Este artículo se publicó hace 12 años.
El clamor en las calles que los políticos tuvieron que escuchar
Aunque el sistema no ha cambiado de arriba abajo, los indignados han incidido en la agenda política con sus propuestas de mayor transparencia en los partidos o su rechazo a la corrupción
Querían resetear el sistema, cambiar la política y a los políticos. Ha pasado un año, y el sistema sigue en pie, la política no ha sufrido una revolución total y los políticos, la clase política, tampoco.
Entonces, ¿el 15-M fracasó en su grito contra el establishment político? No, claro que no.
"No somos mercancías en manos de políticos y banqueros". La proclama fundacional del 15-M sigue siendo, en esencia, válida. El movimiento ha removido a las calles, ha servido para repolitizar a la ciudadanía, para introducir temas en la agenda política, para desplazar el foco de los discursos, para materializar (tímidamente) algunas demandas del movimiento. Sin embargo, el sistema no ha cambiado de arriba abajo, ni los partidos y sindicatos han procedido a ceder sus estructuras internas para hacerlas más porosas, ni la democracia ha recuperado por ahora las riendas de la economía. La hoja de máximos no se ha conseguido, cierto. Pero el camino sí ha merecido la pena. Y mucho. Nada es exactamente igual a como era hace un año. La huella del movimiento, mayor o menor, se deja sentir, su peso no ha pasado desapercibido. Y en ello coinciden partidos y centrales sindicales, así como los propios indignados. Nadie ha salido indemne del impacto que supusieron las gigantescas manifestaciones de hace un año, la estrategia de resistencia sostenida en el tiempo, hasta hoy. Nadie ha podido cerrar los ojos, por mucho que la hoja de ruta contenga objetivos incumplidos.
El PSOE se dice "influido" por el movimiento, como mostró Rubalcaba el pasado 9 de julio"Hemos logrado transformar la agenda política, pero los políticos no han hecho nada por el cambio. Hemos puesto en el ojo del huracán temas hasta entonces más en un segundo plano, como la democracia interna, la financiación, la transparencia de los partidos y las administraciones, o la corrupción –analiza Roberto García-Patrón, participante del 15-M y miembro del grupo de trabajo de Política a Corto Plazo del movimiento en Madrid–. Hemos cambiado la percepción que la gente tiene de los partidos, ahora preocupa más la gestión, que no haya corrupción, que sean más transparentes, pero no hemos tenido gran influencia en ellos".
El grado de penetración del 15-M en el discurso político se mide por barrios, y en función de a quién se pregunte. El PSOE, liberado de las tareas del Gobierno que le situaban constantemente en el disparadero de las críticas, se reconoce "influido" por los indignados "desde el primer momento". "No hay más que leerse el discurso de investidura de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato presidencial, el pasado 9 de julio –defiende Sergio Gutiérrez, vocal de la ejecutiva federal y ya exlíder de Juventudes Socialistas (JSE)–. Estaba impregnado del 15-M en las propuestas económicas, en las de regeneración democrática. Y el PSOE acogió el movimiento con simpatía. De hecho, hay dos fotografías: un PSOE que escucha y se deja influir, que respetó las acampadas, y un partido, el PP, que ni en el Gobierno ni en la oposición les escucha y respeta". Los socialistas reconocen el baño de realidad que les dieron los indignados. Les mostraron a las claras que parte de la ciudadanía no tragaba con los ajustes sin más y con una salida injusta de la crisis. Les mostraron que habían errado en las soluciones, y así lo asume Gutiérrez: "El mayor mérito del 15-M es poner en primera línea del debate temas que fuimos incapaces de sacar adelante. Y sí, muchas de las reivindicaciones que llevaron a las calles teníamos que haberlas puesto en marcha, como la Ley de Transparencia".
El PP atribuye la eclosión del 15-M a la irritación con el Ejecutivo socialista
En la banda contraria, en la del PP, también aseguran haber "escuchado" la voz del movimiento. "No hemos asumido ninguna de sus reivindicaciones, simplemente coincidían con algunos de los planteamientos que ya teníamos. Escuchamos con atención sus reivindicaciones. Desde el PP siempre escuchamos y escucharemos a estas plataformas ciudadanas, como escucharemos a cualquier colectivo, entidad, asociación o individuo que plantee un interés legítimo y quiera que se le proteja", señala Beatriz Jurado, presidenta de Nuevas Generaciones (NNGG). Pero los primeros acordes que se tocaron en Sol y en el resto de plazas del país, interpreta, no iban dirigidos a los conservadores, sino al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero: "Vimos que la gente estaba preocupada por lo que estaba haciendo el Gobierno en aquel momento, un Gobierno que subió la edad de jubilación, congeló las pensiones y los sueldos de los funcionarios y arrastraba más y más parados. El 15-M representaba la indignación de toda la sociedad". ¿Y la solución se hallaba en las recetas de la derecha? El PP es consciente de que una buena parte de aquellos que salieron a manifestarse "eran personas de izquierdas". "Pero eran personas que sentían que la izquierda les había fallado, por lo que buscaron en la calle lo que no encontraron en sus políticos. No obstante, también había gente no claramente identificada con la izquierda", añade Jurado.
