El cineasta irlandés Lorcan Finnegan se siente "muy raro". Desconcertado, le alarma un poco haber retratado tan certeramente, hace ya bastantes meses, un futuro próximo que hoy es la inesperada realidad del confinamiento global. Su película Vivarium se estrenó en Cannes del pasado año, nació como respuesta al capitalismo, el consumismo extremo, la codicia y la agresión a la naturaleza. Hoy es una alegoría espeluznante, por sus paralelismos, con la crisis planetaria del Covid-19.

Con su película se cumple a rajatabla la idea del cine como manifestación de nuestras ansiedades. Protagonizada por Jesse Einsenberg e Imogen Poots, e inspirada en It’s a Good Life, el relato de Jerome Bixby, la película es el espejo de la vida de cada uno de nosotros hoy. "Es una especie de predicción del mundo que vamos a vivir", confiesa Finnegan.

Una pareja se plantea comprar una casa. Un agente inmobiliario les acompaña a una urbanización de casas unifamiliares idénticas. De pronto, han quedado atrapados en ese barrio uniforme, un laberinto de casas de color verde hospital del que parece imposible salir y en el que no hay nunca nadie por las calles. La comida y productos básicos aparecen en su puerta por las mañanas. También aparece una caja con un bebé. Un niño que a medida que crece produce un grito insoportable para pedir comida e imita todo lo que hace la pareja.

No solo eso, en Vivairum, en el universo reducido de esa casa, uno de los personajes desarrolla una tos seca, hay un libro con ilustraciones de una esfera que se parece demasiado a la imagen que vemos cada día del virus, hay bolsas para cadáveres… y la naturaleza no existe. Las nubes son como imágenes generadas por ordenados, no hay viento, no existe la brisa… los personajes están definitivamente confinados en una trampa mortal. Estrenada en cine en otros países, en España se estrena online en salavirtualdecine.com.

¿Qué siente al haber hecho una película de un futuro en el que estamos ahora?

Es extraño. En general las películas son manifestaciones de una inconsciencia colectiva. Muchas personas piensan en algo y por algún motivo conectan los distintos puntos y llega alguien y hace una película. Es como si existiera una red en toda la humanidad.

Usted la hizo para el cine, pero en España, por ejemplo, se estrena online…

…Ya. Por un lado, está bien que la gente pueda ver la película en casa, porque está dentro del conflicto, hay un enorme paralelismo con la situación actual. La película se hizo para ser proyectada en cines, pero no sé… es una especie de predicción del mundo que vamos a vivir. Antes del aislamiento la película se pudo estrenar en cines y se vivió la experiencia de verla en grupos.

En esta situación ¿va a dar más miedo o menos la película?

Espero que sirva un poco de consuelo, aunque también de un poco de miedo, pero que el de la realidad no sea tan malo como el que provoca la película.

Antes del Covid-19 la crítica decía que era una metáfora de la pareja, ¿no es más, alegoría de la banalidad de las ambiciones burguesas?

Sí, eso es más preciso. Es verdad que hay gente que piensa que la película habla de la maternidad, los hijos, el matrimonio…, pero en realidad trata más de lo que es la sociedad y el capitalismo del consumo. Vivarium nació de una situación que estaba en un punto de inflexión, me refiero a los objetivos capitalistas y al consumismo extremo y a la codicia. Parecía que iba a romperse de un momento a otro y, de alguna manera, lo ha hecho. El sistema se ha vuelto insostenible. Este sistema nos empuja a ir hacia eso, casarse, formar familia, tener una casa… como si fueran cosas que tienen que desear, aunque al final sea siempre muy aburrido. La hipoteca para una casa en la que en realidad no quieren vivir… Hay muchas otras cosas.

Para las personas que persiguen eso con anhelo, tal vez es difícil pensar que hay otras cosas.

Pero las hay. Hay muchas cosas muy buenas y este virus pone en perspectiva muchas cosas. Ahí tenemos a la naturaleza. Si nos la cargamos, en la película se ve lo que tendremos alrededor, un mundo artificial. Si seguimos de espaldas al mundo natural, no creo que podamos sobrevivir. La película ofrece una alternativa, la nueva generación, esa niña que dice que no le gusta cómo son las cosas. La vida es corta, deberíamos amarnos más y a lo mejor esa nueva generación nos empuje en una dirección diferente que esté menos obsesionada con el capitalismo y el consumo.

¿La situación que estamos viviendo puede, según su opinión, empezar a debilitar el sistema de consumo capitalista?

Sí, me gusta pensar que sí. Estamos viviendo un momento distinto y después de él no vamos a ser iguales. Las cosas que nos parecían importantes ayer van a ser irrelevantes luego. Y al revés, ahora habrá cosas que nos parezcan mucho más interesantes. El capitalismo es el motivo de que esto haya sucedido. Los hábitats naturales, los bosques, los murciélagos… quizás son los primeros signos del cambio.

Entonces, ¿usted comparte la teoría de la selección natural?

Sí, más o menos. He visto muchas teorías sobre esto en Internet. Y sí, me parece que esto es algo que está sucediendo para restaurar el equilibrio.

En la película, el personaje del niño es intencionadamente estridente, pero en el fondo no se aleja mucho de lo que es un hijo los primeros años ¿no?

Probablemente, todo es un arquetipo de lo que pesamos como la familia nuclear. Todo, las casas son también como un dibujo hecho por un niño… Potencialmente… Sí, la llegada de un niño a una familia es más o menos así.