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Cuenta atrás en Tribulete 7, el bloque de Lavapiés codiciado por la inmobiliaria Elix: "Nos vemos fuera después de 40 años"

Más de 50 vecinos asisten con incertidumbre y miedo al devenir inmobiliario de su edificio, en el punto de mira de una socimi vinculada a la familia de Esperanza Aguirre dedicada a comprar y restaurar bloques que implican desalojos de los antiguos inquilinos.

José y Blanca, inquilinos del número 7 de la calle Tribulete de Madrid desde hace 40 años, en el salón de su casa.
José y Blanca, inquilinos del número 7 de la calle Tribulete de Madrid desde hace 40 años, en el salón de su casa. Público

Más de 70 años ha vivido José Santamaría en el número 7 de la calle Tribulete, en el barrio madrileño de Lavapiés. Creció entre las paredes desconchadas de los pasillos y los pequeños patios interiores de los viejos edificios del Madrid popular y humilde que, ahora, es pasto de la especulación inmobiliaria. Cuando estaba por casarse, dejó la casa de sus padres y se mudó un piso más abajo. Es el que habita ahora, desde hace ya cuatro décadas,  junto a su mujer, Blanca, que sirve el café en el pequeño salón sin ventanas repleto de fotos y recuerdos familiares.

"Cuando llegué pagaba 10.000 pesetas. El alquiler ha ido subiendo lo que subía el coste de la vida. Ahora es de 320 euros. Nunca hemos tenido problemas con los caseros, ni con el padre ni con los cuatro hijos, que heredaron el bloque entero. Tampoco se preocupaban mucho, porque todas las reformas han corrido a cuenta nuestra", despacha José en el butacón esquinero. Ellos cambiaron el suelo, alicataron la cocina, remodelaron el cuarto de baño y adecentaron todo lo que pudieron el pequeño apartamento de 50 metros cuadrados en el que criaron a la familia. "Lo que pase ahora... La verdad es que no tenemos muchas esperanzas. Al final nos van a echar, sean estos u otros. Nos vemos fuera de nuestra casa 40 años después", aventura el todavía inquilino.

Los unos o los otros que menciona son ese enjambre de inmobiliarias, socimis y fondos de inversión que llevan zumbando en Madrid y en España desde que estalló la burbuja inmobiliaria y los alquileres comenzaron ser el gran motor de los beneficios extraídos con la vivienda. La España en la que siete de cada diez compraventas de casas se pagan a tocateja, sin hipoteca de por medio, deja claro que quien compra no lo hace para vivir, sino para rentabilizar. Los beneficios de unos –muy pocos– se traducen en la quiebra de otros –casi todos–, pero así es la ley del mercado. José y Blanca lo saben bien y están atentos, porque esa ley puede dejarlos, como a los más de 50 inquilinos de su bloque, en una situación más que delicada ya en sus años de modesta jubilación.

La amenaza de Elix Rental Housing 

La firma que patrocina su ansiedad es ya una vieja conocida para inquilinos de bloques desalojados al completo en Madrid y Barcelona. Se llama Elix Rental Housing, participada por Claudio Aguirre, primo de la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, y se dedica a la compra, rehabilitación, alquiler y venta de viviendas. La socimi ya tiene en pie de guerra a los vecinos de un edificio de la calle Galileo, en el barrio de Chamberí, que ha comprado entero y se dispone a vaciar mediante la negativa a renovar alquileres.

Su siguientes pasos recorren los barrios de Tetuán, Ciudad Lineal, Canillejas y este de Lavapiés, donde se dispone a adquirir sendos bloques con las misma intenciones. "Aquí nadie ha dicho nada, pero nos lo vemos venir porque hay rumores", sentencia María Jesús González, zapatera de profesión, aunque con los días ya contados. Es la tercera generación que regenta uno de los dos locales en los bajos del bloque, y vería con miedo el porvenir si no fuera porque el cartel de "liquidación" ya está colgado en su escaparate. "El comercio minorista, al menos de zapatos, está abocado al fracaso en los tiempos actuales. No puede competir con las grandes cadenas", explica desde el mostrador.

María Jesús González regenta la zapatería de la Calle Tribulete de Madrid, la tercera generación que lleva el negocio, actualmente en liquidación.
María Jesús González regenta la zapatería de la Calle Tribulete de Madrid, la tercera generación que lleva el negocio, actualmente en liquidación. Público

María Jesús fue la primera en darse cuenta de que algo se cocía con la propiedad del edificio. "Un día me llamaron del Sindicato de Inquilinas de Madrid y me dijeron que esta finca figuraba en los papeles de una posible venta. Todo me cuadró, porque semanas antes ya vi movimiento de personas bien vestidas, con trajes elegantes, subiendo y bajando las escaleras", apunta.