La fuerza sorpresa de la protestaIzquierda Unida no disimuló su proximidad con el 15-M. Puso cuidado en no "capitalizar" la revuelta, en no robarle liderazgo, sin ocultar que sus tesis coincidían con los programas históricos de la federación. Cayo Lara y el resto de dirigentes machacaron que sus ideas estaban ahí, desde siempre, pese a que no habían asomado jamás con tanta fuerza. Lo nuevo no eran las propuestas, sí el estallido social. De ahí que Alberto Garzón, diputado de IU en el Congreso y activista del 15-M desde su gestación, achaque cierto "adanismo" al movimiento, "lógico porque la gente se repolitiza y no tiene memoria fresca de qué se ha planteado hasta el momento". "Puede haber cierto componente narcisista –indica García-Patrón. Nunca hemos presumido de ser los inventores. Nos hemos basado en ideas que ya existían, pero lo hemos hecho gente con ganas y sin dinero, tirando de solidaridad. Eso es lo importante. Hemos hecho lo que estaba en nuestras manos".
IU intentó no "capitalizar" la revuelta aunque comparte tesis con los indignados
Pese a ser la fuerza en principio más próxima a los indignados, a la federación también le pilló "desprevenida" la fuerza de la rebelión cívica, como a todos los partidos. Las plazas le enseñaron asimismo que había "esperanza", que podía fortalecerse "la pata social", que hay muchos ciudadanos "potencialmente activistas o militantes". Para Joan Tardà, parlamentario de ERC, esa es la cualidad clave: el "despertar" de la gente, la "catarsis ciudadana" que se canalizó hacia la "construcción de algo más colectivo y común" hacia una salida de la crisis "que no supusiese pagar la prenda del desguade del Estado del bienestar". Fernando Lezcano, secretario de Comunicación de CCOO, califica la protesta como un "revulsivo muy higiénico", que colocó a jóvenes y no tan jóvenes "en contra de la situación presente, y dispuestos a rebelarse". "Es la respuesta de la sociedad civil ante la gota que colma el vaso, una expresión sana con ribetes internacionales. Es la capacidad de respuesta ante tanta tropelía y barbaridad", agrega.
Lezcano, como Tardà, hace referencia al "espejo" que el 15-M supo ubicar frente a políticos y sindicatos. No les devolvió una imagen siempre grata, sino de profundo descontento. A las cúpulas de CCOO y UGT les afeó su "sometimiento a los partidos" o, como asevera García-Patrón, su pasión por la "concertación sindical", por ir de la mano en todo y no hacer autocrítica. "Ha sido una experiencia estimulante, positivo si no estás encerrado en una urna –explica el portavoz de Comisiones–. Entendemos que el sindicalismo de clase se pueda percibir como algo lejano, y que se nos advierta del riesgo de institucionalización, aunque es menos real de lo que parece. Pero sí, te hace pensar. El 15-M sí ha sido un acicate para esta reflexión crítica".
CCOO adelanta que tocarán "varios palos" de su funcionamiento
¿Pero cuajará en algo? ¿Se materializará? CCOO promete que, ahora que se hallan en un proceso precongresual, van a tocar "diversos palos" de su funcionamiento interno, como la gestión de recursos y la transparencia en la gestión, la "regeneración ética", el diálogo con los jóvenes o la reducción y simplificación de los órganos de dirección. José Javier Cubillo, secretario de Organización y Comunicación de UGT, comparte la convicción de que el 15-M se ha probado útil para mover a la izquierda a pensar en serio sobre "calidad democrática, transparencia y papel de las instituciones", asuntos antes soterrados y que el movimiento los ha "popularizado" con indudable éxito. Pero también apunta que las mayores críticas que los indignados vertieron en un principio hacia los sindicatos respondían, en algunos casos, a que quienes lideraban esa corriente de malestar eran "compañeros" que procedían de centrales minoritarias –CNT y CGT– y que, por tanto, "competían con UGT y CCOO en el mundo del trabajo". No obstante, las dos cúpulas de los sindicatos mayoritarios perciben que en los últimos meses se han normalizado las relaciones, y de hecho marcharon juntos en la huelga general del 29 de marzo. "Se puede confluir y tener una posición crítica hacia ellos", resume García-Patrón.
