Este artículo se publicó hace 4 años.
Análisis del empleoEl mercado laboral coge aire mientras cronifica sus averías
La EPA certifica la reversión de una caída de la creación de empleo y un aumento del paro que habían comenzado a desatar mantras catastrofistas en vísperas de unos meses clave para el cambio de las reglas de juego en el trabajo tras la formación del Gobierno.
Zaragoza-
El mercado laboral español entra en un periodo de incertidumbre, o de turbulencias, con una tregua en vísperas de unos meses clave para el cambio de las reglas del juego tras la formación del Gobierno PSOE-UP, cuyo acuerdo de coalición contempla una derogación de la reforma laboral de 2012 capaz de provocar temores en la misma patronal que una semana después pacta un nuevo aumento del SMI (Salario Mínimo Interprofesional), y después de una primavera y un verano en los que la concatenación de datos que apuntaban a una caída de la creación de empleo que, combinada con un aumento del paro y con varios síntomas de enfriamiento de la economía, había comenzado a agitar un coro de mantras catastrofistas sobre el futuro inmediato del país.
Ni tanto ni tan poco: vuelven, tras un bache de medio año, el aumento de la ocupación y el descenso del paro mientras varias lacras de la precarización y el abuso laboral siguen sin solución, según indican los resultados de la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre de 2019 que el INE (Instituto Nacional de Estadística) hizo públicos este martes, en un mercado laboral cuyo horizonte contiene ahora mismo niveles similares de incertidumbres y certezas.
La EPA de octubre a diciembre es, aparentemente, una catarata de noticias positivas entre las que destacan dos: el año se cierra con 112.400 parados menos y la ocupación alcanza con 19,96 millones de personas un nivel de récord histórico, aunque en ambos casos se trata de los menores avances en siete años, desde 2013.
Esa ralentización llega tras un otoño en el que se han revertido las inquietantes tendencias para el empleo que los expertos venían detectando en los datos desestacionalizados (sin los efectos de la ocupación de temporada) de los trimestres anteriores.
De hecho, la mejora de la ocupación (0,8%) llega después de quince meses de enfriamiento de este indicador mientras la caída del paro aparece después de seis en los que estaba aumentando el número de desempleados.
Un tercer trimestre con la misma deriva en ambos casos habría supuesto la entrada en una nueva fase de destrucción de empleo cuyas sombras, no obstante, tampoco acaban de quedar despejadas: sale de la ocupación más gente de la que entra (1,395 millones por 1.383), siempre en términos desestacionalizados, mientras los flujos hacia el paro siguen equilibrados en 1,422, con una diferencia de solo 700 a favor de los que salen de él, en buena parte por abandono de una población activa que perdió 156.000 efectivos de octubre a diciembre.
Menos trabajo y más troceado
Ese cuadro de incertidumbre y enfriamiento llega cuando en España sigue habiendo menos trabajo que hace una década y una crisis, según indican los datos sobre el volumen de horas trabajadas, que se encuentran en niveles similares a los de 2009, con una media algo inferior a los 630 millones que se queda casi cincuenta por debajo de la que se alcanzaba en 2008, cuando comenzaban a dejarse sentir los efectos del crash financiero.
Ese volumen de horas, que incluye una tendencia alcista entre los asalariados de los sectores público y privado y otra menguante entre autónomos y empleadores, equivale a 15,75 millones de empleos de 40 horas, más de cuatro por debajo del volumen de ocupados del país como consecuencia de la cronificación de fenómenos como el troceo del empleo y del avance de modalidades como la jornada reducida, que ya supone casi el 8% de las horas trabajadas, con 50,9 millones de 568 en el cuarto trimestre de 2019 por una proporción de 40,1 por 521 al cierre de 2013, en vísperas del comienzo de la recuperación.
Ese nivel de troceo del empleo supone en números redondos que cada cinco trabajadores se reparten cuatro puestos de jornada completa. Sin embargo, si se tiene en cuenta que en España hay 10,96 millones de asalariados con contrato indefinidos de jornada completa, el reparto seria, en realidad, de menos de cinco millones de empleos equivalentes entre nueve millones de ocupados, entre ellos los 3,1 millones de autónomos. Salen a algo más de medio puesto de trabajo por cabeza.
Así, no es de extrañar que un creciente volumen de ya casi medio millón de trabajadores (490.700) se vea obligado a ganare la vida en el pluriempleo.
El incesante fraude de las horas extra no pagadas
Nueve de cada diez pluriempleados trabajan en el sector servicios, que sigue generando la mayor de las bolsas del fraude de las horas extraordinarias no pagadas. Este, pese a la entrada en vigor del registro de jornada a mediados de mayo del año pasado, sigue teniendo en su conjunto un descomunal efecto en el empleo y en las arcas públicas: más de 63.000 empleos equivalentes de jornada completa en otoño y más de 55.000 en verano, un volumen que, pese a ser netamente inferior a los casi 73.000 de la primavera y los cerca de 66.000 del invierno de 2019, continúa provocando una de las realidades más sangrantes del mercado laboral español.
La cuarta parte de los 2,5 millones de horas extra gratuitas del cuarto trimestre de 2019, que suponen una triple infracción social y tributaria de impago de salarios y cotizaciones sociales y de escamoteo de retenciones del IRPF de casi treinta millones de euros por semana, se concentran en el comercio (345.100) y la hostelería (264.100), bolsas a las que siguen las voluminosas de la industria manufacturera (272.600) y la enseñanza (246.900) y las llamativas, por su elevada cuantía en sectores de fuerte implantación sindical, 163.100 de las administraciones públicas y las 143.000 de la banca y las compañías de seguros.
El desempleo de larga duración cayó ocho puntos en 2019
Pese a esos borrones de precarización y explotación laborales, el cierre de 2019 deja otros datos positivos como el aumento interanual de un 2,1% de los hogares con todos los miembros ocupados, que ya son 10,8 millones, y un descenso del 3,8% de aquellos en los que todo están desempleados, que siguen siendo más de un millón, así como el retroceso de la tasa de paro juvenil al 30,5% y la caída de ocho puntos del desempleo de larga duración.
Paralelamente, el número de mujeres ocupadas superó los nueve millones (9,15 por segunda vez en la historia, lo que supone una cuota del 45,8% de la ocupación, mientras el desempleo femenino mantuvo la caída iniciada a principios de 2013 para situarse en 1,68 millones, la cota más baja en once años.
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