Los consumidores se enganchan al creciente negocio del 'compre ahora, pague después'
El desarrollo de la tecnología financiera impulsa una modalidad de pago a plazos sin intereses que se ha convertido en una tendencia dominante en el comercio electrónico y minorista.
La directiva de la UE sobre créditos al consumo que entrará en vigor en 2026 pondrá bajo el foco regulatorio a las plataformas que apuestan por este negocio y a los créditos de menos de 200 euros.

Madrid--Actualizado a
Busque un producto, cómprelo y páguelo a plazos. Ese podría ser el lema de la revolución financiera digital que en los últimos años ha traído consigo un espectacular aumento de una modalidad de pago que en sí misma no es novedosa pero cuyo auge denota un cambio de tendencia no solo tecnológico, sino también cultural, sobre todo en la forma de consumir. Compre ahora, pague después (Buy Now, Pay Later, BNPL, por sus siglas en inglés) es un método de pago que en los últimos años —sobre todo desde la pandemia— está impulsando el mercado de los créditos al consumo con más de 500 millones de usuarios en todo el mundo.
Un reciente informe de The Paypers, un medio especializado en el comercio electrónico, estima que las transacciones globales de BNPL superarán los 510.000 millones de euros en 2025, con un crecimiento del 13,7% con respecto a 2024. Para 2030 esta modalidad de pago alcanzará los 800.000 millones de euros. "Es fácil observar cómo cada vez más se ofrece este método de pago aplazado en numerosas compras online y en puntos de venta presenciales", certificaba el Banco de España hace ya dos años.
Concebido para importes no muy altos, el modelo BNPL no deja de ser un pago aplazado en cuotas, pero se ha convertido en una tendencia dominante en el comercio electrónico y minorista porque da al cliente la opción de diferir pagos pequeños sin necesidad de pedir un crédito convencional ni pagar intereses. Lejos de las tarjetas de crédito, tampoco es un microcrédito.
La mecánica es mucho más sencilla: el comprador puede optar por aplazar el pago en el momento de la compra. Por regla general, se suele hacer un primer desembolso y luego el resto se abona en varias cuotas del mismo importe, durante las siguientes semanas o meses. A los comercios les viene bien aceptar este tipo de pagos diferidos aunque tengan que pagar una comisión del 3% o el 4% al intermediario: diferentes estudios señalan que comprar a plazos incrementa las ventas porque atraen a más compradores con bajos ingresos y con problemas para acceder al crédito sin comprometer su situación económica.
En España esta forma de pago se está consolidando como una solución cada vez más popular. Varias plataformas que intermedian en este tipo de pagos operan en nuestro país, pero también grandes bancos y empresas se han subido al carro en los últimos años. Por ejemplo, en 2022 el Banco Santander lanzó Zinia, su propia plataforma para diferir los pagos. Ese mismo año, Iberia puso en marcha un sistema de financiación para que los clientes que compraran los billetes en su web pudieran pagarlos a plazos.
En un contexto marcado por la digitalización, la necesidad de flexibilidad financiera y la inmediatez en su proceso de aprobación, el modelo BNPL engancha a los millennials y la Generación Z: según datos de Scalapay, una de las plataformas digitales que gestiona este tipo de pagos, el 63% de los usuarios tiene menos de 40 años.
Otro estudio de la consultora Kantar, patrocinado por FLOA, la plataforma de BNPL del banco francés BNP Paribas, sostiene que un 58% de los consumidores españoles ha utilizado alguna vez este sistema de pago y que un 40% lo utiliza de forma recurrente para financiar compras inferiores a 500 euros. En otros países europeos como Alemania y Suecia supone ya más del 20% de las transacciones en comercio electrónico. La moda, los viajes y la tecnología son los sectores donde más se recurre a este pago aplazado.
