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La banca española guarda en la caja del BCE 234.000 millones para lucrarse de la subida de tipos

Las herramientas monetarias incluyen una prima del 3,5% anual para los fondos que las entidades saquen de la circulación, en una maniobra que encarece el precio del dinero para hogares y empresas y que desincentiva la remuneración del ahorro.

Christine Lagarde
Christine Lagarde, presidenta del BCE, comparece ante los medios este jueves 15 de junio. Ronald Wittek / EFE

La banca española está haciendo un negocio redondo con las medidas monetarias restrictivas que está adoptando el BCE (Banco Central Europeo), que ha articulado un sistema con el que van a obtener un premio de más de 8.000 millones de euros anuales por sacar de la circulación una parte importante de sus recursos.

El BCE decidió este jueves subir los tipos de interés del dinero otro cuartillo del 0,25% con el que sitúa, a partir del 21 de junio, en el 4% el tipo de interés de las operaciones de financiación, que es el general, y coloca en el 4% y el 3,5%, respectivamente, los de la facilidad marginal de crédito de la facilidad de depósito en el 3,5%.

Este último va a suponerles a los bancos españoles unos ingresos extra de 8.200 millones de euros por haber depositado en las cuentas del BCE un total de 234.121 millones de euros, un volumen que llegó a alcanzar los 370.000 en octubre y que queda de facto fuera de circulación para financiar operaciones o efectuar inversiones en la economía española.

Ese volumen de dinero aparcado en el BCE equivale al 8,5% de sus recursos, según los datos de las patronales Aebanca y Ceca, que al cierre de 2022 contabilizaban 1,974 billones (con b) en depósitos en los bancos y 765.000 millones en las antiguas cajas de ahorro, aunque la primera cifra incluye la totalidad del negocio de Santander y BBVA, que se desarrolla en un 80% en el extranjero.

El conjunto de la banca europea mantiene 4,08 billones de euros aparcados en la ventanilla de la Facilidad de Depósito del BCE, un volumen que va a suponerle a este una factura de más de 140.000 millones de euros en intereses a un año vista y con los intereses actuales del 3,5%.

¿Cuáles son los objetivos de una medida de este tipo? Básicamente, dos: reducir las posibilidades de financiación de familias y empresas, en línea con los planteamientos frente a la inflación que maneja el BCE, y apuntalar a la banca mediante una mejora de sus ingresos.

"El planteamiento está claro: son medidas contractivas y las toman para meter en recesión a la eurozona, que es algo que se han marcado como objetivo aunque es un disparate", explica el economista y profesor de la Complutense Carlos Sánchez Mato, quien advierte que "esa línea de actuación se da de bruces con muchos de los mandatos que tiene el BCE, con casi todos salvo con el de mantener los precios bajo control".

"Pagar a los bancos por tener el dinero guardado es una medida contractiva que resulta positiva en materia de control de precios pero que es negativa y destructiva para el conjunto de la economía. Van a provocar una crisis ahora que los salarios comenzaban a recuperar poder adquisitivo sin que afectara al crecimiento", añade Sánchez Mato.

El alza de los tipos de interés oficiales, que acumula cuatro puntos en menos de un año tras más de seis bajo cero como medida para superar la gran recesión que siguió al estallido de las burbujas inmobiliarias de 2008, está provocando una mejora del negocio bancario al tirar al alza de los intereses de las hipotecas, con el euríbor rozando el 4%, y de los créditos, que llevan meses por encima de ese nivel según los datos del Banco de España.

Así, en el primer trimestre de este año los seis grandes bancos del Íbex35 ingresaron 3.600 millones de euros más que en el mismo periodo de 2022 por el margen de intereses, un caudal que sale de los bolsillos de las familias y las cuentas de las empresas, cuya financiación se va encareciendo conforme suben los tipos en una tendencia que comenzó a consolidarse en la segunda mitad del año pasado.

Esta situación se va a mantener en el tiempo, según deslizó la presidenta del BCE, Cristine Lagarde, en la conferencia de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del emisor, en la que calificó de "probable" que los tipos sigan subiendo mientras no se produzca un "cambio sustancial" en la inflación de la eurozona.

Esta sigue en 6,1% cuando el objetivo es del 2%, algo que el BCE no espera para antes de 2026 aunque países como España van a alcanzar  ese nivel en unas semanas.

