluso de algunos de los que no son los más aconsejables como el tabaco. Pero así es Carlo, un hombre con buen sentido del humor, capaz de confundir a Kaká con un estudiante de Erasmus ('es que lo parecía la primera vez que le vi con gafas, tan bien repelando y bien vestido'). Ancelotti era entonces entrenador del Milan como después lo ha sido del Chelsea, París Saint Germain o Real Madrid, capitales en las que la presión es sobresaliente. Pero eso no ha agriado el carácter de un hombre al que Arrigo Sacchi siempre colocará en un pedestal. Y no porque considere que Ancelotti fuese mejor futbolista o sea mejor entrenador que los demás, sino porque sabe vivir. 'No insistan con Carlo', dijo cuando fichó por el Madrid, 'porque será imposible ponerle nervioso. Tiene demasiada buena cabeza'.

La declaración de Sacchi es importante. Conoce el Bernabéu y conoce a Ancelotti. Antes de ser director deportivo del Madrid, Arrigo fue entrenador de Ancelotti en el mejor Milan de toda la historia, aquel que llegó a ganar 5-0 al Real Madrid de la Quinta del Buitre en San Siro. Ancelotti entonces no había cumplido los treinta, pero Sacchi ya advertía una gran diferencia. 'Tenía un 20% de minusvalía en una rodilla, pero con la cabeza que tenía no le hacía falta un gran físico'.

A los 33 años, se hizo entrenador, y ahora, a los 54, se defiende en cuatro idiomas (italiano, inglés, francés y castellano) después de haber trabajado en los mejores equipos de esos países. Ha ganado mucho, pero también ha pasado por momentos duros en los que, sin embargo, nunca perdió la educación. Ni siquiera en el Milan después de perder una final de Copa de Europa frente al Liverpool que ganaba 3-0 en el descanso. 'No tiene sentido recrearse en el dolor' contestó y puso su caso de ejemplo: 'Yo no volveré a ver ese partido, porque no quiero pasarlo mal: no hemos nacido para eso'.

Ancelotti, en realidad, tiene esas cosas. Parece un hombre fácil e inteligente porque sabe disfrutar de su vida cómoda. 'Yo no voy a buscar enemigos', señala. 'Por lo tanto, nunca voy a buscar revancha'. Jamás se le escuchó presumir de sus méritos, y eso que en la Premier League acabó siendo bautizado como 'King Carlo'. Pero esas cosas tampoco lo recrean en sí mismo. 'Vivo y dejo vivir'. Todo eso lo cuenta Ancelotti en un libro biográfico, 'Prefiero la Copa', en el que se explica su actitud en estos meses en un Madrid que, a pesar de los malos resultados, ha desaparecido de la crónica de sucesos.

Ancelotti ha encontrado ese temple: 'Cuando el comportamiento de un jugador me pone bajo presión, o cuando me critican los aficionados, o el club, o la prensa... Calma. Sentido común, o si no estás acabado... A mí me gusta hablar con los jugadores, no gritar. Me siento dentro del grupo, ni por encima ni por debajo. No soy un padre, pero sí un amigo, y también un psicólogo. Nunca he tenido una discusión fuerte con un jugador, pero sí muchas veces nos hemos reído juntos'.

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