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Villa se atasca a la altura de Raúl

Desde que el 7 marcó el 44, ha tirado cinco veces al palo

LADISLAO J. MOÑINO

Ni partiendo desde la izquierda como en el inicio del partido, ni ocupando el centro del ataque con frecuencia como hizo a partir del minuto 20. Villa abandonó ayer el Bernabéu entre aplausos, pero sin ser el máximo goleador de la historia de la selección. Un récord que se le resiste desde que igualara a Raúl con 44 goles. Villa alcanzó esa cifra el 12 de octubre de 2010 ante Escocia y desde entonces no ha logrado marcar. No lo hizo ni ante Portugal ni ayer.

Había cierto morbo porque de haberlo logrado ante Colombia lo hubiera conseguido en el estadio que admiró a Raúl. Villa lo tuvo en sus botas en el primer desmarque dañino que hizo hacia adentro. Iniesta le descubrió el movimiento y le dejó solo ante Ospina. Cuando sorteó al meta colombiano, sólo le quedaba un ejercicio sencillo de precisión, pero el remate a puerta vacía se estrelló en el poste. El rechace también le brindó la oportunidad de marcar, pero no le dio el efecto correcto al balón y lo echó fuera.

Parece que a Villa le persigue una maldición con el gol 45. Desde que marcó el 44 ha visto cómo cinco remates se le estrellaban en los palos.

En el calentamiento estuvo ensayando los lanzamientos de falta. También tuvo una oportunidad con esa suerte, pero la malogró. Antes de que lo ejecutara Busquets mostró el empeño que tenía el grupo porque Villa marcara. Xavi fue a por el balón, pero Busquets se lo entregó al delantero asturiano.

Ante la falta de gol y de precisión en el pase, Del Bosque tardó en salir del banquillo para dar instrucciones. Se sentó en el que fue su banquillo aclamado por una gran parte del que fue su público. Su nombre fue de los más coreados cuando fue pronunciado por el speaker, aunque la ovación de la noche se la llevó Iniesta cuando abandonó el campo. Ya sentado en el banquillo, el centrocampista manchego escuchó como el Bernabéu coreó al unísono su nombre.

Si Del Bosque no asomó mucho por el área técnica, tampoco lo hizo con frecuencia el Bolillo Gómez. En el segundo tiempo sí, pero en el primero fue el exjugador del Valladolid Leonel Álvarez el que ejerció de entrenador. El que fuera la cabeza pensante de la Colombia de Maturana y uno de los primeros que formó una pareja en el doble pivote, no paraba de pedir intensidad a los suyos. Una intensidad que acabó por otorgarle a Colombia varias fases del partido. La hinchada española no daba crédito cuando Giovanni Moreno y Armero se plantaron ante Casillas. Guardaba silencio mientras atónita veía como Colombia y sus paisanos dominaban el Bernabéu. Entonces marcó Silva y todo cambió.

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