"Lo que ocurra después es otra historia"

En ese escenario, y pese a la contención de los precios en la eurozona, el BCE está decidido a mantener su plan de enfriamiento de la economía europea sin reparar en los daños que esta pueda sufrir por, precisamente, la aplicación de esas recetas.

"Vamos a llegar al 2%, lo que ocurra después es otra historia", dijo Lagarde, que confirmó que "seguiremos aumentando" los tipos y que estos van a ser "tan restrictivos como sea necesario para alcanzar nuestro objetivo".

De hecho, los directivos del BCE se muestran convencidos de que su hoja de ruta es la adecuada: "Las anteriores subidas de los tipos […] se están transmitiendo con fuerza a las condiciones de financiación y están afectando gradualmente a toda la economía" europea, en la que "el endurecimiento de las condiciones de financiación es uno de los motivos principales por los que se prevé que la inflación continúe disminuyendo hacia el objetivo".

El plan, simple y sencillo, consta de dos patas principales: aumentar el gasto financiero de las familias para que su menor disponibilidad de dinero reduzca su demanda y tire a la baja de los precios y, por otro lado, elevar los costes financieros de las empresas como vía para reducir la oferta.

Eso asegura la contención de los precios, aunque con efectos secundarios: el desplome del consumo privado, que en España genera el 60% de la demanda, la activación de la rueda de la morosidad y la destrucción de empleo y de unidades productivas.

Apuntalar el sistema bancario

La tercera pata consiste en apuntalar un sistema bancario que sigue dando muestras de fragilidad al mínimo sobresalto por dos vías: el encarecimiento de la deuda pública de los Estados, que reporta elevados beneficios a la banca, y el regalo multimillonario por sacar dinero de circulación.

Esta última medida tira al alza de los intereses con un mecanismo que se basa en la comodidad: ¿para qué va a correr riesgos el banco vendiendo créditos que no sabe si recuperará cuando ese mismo dinero le renta un 3,5% en el BCE? ¿alguien se esforzaría por correr riesgos ante una disyuntiva así?

Los damnificados se localizan entre las familias y las empresas, agentes económicos a los que resulta imposible acceder a financiación con intereses inferiores a los de la Facilidad de Depósito.

En este escenario, el acceso de los particulares al crédito se ha disparado hasta el punto de que "los bancos están dando ya los créditos de consumo al 11%", destaca Antonio Luis Gallardo, economista de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufín), que llama la atención sobre cómo "la media del 8% que se sale al Banco de España viene de operaciones al 6% pero también al 12%".

"Obtener beneficio no puede ser el único objetivo"

Ocurre algo similar con las hipotecas, en las que el interés medio de las nuevas operaciones superaba el 3,6% en abril y en las que los bancos ya no ofrecen fijas por debajo del 3,4% ni variables que acaben resultando por menos del 4,8%, y con los préstamos a empresas, algunos de cuyos promedios ya rondan el 6%.

"Se está desplazando el riesgo al cliente y se está dando una restricción doble, con el banco poniendo intereses altos para cubrir su riesgo y cerrando únicamente operaciones que le den rentabilidad y con el empresario dudando de si su proyecto le permitirá devolverlo con esas condiciones", explica el economista.

En pleno acelerón del crédito al consumo, el que se pide para pagar letras, con más de 10.000 millones en cuatro meses, esa tendencia se replica en el crédito a los particulares, con una discriminación clara en perjuicio del cliente necesitado, al que se le aplican intereses más altos para dejar cubiertas en la fase inicial de la amortización las eventuales contingencias que puedan surgir más adelante.

El cuadro lo cierra una congelación de la remuneración del ahorro en la que, junto a las políticas restrictivas del BCE, confluyen un sobrante de liquidez en el que tienen mucho que ver los 100.000 millones de ahorro extraordinario que el Banco de España vincula a las restricciones por la pandemia y, también, el perfil conservador del usuario español de la banca, reacio a cambiar de entidad.

"Los bancos están muy cómodos. No tienen ninguna necesidad de actuar para obtener beneficios, pero en el siglo XXI el único objetivo de una empresa no puede ser obtener ganancias. Hay algo llamado responsabilidad social, y remunerar los depósitos sería una muestra de ella", concluye Gallardo.

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