"Mi plan era jubilarme aquí, pero no contaba con lo que se viene encima", dice un vecino

Migue Ángel Rodríguez, vecino de uno de los bajos, creyó que los desconocidos que se encontraba en el rellano de vez en cuando eran técnicos que revisaban el estado del edificio. "Pensé que nos iban a arreglar las humedades, pero fíjate", comenta. "Nadie nos ha explicado nada todavía. Ni los caseros actuales ni los futuros. Estamos pendientes de que se cierre la compra, pero viendo el historial de Elix no hay muchas dudas de que nos tendremos que ir a otro sitio. No sé a dónde, porque los precios están imposibles. 800 euros por un piso pequeño en las afueras, 400 o 500 por una habitación...", enumera.

"Yo tengo 58 años, trabajo en una empresa de seguridad privada y gano 1.100 euros al mes", describe. Ahora paga 400 euros por una casa vieja, desgastada, sin calefacción y con humedades en la que vive desde 2012. "Tampoco pedía más. Mi plan era jubilarme aquí, pero no contaba con lo que se viene encima", confiesa. 

Miguel Ángel Rodríguez, de 58 años, en su vivienda de la calle Tribulete, 7 de Madrid, en riesgo de desahucio por la futura compra del bloque por la socimi Elix Rental Housing.
Miguel Ángel Rodríguez, de 58 años, en su vivienda de la calle Tribulete, 7 de Madrid, en riesgo de desahucio por la futura compra del bloque por la socimi Elix Rental Housing. Público

A falta de comunicación oficial, casi todos los vecinos ya se están organizando para el día después de la venta. De algunos balcones ya cuelgan sábanas con lemas contra la operación. Hay carteles en las calles denunciando que el bloque tiene los días contados, y el Sindicato de Inquilinas ya se reúne periódicamente con los vecinos. "Nos gustaría poder quedarnos, renegociar la situación con los nuevos dueños, y esperamos conseguir algo si estamos unidos", dice Blanca, que no pierde la sonrisa.

"Lo que se venden son más que paredes, son vidas enteras a las que nadie va a dar una solución", apunta una vecina

"La verdad es que estas cosas las ves en las noticias todos los días, pero nunca crees que te va a tocar a ti", añade Blanca, como si hablara de una enfermedad sobrevenida. "Ya pasó en Argumosa, 11 y la cosa es parecida en otros edificio de calle Salitre y Zurita. El problema es que no se venden solo edificios y paredes, sino lo que hay dentro, que son vidas enteras, vidas ajenas a las que nadie va a dar una solución", apostilla la vecina, que les ha vendido zapatos desde hace décadas.

La incertidumbre también tiene en vilo a Santiago Beitia, que desde hace 31 años regenta la icónica tienda de cómics El Coleccionista en el otro local del edificio. "Ya no es la casa, es que yo y mi familia vivimos de esto, de esta tienda", dice. "Una cosa es que te echen porque no puedes pagar, pero otra es que te echen sin deber nada. Y tengo razones para desconfiar, porque no nos están diciendo absolutamente nada y saben que hay rumores. Conocemos a los caseros de toda la vida, tienen nuestros teléfonos, pero aquí nadie dice nada", lamenta.

Santiago Beitia, propietario de la conocida tienda de cómics 'El Coleccionista', en la calle Tribulete de Lavapiés.
Santiago Beitia, propietario de la conocida tienda de cómics 'El Coleccionista', en la calle Tribulete de Lavapiés. Público

Santiago paga 1.200 euros al mes por el alquiler del local y sabe perfectamente que ese precio no lo va a encontrar ni la misma calle ni en el mismo barrio y, si se apura, ni siquiera en la ciudad. "Mi tienda es de las pocas que quedan y es una referencia. Forma parte de la historia del barrio y de la ciudad. No es cualquier cosa, es una vida entera dedicada a esto y ahora está peligro", explica con serenidad. "De nada sirve estar nervioso, porque los días están contados igualmente", apunta. Solo espera poder negociar, si es que se efectúa la venta, un precio no demasiado abusivo.

"Los dueños tienen todo el derecho a vender, eso está claro, pero creo que lo inquilinos, que llevaos aquí desde siempre, también tenemos algún derecho. Y me preocupa, porque hemos visto ya en varios ejemplos en el barrio cómo los inquilinos pierden siempre ante las grandes empresas y fondos, que son los únicos que ahora mismo tienen dinero y posibilidades para comprar en el centro de Madrid", critica.

De momento harán ruido, todo el que puedan, en un barrio acostumbrado a las protestas contra la gentrificación rampante y la voracidad de los pisos de alquiler turístico que han invadido todas sus calles en pocos años. Por el momento han organizado una tarde conciertos simultáneos en las viviendas del bloque para visibilizar el conflicto que se avecina. Flamenco, cumbia o jazz la tarde del próximo sábado para hacer piña y que su caso se conozca de una forma más agradable y directa que una sábana con letras rojas en la que señalan a Elix.

 

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