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Los negocios que contratan a mayores de 50 años, uno de los colectivos más castigados por el paro

En mitad de la crisis provocada por la pandemia, cada vez más establecimientos apuestan por la experiencia de los trabajadores senior, un colectivo especialmente castigado por el desempleo.

Imagen de archivo de una oficina de Empleo. - EFE
FIla de desempleados frente a la oficina del INEM. EFE/Archivo.

Hay un momento en que la experiencia, cuya ausencia es el primer obstáculo que tienen que salvar los jóvenes recién llegados al mercado laboral, se vuelve en contra. A partir de cierta edad, a ojos de muchos reclutadores, los años acumulados, los logros conseguidos durante toda una vida, el talento y las ganas de innovar en un sector que carece ya de secretos palidecen ante una realidad sencilla: el número que marca la edad en el DNI.

Los trabajadores que sufren los prejuicios de quienes identifican superar la cincuentena con agotamiento laboral quedan atrapados en el limbo: son demasiado jóvenes para jubilarse pero demasiado mayores para que las empresas apuesten por ellos. Así lo sintió el catalán José Aguilera, que ha trabajado toda su vida en el sector de la hostelería, más concretamente en servicios de catering: "Pensé que se me acababa el mundo después de cumplir 50 y llevar en el paro dos años".

Llegó un punto en que, para él, lo más importante no era ya el salario o el cargo que le ofrecieran. Solo quería sentir que valía para seguir trabajando. Sin embargo, en todas las entrevistas de trabajo, siempre la misma respuesta: "Tienes el perfil, pero no te ajustas a lo que estamos buscando".

Con el tiempo, se convenció de que aquello era una manera más que tenían los responsables de recursos humanos de decirle que, con su edad, no tenía nada que aportar. Desesperado, conoció a través de las redes sociales una plataforma llamada Job50. En ella, su director, Santiago Bernet, se compromete a tratar de encontrar empleo a mayores de 50 años en un plazo de tres meses a través de una metodología que, asegura, ha resultado exitosa en ocho de cada 10 casos. "Es muy importante instruir a las empresas en que la experiencia laboral de las personas es algo que debemos atesorar, como se hace en los países nórdicos. ¿Por qué en España prescindimos de ella sin más?".

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, dados a conocer por el INE este jueves, el paro total en España ha bajado en 127.100 personas, con lo que la tasa de paro desciende del 15,26% al 14,57%. De esta manera, el número total de parados se sitúa en 3,4 millones, tras recortarse en 306.200 desempleados en el último año. Por el contrario, el número de parados sube en 65.500 entre los de 55 años y más.

A pesar de la buena tónica general, ha aumentado en 118.200 el número de desempleados en esta franja de edad, lo que revela que el mercado laboral español sigue despreciando el talento de los trabajadores con más experiencia.

Empresas que no cierran sus puertas a los mayores de 50

Pero toda dinámica tiene su respuesta. En España, en los últimos años se han dado a conocer cada vez más casos de empresas como el del restaurante El Brillante, famoso por sus bocatas de calamares servidos en el corazón de Atocha, en Madrid. Llenos cada día hasta la bandera, hace unos años se dieron cuenta de que buena parte del éxito del negocio dependía de la rapidez de los camareros, y de que esa celeridad, al contrario de como creen muchos hosteleros, depende más de tener una mente rápida capaz de anticiparse a los problemas que de correr mucho una vez se producen.

El catalán José Aguilera en búsqueda de empleo después de los 50.
El catalán José Aguilera en búsqueda de empleo después de los 50.

Dicho de otra manera, les eran más útiles los camareros que, tras décadas tras la barra, ya se las sabían todas, que los empleados de piernas y brazos jóvenes. Tomaron una decisión radical: solo iban a contratar a personas de más de 50 años. Uno de los empleados del local es Jesús García, que a sus 50 años acumula ya 10 trabajando en El Brillante. De las 35 personas que trabajan en el bar, calcula, solo ocho tienen menos de 50. La última incorporación a la plantilla ha sido un hombre de 53 años que recientemente utilizó el altavoz de Telemadrid para pedir trabajo tras un año en paro.