Logros parcialesEl 15-M recuerda al PP que nada tiene que ver la dación en pago con su código ético para la banca
¿Dónde quedaron las ideas de las que el 15-M hizo bandera? La Ley Electoral más justa, las listas abiertas, la mayor participación ciudadana, la corrupción sin prescripción, la lucha contra los paraísos fiscales... Muchas, todavía inéditas. El PP se jacta de haber dado vida a dos propuestas tangibles: la dación en pago y la Ley de Transparencia. "Es algo en lo que ya trabajábamos. El número de desahucios va en aumento y los gobiernos deben adaptarse a la triste realidad. Como ejemplo de que escuchamos, ahí están también la limitación de los sueldos para los ejecutivos de entidades bancarias con ayudas, la protección de los trabajadores a través de la reforma laboral o medidas de ahorro en sanidad para garantizar el sistema", apunta la líder de la organización juvenil de los conservadores. Sin embargo, el 15-M advierte de que en ambas cuestiones el Gobierno de Mariano Rajoy no ha llegado a colmar ni de lejos las expectativas. García-Patrón recuerda que el código de buenas prácticas para la banca aprobado por el Ejecutivo es una "solución débil" y nada semejante a la dación en pago que el movimiento reivindica. En transparencia, se han producido avances, aunque partidos como ERC e IU siguen insistiendo en que la Casa del Rey, que en diciembre accedió a desnudar parcialmente sus cuentas, no puede quedar al margen del control ciudadano.
Gutiérrez sí cree que el PSOE se ha aplicado en parte el cuento. Explica que la aprobación, en su 38º Congreso, de las primarias abiertas para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno –las primarias a la francesa– se deriva de una demanda del 15-M. "Tengo la sensación de que otros partidos están a años luz de este ejemplo de democracia interna", sanciona. García-Patrón, como activista del movimiento, cree también que algunos cambios internos asumidos por el PSOE obedecen a la pujanza del 15-M, en particular el "debate de cómo organizar el partido" que ha surgido y se ha animado desde Juventudes. IU, por su parte, recogió en su programa del 20-N un catálogo de propuestas que le conectaban con el 15-M. Es más, invitó a los indignados a participar en la redacción del texto. "Que me eligiera a mí como cabeza de lista por Málaga implicaba asimismo una visibilización de esa simpatía hacia el movimiento", ilustra Garzón. El parlamentario aduce que ahora la izquierda tiene una oportunidad de oro en Andalucía, tras la formación de un Gobierno de coalición en la comunidad más poblada de España, de demostrar que los cambios son posibles.
Sin embargo, de puertas para dentro es más complicado vencer reticencias. "No creo que los partidos sean más democráticos internamente –sostiene el diputado–. Ninguno ha modificado sus formas realmente, y tampoco IU. Se puede vender como se quiera, pero primarias ya tenía el PSOE desde aquellas de Josep Borrell y Joaquín Almunia en 1998. Hay que avanzar mucho. En la medida en que el 15-M no es una amenaza y no te obliga a hacer transformaciones internas, los partidos no se han visto obligados a hacer una reforma total de sus estructuras". Tardà coincide: a la izquierda, la más proclive a los cambios, también le cuesta "subirse a la transformación" y remover sus correajes internos. El PP no se da por aludido, a tenor de lo defendido por Jurado: "No está en el debate, ni es noticiable, ni es importante ni de actualidad la democracia de un partido, porque lo que importa es sacar al país de la ruina a la que el PSOE le ha conducido. En nuestro partido hay democracia absoluta, aunque también pautas y reglas. Quienes piden más democracia interna deberían entrar en los partidos para cambiar las cosas desde dentro".
Uralde: la aparición de Equo y del 15-M "es consecuencia de un estado de ánimo"
Equo nació menos de un año antes del 15-M y su líder, Juantxo López de Uralde, entiende que la eclosión de ambos es "consecuencia de un mismo estado de ánimo, de la necesidad de buscar nuevas vías y nuevos cauces de participación". El exdirector de Greenpeace subraya que el partido ecosocialista ya emergió con el marchamo de organización "más abierta, horizontal y transparente. Irene Lozano, diputada en el Congreso por UPyD, aduce que su formación no se ha sentido muy "conmovida por el 15-M", porque ya era, de suyo, "bastante porosa y participativa". Uno y otra reprochan a los grandes partidos que no hayan introducido más cambios internos. O que no hayan procedido a tocar la Ley Electoral, una reivindicación clásica de IU. Rubalcaba planteó en su discurso de puesta de largo de su candidatura, en julio, un sistema electoral a la alemana, aunque meses más tarde su programa descafeinó la propuesta y la redujo a un modelo de listas desbloqueadas. "Sugerimos primero una reforma muy ambiciosa, pero las reglas del juego deben ser consensuadas por todos, y por eso es tan delicado", reconoce Gutiérrez. Jurado esquiva igualmente la cuestión: "El impulso de la mejora de la política es de todas las fuerzas. Llevábamos el programa que todo el mundo conoce".
