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Joseba Azkarraga, portavoz de Sare: "El CNI me siguió por mi actividad a favor de los derechos de los presos vascos"

Joseba Azkarraga
Joseba Azkarraga, portavoz de la red ciudadana Sare, en una imagen de archivo. EFE

El escándalo del 'caso Pegasus' no termina de sorprender a Joseba Azkarraga. El exconsejero de Justicia del Gobierno Vasco en los años de Juan José Ibarretxe y actual portavoz de la red ciudadana Sare –creada para reivindicar un cambio de rumbo en la política penitenciaria– conoció en carne propia el seguimiento de los servicios de inteligencia españoles, aunque su historia tuvo una peculiaridad: llegó a enfrentarse cara a cara con los agentes del CNI que le perseguían.  

¿El  CNI hizo seguimientos contra usted? 

Sí, a mí me siguieron por mi militancia en la red Sare. Hay que recordar que en enero de 2015, tras la manifestación que hicimos en Bilbao, la Guardia Civil nos quitó toda la recaudación. Por cierto, seguimos sin saber qué pasó con eso. Lo cierto es que a partir de ahí se inició un seguimiento por parte de la Guardia Civil y, en este caso, por parte del CNI.

¿Qué ocurrió? 

Un día de junio de 2015, mi hija me acompañó andando hasta la sede de Sare en Gasteiz. Al salir, me doy cuenta que había dos tíos jóvenes que se quedan quietos. Seguimos andando hasta la parada de la tranvía, y veo que uno de ellos se acerca. Nos íbamos a bajar en la última parada, pero decidí hacer una prueba, por si acaso eran elucubraciones mías: a la altura del Parlamento Vasco le dije a mi hija que me iba a bajar allí. Entonces bajé del tranvía, y él también. Me volví a meter rápidamente; él también. Entonces decidí llamar a un número de teléfono que me habían dado cuando dejé el cargo de consejero de Justicia del Gobierno Vasco. 

¿Ese  número de teléfono era de la Ertzaintza? 

Sí. Cuando finalizó la etapa en el Gobierno Vasco, la Ertzaintza nos proporcionó un número de teléfono determinado a quienes dejábamos los cargos institucionales para que pudiéramos llamar si en algún momento veíamos algo extraño.

¿Qué pasó entonces?

Vinieron unos ertzainas de paisano a la última parada del tranvía, donde nos bajamos. Les indiqué quiénes eran los hombres que me perseguían, que en ese momento se habían sentado en un banco. Los ertzainas me pidieron que hiciera un recorrido determinado para ver si me seguían, y así fue. Entonces los policías fueron donde ellos. Escuché que los ertzainas les preguntaron quiénes eran, y ellos dijeron que eran "compañeros", que eran del CNI y que estaban haciéndome un seguimiento. Los ertzainas tomaron nota de la situación y me informaron lo que ocurría. 

¿Usted qué hizo?

Seguí caminando hasta el domicilio de mi hija. Ahí me encontré otra vez a los dos hombres, al lado de un hipermercado. Fui donde ellos. Les dije que me había dado cuenta que me estaban siguiendo desde el primer momento, que lo hacían bastante mal y que igual se tenían que presentar a los exámenes de septiembre. Se quedaron un poco cortados. Luego me dijeron que el que ríe último ríe dos veces. Unos días antes había visto también que una chica se quedaba constantemente mirando cuando salía de casa. Era bastante evidente. Hasta cierto punto, creo que igual buscaban que me diera cuenta que estaba bajo seguimiento. 

¿En alguna ocasión alguien le doy una explicación sobre lo sucedido?

No, nunca. 

¿Ha habido un interés especial del CNI en las actividades relacionadas con los presos, como la que usted lleva a cabo en Sare?

Sí, sin duda. Estamos bajo la lupa. De hecho, este mismo año se han filtrado conversaciones que tuve con los presos en las cárceles. Son cosas que nada tienen que ver con el funcionamiento de un estado democrático. No puede ser que una parte importante de la ciudadanía esté criminalizada por sus actividades legales.

¿Cómo se produjeron esas filtraciones?

Como las comunicaciones con los presos siguen aún intervenidas, todas ellas son grabadas. Esas grabaciones se envían normalmente al Ministerio del Interior, y ahí hay unos guardias civiles encargados de escucharlas. En mi caso, se filtraron a un medio digital. A los dos meses, a raíz del seguimiento al expreso Antton López Ruiz, se le interviene el móvil y se recuperan todas las conversaciones que yo había tenido con él en mi calidad de portavoz de Sare. 

Todo esto ha ocurrido en un momento en el que usted y otras personas buscan precisamente consolidar el escenario de paz y la normalización de la situación de los presos...

Sí, lo que pasa es que en las cloacas del Estado también puede haber mucho interés en que no se sigan dando pasos en positivo. 

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