"Tengo 30 años y 60 habitaciones en alquiler": cuando la vivienda se convierte en un obsceno espectáculo mediático
'Influencers' dedicados al 'coaching' del negocio inmobiliario copan platós, portadas y 'feeds' de redes sociales promocionando el rentismo como una suerte de profesión.

Madrid--Actualizado a
Comprar, parcelar, alquilar por habitaciones y repetir. La receta del suculento negocio inmobiliario. Al alcance de cualquiera que no le tenga miedo al éxito. "Con este sistema, tengo ya 60 habitaciones en el mercado, que alquilo por un precio de entre 400 y 800 euros cada una", refiere Ramón Serrano, emprendedor del sector. "Los precios los pone el mercado. Si el inquilino los acepta, será porque los puede pagar", continúa cubriéndose las espaldas el también consultor inmobiliario.
"A cambio, yo le doy la garantía de no maltratarlo. Así, las dos partes salen ganando", concluye el tertuliano. Inquilinos y propietarios. Los primeros ganan subsistiendo; los segundos haciendo negocio con las vidas de los primeros. La intervención de Serrano surte el efecto esperado entre el resto de colaboradores. Aplausos y aprobación por un lado. Escepticismo y manos en alto por el otro. En cualquier caso, ha conseguido su objetivo. Colocar el rentismo en el centro del debate. Como una opción de negocio más.
La escena se vivió en el plató de Y ahora Sonsoles, de Antena 3, hace apenas un par de semanas. Con una media de 797.000 espectadores conectados a lo largo de sus tres horas de emisión. Todos ellos dándole vueltas a una idea: la rentabilidad de la vivienda como activo de inversión. "En los últimos dos años, hemos asistido a la proliferación de nuevos actores dentro del asalvajado mercado de la vivienda. Nuevas fórmulas y personajes en los que la especulación ha encontrado una manera de perpetuarse", advierte Alejandra Jacinto, abogada especializada en vivienda del Centro de Asesoría y de Estudios Sociales (CAES).
Ya no son solo los bancos, las socimis o los fondos de inversión. "Ha nacido una nueva especie dentro de la fauna de la especulación inmobiliaria, los inmobros", sostiene la letrada. Influencers dedicados al coaching del negocio inmobiliario que copan platós, portadas y feeds de redes sociales normalizando el rentismo como una suerte de profesión. Como la clave de la realización personal.
Alejandra Jacinto, abogada: "La especulación ha encontrado nuevas fórmulas y personajes con los que perpetuarse"
MasterClass en el arte de la especulación
Lo primero es hacerte tu "carterita de inversores", explica César Rivero, consultor inmobiliario, a través de un vídeo publicado en sus redes sociales, entre las que acumula casi 300.000 seguidores. Junto con los inversores, es importante afianzar relaciones con otros actores del sector: agentes inmobiliarios, despachos de abogados o empresas de desokupación. "Son tus proveedores, las personas con las que te vas a conectar para detectar oportunidades", desarrolla el asesor.
Pero la verdadera clave llega en el segundo paso. Comprar barato, "con descuento". Optando por viviendas "problemáticas", aclara el experto. Pisos que se subastan barato como resultado de una ejecución hipotecaria, atrapados en disputas por una herencia familiar, en mal estado o en situación de okupación. "Hay que verlo como una oportunidad. Cuantos más problemas tenga esa vivienda, mayor será el descuento que puedas conseguir", aconseja el inversor. Y mayor la rentabilidad que le acabarás sacando al inmueble. Un negocio redondo. Tercer paso: elegir bien la zona. Barrios emergentes, sugiere Rivero. Con posibilidades de crecimiento (y de su consiguiente encarecimiento). Último paso: adquirir el piso, una pequeña reforma y a facturar.
"Es un discurso muy perverso, de principio a fin", valora Jacinto. Primero porque son mensajes anclados en la falacia de la meritocracia. "Te venden la idea de que cualquiera puede convertirse en rentista y vivir de esos ingresos pasivos", comenta la abogada. Utilizando como anzuelo su historia de éxito personal. Se comprueba fácilmente en sus propios videos. "No necesitas dinero para hacer este tipo de operaciones, eso es lo bonito", asegura Rivero en una de sus publicaciones que más visualizaciones acumula de Instagram.