En Estados Unidos el crecimiento del compre ahora, pague después ha sido espectacular. Pero a diferencia de lo que está ocurriendo en Europa, allí buena parte de los consumidores recurren a este pago para comprar bienes de primera necesidad y para afrontar los gastos del día a día, como la cesta de la compra. Además, al otro lado del Atlántico aumenta el número de usuarios que se retrasa en el pago, según una reciente información del diario Los Angeles Times, un síntoma de la asfixia económica de una parte de las familias estadounidenses.
El factor psicológico
Pese a su pujanza, el sistema de pago compre ahora, pague después no está exento de riesgos. El Banco de España viene advirtiendo desde hace tiempo de que esta fórmula "puede provocar una falsa sensación inmediata de ahorro y, por tanto, puede generar un riesgo auténtico de sobreendeudamiento". En ese sentido, tiene su importancia el factor psicológico porque el modelo BNPL puede fomentar la compra impulsiva, advierten los expertos.
Otra advertencia del Banco de España es que esta modalidad de pago no es percibida, en líneas generales, como un crédito, por lo que el usuario "no le dedica el mismo nivel de atención a la información recibida durante el proceso de comercialización y contratación". En ese aspecto, Mercedes Olano, directora de supervisión del Banco de España, señalaba en abril de 2024 "la falta de calidad de las explicaciones ofrecidas a los clientes y la deficiente entrega de información precontractual" como los principales problemas del modelo BNPL. Aunque no es lo habitual, pueden aplicarse comisiones por impago imprevistas, gastos de gestión o recargos por demora. Además, si el cliente incumple los plazos, su deuda puede ser vendida a empresas de recobro.
El negocio del pago a plazos está basado en márgenes muy ajustados y depende de mantener tasas de impago extremadamente bajas para garantizar su rentabilidad. De momento ese nivel de impago se mantiene bajo: Klarna, uno de los gigantes de sector, informaba el pasado mes de junio de que el porcentaje de sus préstamos a nivel global que quedaron sin pagarse en el primer trimestre de 2025 fue del 0,54%, ligeramente superior al 0,51% en idéntico periodo de 2024.
Esperando a la directiva de la UE
Con más de 500 millones de usuarios en todo el mundo —y en permanente crecimiento—, la transparencia y regulación de esta modalidad de pago necesitan reforzarse, según reconocen fuentes del sector. Aunque el Banco de España apela a una "vigilancia intensa" y a un "control exhaustivo" para todo el segmento del crédito al consumo, a día de hoy existe un cierto vacío normativo en lo que respecta al compre ahora, pague después: ni la legislación española ni la actual directiva europea incluyen bajo su radar los créditos por debajo de 200 euros, por lo que muchas de las compañías que los conceden –conocidas como fintech– no informan al regulador, el Banco de España.
"Las fintech van un poco por libre", reconocen desde la Asociación Española de Banca (AEB). Pero eso va a cambiar muy pronto. Fuentes del Banco de España señalan a Público que en noviembre de 2026 va a entrar en vigor la nueva directiva europea de crédito al consumo aprobada por la Unión Europea en 2023. La nueva normativa europea amplía su ámbito de actuación a todos los contratos y modalidades de crédito al consumo cuyo importe total sea inferior a los 200 euros. Eso incluye el modelo BNPL, recuerdan esas mismas fuentes. El Gobierno ya ha iniciado los trámites para adaptar la legislación española a la europea.
El nuevo marco regulatorio va a exigir más transparencia, evaluaciones de solvencia y más protección para los usuarios. Los prestamistas y los intermediarios de crédito quedarán sujetos a un procedimiento de registro y autorización previo para poder operar. "En España estas regulaciones son esenciales para garantizar que los consumidores puedan beneficiarse del modelo BNPL sin riesgos innecesarios", concluye Alexandre Carrera Lejeune, responsable en España de FLOA.
Parece que el futuro financiero será a plazos. El informe The State of Shopping 2025 publicado por la consultora McKinsey prevé que para 2030 los métodos de pago alternativos como el BNPL y los monederos digitales representen el 82% de las transacciones online a nivel mundial, superando a las tarjetas de crédito y débito.

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