El Brillante no está solo en su hallazgo. El Bar del Paseo en Guadalajara es especialmente apreciado por los viajeros que paran en él para comerse una ración de oreja. Su dueño, Ignacio Gumiel, de 52 años, lleva gestionando el negocio toda su vida. Desde hace unos años, ha decidido que solo quiere contratar a personas mayores de 50. "Es gente que se implica mucho más, es más proactiva y entienden mejor la vida y las responsabilidades que conlleva este trabajo", afirma.

"Antes, contrataba a gente más joven, pero ahora que tengo más experiencia, me gusta más la gente más mayor. Sé que no me van a fallar", explica Gumiel, que da un ejemplo de por qué opta por los séniors: "Por ejemplo, hace poco contraté a un camarero de 50 años. Es lo mejor que he hecho por mi negocio, trabajando con él me siento en familia".

De un modo parecido, en el grupo de residencias de mayores Avivir tienen convenios con los Ayuntamientos para contratar personas en riesgo de exclusión laboral. En sus 21 residencias, en donde tienen 3.483 plazas y cuentan con 2.218 trabajadores, el 40% de la plantilla tiene más de 50 años.

La Fundación Endesa tiene una iniciativa, Generación Savia, en la que más de 30.000 personas sénior han encontrado un lugar para volver a creer en ellos mismos en su búsqueda de trabajo. "Queremos promover un cambio cultural sobre un colectivo que ha sido desvinculado prematuramente de sus trabajos", afirma la directora de proyectos de Fundación Endesa, Gloria Juste.

A Carmen Morando, de 52 años, el programa de Generación Savia le ayudó a volver a creer en sus capacidades y encontrar trabajo. Estudió Económicas y trabajó en el Banco Santander durante 24 años. Sin embargo, en 2019 se quedó en la calle en un ERE con el que la compañía prescindió de más de 3.000 empleados. "Yo tenía muchísimo miedo de no encontrar trabajo, pero la necesidad te obliga a moverte", afirma Morando, que aconseja incluso utilizar ese miedo como motor.

Durante la pandemia, por ejemplo, aprovechó para hacer todos los cursos, formaciones y networking que pudo para exprimir el programa formativo: "Decidí volver a empezar, y para eso tuve que formarme muy bien", cuenta. Ahora tiene un contrato como autónoma en una fundación donde trabaja como asesora.

Otro caso lo compone la empresa madrileña Ibérica Envases, que se dedica a distribuir envases a farmacias y laboratorios desde hace siete años. Para su directora, Amaranta López, de 34 años, contratar personas sénior nunca fue una prioridad. Sencillamente, le parecía que todas las edades eran válidas. Fueron los años dentro del negocio los que le han hecho centrarse en contratar a personas mayores de 50 años por la experiencia y la estabilidad que aportan a la empresa. "Queremos ampliar la plantilla ahora, y quiero que las personas que contratemos sean mujeres y mayores", afirma López sin el menor atisbo de duda.

El impacto psicológico del desempleo: síndrome de invisibilidad

El factor psicológico también debe ser tenido en cuenta cuando un desempleado pide ayuda. Los más mayores tienen las estadísticas en contra. El 83% de los responsables de recursos humanos no ha contratado a nadie mayor de 55 años en el último año, y el 40% admite que la edad le genera dudas a la hora de considerar a alguien apto para el desempeño de un puesto, según un estudio de la Fundación Adecco.

El hecho de perder el trabajo tiene consecuencias, y no solo por la falta de recursos económicos. "Todo despido provoca frustración. Si además lo hacen por una razón de edad, esto va a poner en juicio las capacidades profesionales de la persona", explica la directora del centro de psicología y psicoterapia Elijo, Sonia Muñoz.

Estas consecuencias las explica el profesor de Psicopatología de la Universidad de Murcia, José Buendía, en su libro El impacto psicológico del desempleo, en el que plantea lo que se conoce como el Síndrome de Invisibilidad. El concepto sirve para definir la situación de una persona que ha perdido el trabajo y siente que el resto de la sociedad la ignora: sencillamente, no la ven, no vale ya para la sociedad. Ante la invisibilidad, dicen los expertos, no hay mejor remedio que volver a sentirse útil.

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