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La Generalitat pone al día la inmersión

El sistema, que genera amplio consenso social y político en Catalunya, pero que es cuestionado por algunos sectores en el resto del Estado, se implantó en 1983

FERRAN CASAS

La Generalitat no sólo no dará un paso atrás en lo que al uso del catalán en las aulas se refiere, sino que ya trabaja en poner al día el sistema de inmersión lingüística en este idioma para garantizar su eficacia. El sistema, que genera amplio consenso social y político en Catalunya, pero que es cuestionado por algunos sectores en el resto del Estado, se implantó en 1983 a partir de la experiencia acumulada en el tardofranquismo.

Tal y como explica Carme Alcoverro, directora de la revista Escola Catalana, la inmersión en primaria, importada del Quebec –donde el francés convive con el inglés–, no es más que un método para garantizar que los niños aprendan a leer y escribir en catalán y asuman como propia una lengua diferente de la materna (“el sistema se ideó para castellanohablantes”) con normalidad y acaben la formación obligatoria siendo “competentes en las dos lenguas”.

Con el castellano (más sencillo en su fonética y ortografía) todos los niños catalanes son competentes porque donde no es hegemónico en la calle lo sigue siendo en los medios, el cine o los juegos. Por eso, según Alcoverro, se aplica “discriminación positiva para corregir la desigualdad”.

El catalán es, por ley, vehicular en la educación pero la inmersión queda obsoleta porque se concebió, como apunta Ricard Aymerich, de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica, para convivir con el castellano, que los docentes conocían. Ahora, con la inmigración, ya hay más de 200 “lenguas maternas”.

El Govern ha tomado iniciativas “útiles pero aisladas” (como las aulas de acogida o los asesores de lengua, interculturalidad y cohesión) ante el fenómeno pero sin revisar el modelo. Desde febrero se trabaja en un plan que durará hasta 2013 y en el que se invertirán 2,3 millones.

Según el departamento de Educación, que dirige Ernest Maragall, del PSC, se buscará una “extensión coherente” en secundaria de lo aprendido en primaria. Pero la conselleria también pretende incrementar la autonomía de los centros para que cada claustro perfile su plan lingüístico en función de su entorno. Aymerich lo avala con el argumento de que el uso social del catalán y el castellano es geográficamente muy desigual.

El profesor de la UAB y presidente de la Organización por el Multilingüismo, Albert Branchadell, muestra algún reparo porque, a veces, el celo con el catalán acaba “generando rechazo”. Pero no le parece el único problema: “El sistema produce catalanocompetentes pero después el uso social falla porque no se usa en el ámbito laboral o no hay productos de ocio y consumo en catalán”.

Por eso (aunque con retraso) en los 90 las políticas lingüísticas de la Generalitat empezaron a mirar a la calle y al sector privado para suavizar el contraste con las aulas. 

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