Sin propietariosLa Spanish revolution no se apagó el verano del año pasado. El pulso que empujó la protesta ha evolucionado, y su peso en la política no se ha disuelto del todo. Partidos y sindicatos argumentan que el 15-M, con el paso del tiempo, se ha configurado como un movimiento ciudadano más marcadamente de izquierdas, aunque preserve ese carácter "difuso y heterogéneo" con que nació. "La izquierda está más dispuesta al cambio", razona García-Patrón. Garzón apunta que la acentuación del ADN de izquierdas se debe a que en estos doce meses se han ido afinando propuestas, y cuanto más se perfila, "más se posicionan los miembros de las asambleas", y más abandonan los participantes más moderados. "El movimiento ha cambiado en la medida en que la crisis se ha agudizado. También se ha agudizado la lucha de clases y la gente se radicaliza. Más debería hacerlo", agrega Tardà.
Partidos y sindicatos creen que el movimiento ha avanzado hacia la izquierda
Lozano, que presenció muchas asambleas en Sol, arguye que el 15-M ha perdido quizá su "premisa original", la de aglutinar a muchos ciudadanos bajo un paraguas común, el "No somos mercancías en manos de políticos y banqueros", escorándose "hacia una izquierda más clásica". La diputada de UPyD acusa de ese giro a los intentos de "patrimonialización" de PSOE e IU. El PP sugiere una cierta "utilización" de las izquierdas: "Los sindicatos reciben ayudas y hacen lo que les corresponde, como IU, y si quieren buscar la calle que la busquen, pero lo que la sociedad pide es oportunidades y puestos de trabajo, acabar con esta situación de crisis. Esa es una reivindicación real", dice Jurado. IU desmiente: "El 15-M es inapropiable, no puede ser cooptado, no es un sindicato o un partido con disciplina de voto". García-Patrón observa, en todo caso, un pasado "intento de instrumentalización" de "algunos dirigentes del PSOE y de UPyD". "La maquinaria del PP ha buscado criminalizarnos –aduce–, pero los socialistas quieren que estemos en una respuesta reactiva contra el Ejecutivo, no proactiva. La contestación no debe caminar al ritmo que quiera marcar el PSOE".
La presidenta de NNGG parte de la base de que el movimiento, "con la fuerza y el origen con el que emergió, ha desaparecido", porque tampoco ha sabido "concretar sus propuestas y organizarse". Las formaciones de izquierda y los sindicatos niegan que el 15-M esté moribundo, aunque se haya desdibujado. "¡Ya quisiera el PP que hubiera resignación! ¡Cada vez la rebelión ciudadana va a más!", responde Gutiérrez. Garzón opina que aunque la marea de los indignados "haya perdido fuerza", puede "resucitar en cualquier momento", y no se puede subestimar. Sobre todo si el Gobierno reprime las protestas y acampadas de la próxima semana, como previno el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. "Si lo hace, puede que se genere un movimiento de solidaridad que amplíe la fuerza del 15-M. Si el Ejecutivo no juega bien sus cartas, el PP alimentará un incendio en un bosque de hojas secas. El Gobierno no puede acabar con el 15-M. Es nada y es todo", apuntala el diputado de IU.
Los indignados afean al Gobierno que los criminalice y al PSOE que intente lanzarlos contra Rajoy
Nadie se atreve a dar recetas o indicaciones para el futuro. Nadie quiere marcar de forma tajante los retos que se abren a partir de este primer año de vida. Las izquierdas auguran que puede ahormarse un polo social potente en el que confluyan el 15-M, partidos, sindicatos... Pero en realidad nada está claro. Porque el movimiento nació libre de tutelas, como una plataforma ciudadana y no política, y se resiste a modificar ese estatus. Lo afirma García Patrón: "Hemos tenido errores. Constantes. Es parte de nuestra magia. Pero debemos mantener nuestra autonomía, nuestra independencia, nuestra soberanía". Podrá haber confluencia, convergencia en las calles, coincidencia en ciertos planteamientos y en la protesta, pero la fusión, hoy por hoy, se antoja muy complicada.
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