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Plebiscito y final para Mourinho

Una eliminación copera hoy ante el Celta dejaría al Real Madrid deambulando más de un mes por la Liga hasta el regreso de la Champions

EDUARDO ORTEGA

Se abrían camino en la Copa ante el Málaga, transitaban con paso firme en la Champions y masacraban al Granada en la Liga. No hace tanto que pasó. Apenas un año. Cuando todo era perfecto en el Real Madrid. Hoy, casi 365 días después, nada es igual en el Santiago Bernabéu. La respuesta a cómo puede cambiar tanto un equipo en tan poco tiempo sólo la tienen unos cuantos 'elegidos' dentro del club.

Ahora necesitan de una remontada copera de tan sólo un gol, pero que no se antoja tan fácil como en otras ocasiones, cuando el equipo jugaba y ganaba por inercia. El duro cruce en la Champions contra el Manchester United -vuelta fuera de casa incluida- no invita a fantasear mucho más allá de febrero por Europa, y la Liga... ¡Ay la Liga!

Y junto a ello, como no puede faltar en cualquier crisis deportiva pura y dura como la que vive el Real Madrid, una crisis entre el vestuario y el técnico que amenaza con contagiar a la institución y llevarse por delante al mismísimo Florentino Pérez.

En su pulso constante, el penúltimo con Casillas -el último es el de no acudir a la gala del Balón de Oro mientras pasa el rato viendo a su hijo jugar-, Mourinho parece haber franqueado ya una línea roja en el madridismo. Sentar a una figura como el de Móstoles y que te salga el tiro por la culata en las dos ocasiones es además un fracaso técnico.

La calma que pidió y prometió Florentino Pérez a finales de año ha explotado y se ha evaporado en apenas días

El Bernabéu dictó el pasado domingo la más clara sentencia contra el portugués desde que llegó al banquillo blanco. Una monumental pitada contra él y una espectacular ovación cuando el capitán salió por el expulsado Adán al poco de comenzar el choque contra la Real Sociedad.

La calma que pidió y prometió Florentino Pérez a finales de año ha explotado y se ha evaporado en apenas unos días. La guerra total de Mourinho contra algunos pesos pesados del vestuario y contra la figura de Casillas en concreto ahora amenaza con un plebiscito continuo hasta final de temporada en el Bernabéu.

Algo que quizás al técnico luso, fiel a su filosofía, le dé más o menos igual, pero no al presidente, que se juega unas elecciones que están a la vuelta de la esquina.

Así las cosas, la visita hoy del Celta en la vuelta copera de octavos, que el año pasado apenas hubiera sido de trámite, se torna en una final con la Liga perdida -como reconoció el propio Mourinho- y la Champions aún lejos del horizonte.

Caer apeados de la Copa en estas circunstancias es algo que otras veces sí se hubiera podido permitir el Real Madrid y Mourinho, pero no en esta ocasión. El portugués sí parece que contará esta vez con Casillas de inicio ante los vigueses, mientras que el recién recuperado Marcelo no llega.

De momento, nadie imagina una eliminación antes de tiempo y pasarse más de un mes deambulando por los campos lanzándose pullas, críticas y pitadas mutuas hasta que llegue la ansiada Champions. La única tabla de salvación del Real Madrid, a la que se agarran de la mano Mourinho y Florentino.

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