"Recomiendan prácticas que en muchos casos son directamente delictivas, formas de acoso inmobiliario"
Pero el mayor peligro es la forma en la que desvirtúan la concepción de la vivienda como derecho. Como espacio para vivir. Convirtiéndola en el activo de moda. En las nuevas criptomonedas. Y legitimando la salida de vivienda del mercado residencial. "Prefieren optar por el mercado vacacional, de habitaciones o de temporada, del que igual pueden sacar 200 veces más rentabilidad. Les rige la lógica del beneficio", resume Jacinto. Modalidades de vivienda que, como bonus, escapan a la regulación de las normativas más garantistas con los derechos del inquilino: la Ley de Vivienda y la de Arrendamientos Urbanos.
Serán nuevos actores, pero no por eso renuncian a las tácticas habituales de la especulación. "Recomiendan prácticas que en muchos casos son directamente delictivas, que suponen diferentes formas de acoso inmobiliario", denuncia la abogada. Amenazas, intimidación, episodios de violencia. "Por ejemplo, se presentan en tu casa y te ofrecen cantidades irrisorias de dinero o contratan los servicios de intermediación de algún grupo de desokupación", enumera Jacinto. Con un único objetivo: que te marches. Y es que la mayoría de las casas en el radar de estos nuevos inversores están habitadas. Tienen bicho dentro. "Este es el nivel del argot que utilizan los neorrentistas", señala la letrada especializada en vivienda. "Al final, viven de parasitar las situaciones de vulnerabilidad de los demás".
Profundizando la criminalización y el discurso del miedo en torno a la figura del inquilino. Siempre bajo la sospecha de convertirse en inquiokupa. De arruinar el negocio. Sobre todo en los barrios más humildes. "La mayoría de casos se producen en las periferias de las grandes ciudades o en municipios donde los índices de desigualdad son muy altos, como Parla o Getafe", corrobora Jacinto.
Leticia Rodríguez, investigadora: "Este tipo de perfiles empieza comprando publicidad y seguidores, aumentando exponencialmente su alcance y visibilidad"
"Los inmobros son una figura en emergencia a la que hay que ponerle la lupa. Representan una profesionalización del rentismo con un discurso completamente viciado de lo que significa ser un emprendedor y una persona hecha a sí misma. De lo que significa tener éxito. Cuando lo que subyace a todo su fachada es la especulación pura y dura", estima la letrada. "Hay que pararles los pies", agrega. Cortarles los micrófonos. Expulsarles de las grandes cabeceras y del prime time de las cadenas de televisión.
¿Por qué triunfa en redes el discurso del neorrentismo?
"No es un perfil exclusivo del sector inmobiliario", responde Leticia Rodríguez, investigadora y profesora de Relaciones Públicas en la Universidad de Cádiz. Al revés. Se repite en muchos otros ámbitos. La inversión financiera, la salud, la belleza, la moda, el entrenamiento personal... "La estrategia de comunicación es básicamente la misma. Una combinación de la capacidad publicitaria que ofrecen las redes y las técnicas de propaganda clásicas", amplía la docente. Como la simplificación del mensaje, su vulgarización. "Para que parezca que cualquiera con tres tips puede hacerse rico, ser guapo y mejorar su vida", explica Rodríguez. Es lo que vende, las historias de éxito.
Otro ingrediente fundamental: el algoritmo de las redes. "Siempre va a premiar discursos polarizantes, discursos extremos, que son los que generan más interacciones sociales, tanto positivas como negativas", apunta la experta en comunicación. Interacciones que muchas veces ni siquiera son orgánicas. "Este tipo de perfiles suele empezar comprando publicidad y seguidores, aumentando exponencialmente su alcance y visibilidad", razona Rodríguez.
Jacinto: "Ni el rentismo es una profesión, ni la vivienda un activo financiero"
Hasta que consiguen dar el salto a los medios tradicionales de comunicación, donde se presentan como pseudoexpertos de su sector. Sin ningún tipo de formación específica o experiencia profesional que les avale. "Viven de su imagen, del gancho persuasivo que les da ese aura de éxito que han sembrado en redes. De la legitimidad que les confiere su volumen de seguidores", sentencia la investigadora.
Ury Vice, Pau Antó, José Muñoz... Cada vez son más y cada vez tienen más impacto en la opinión pública. Sobre todo entre los más jovenes. Eso sí, más en ellos que en ellas. "La forma de poner coto a estas prácticas es promover una fiscalidad que las penalice", apunta Jacinto. "Para que deje de salir tan rentable especular con un derecho básico como la vivienda", ahonda la letrada. Sin olvidar una regulación efectiva de los modelos del alquiler turístico y de temporada. "Que quede claro: ni el rentismo es una profesión, ni la vivienda un activo financiero", sentencia la abogada.

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