La inflación mantiene el periodo alcista que comenzó en marzo de 2021 y que sólo ha logrado moderarse en enero. La subida en el precio de los alimentos y de la electricidad la ha elevado en julio hasta situarse en el 10,8%. Una cifra insólita desde 1984 que consolida un nuevo récord, según el indicador adelantado publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Se trata de un dato estimado que deberá confirmarse (o no) el próximo 12 de agosto y que, de mantenerse, supondría un aumento de la inflación de seis décimas en su tasa anual, ya que en el mes de junio esta variación fue del 10,2%.

Esta evolución se ha debido, además de encarecimiento de los alimentos y bebidas no alcohólicas y de la electricidad (que se abarató hace un año), a las menores rebajas de vestido y calzado. Todo ello, pese al descenso de los precios de los carburantes.

Si se prescinde de los elementos más volátiles de la cesta de la compra, la inflación subyacente se sitúa en el 6,1%, también seis décimas por encima del dato del mes pasado. Fuentes del Ministerio de Economía han considerado que se trata de "un fenómeno global y una de las principales consecuencias de las tensiones geopolíticas", que están generando "un incremento continuado de los precios". Mientras que algunos economistas sostienen que la especulación financiera también está teniendo algo que ver.

Para enmendar la coyuntura macroeconómica, el Banco Central Europeo ha subido un 0,5% los tipos de interés, con la esperanza de que un enfriamiento de la economía reduzca los precios. El razonamiento consiste en el supuesto de que si la gente tiene que pagar más, se endeudará menos, por lo que habrá menos dinero en circulación, caerá la demanda y se reducirá la inflación. 

Por su parte, el Gobierno dirigido por Pedro Sánchez ha aprobado una serie de medidas anticrisis que pretenden mitigar los efectos de este encarecimiento de la vida generalizado.