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De Lorca al mundo global

Con más de 22.000 inmigrantes, el municipio murciano es un ejemplo de la España que crece con el trabajo de todos

PANCHO TRISTÁN

Esta no es una historia alegre. En primer lugar, porque comienza con dos circunstancias tristes. La primera es la de la emigración: cerca de 22.000 personas del Magreb y los países latinoamericanos viven en la localidad murciana de Lorca. Se dejan las horas entregados a las tareas del campo o de la construcción.

Nadie emigra porque quiere, y menos para sufrir los rigores del campo o el canturreo desafinado del andamio. La segunda de las circunstancias tristes con la que comienza esta historia tiene fecha exacta y lugar en las páginas de sucesos: el 3 de enero de 2001, 12 inmigrantes murieron en un accidente de la furgoneta que los llevaba a trabajar de manera ilegal en el campo.

Con papeles y sin trabajo 

Fue entonces cuando nació Intiraymi, una de las principales asociaciones de inmigrantes de la zona. Su presidente es el periodista y poeta ecuatoriano Luis Ochoa. Las vueltas de la vida le hicieron emigrar. Ahora recuerda con estrépito el accidente de 2001. Pero se vuelve rápidamente al presente para hablar de muchas cosas. Del agradecimiento con España, el país de acogida.

De la necesidad de hacer esfuerzos para que todos disfrutemos lo mejor de la multiculturalidad. O de los problemas últimos del desempleo: 'Desafortunadamente, en este momento hay muchos inmigrantes parados, a pesar de que tienen papeles'. Y habla Ochoa, entonces, de las dificultades por las que atraviesan el campo y la construcción.

A los nuevos problemas de desempleo entre los inmigrantes se refiere también Carmen Ruiz, miembro de la entidad de apoyo a inmigrantes Murcia Acoge. 'Ahora mismo, el principal problema es la falta de trabajo', afirma con rotundidad.

Lorca es uno de los municipios más extensos de España. Es enorme. Cerca de 1.700 kilómetros cuadrados. Es campo. La agricultura y la ganadería son el principal motor del crecimiento económico. La curva que retrata la evolución demográfica del municipio tiene muy poco que ver con la triste historia de abandono que impera en la tantos de los municipios rurales de España. Desde los años 90, el incremento de vecinos se acelera. Hoy son cerca de 90.000. Hay 22.000 inmigrantes.

Cuenta Carmen Ruiz que el otro gran problema es la ilegalidad. Porque tienen trabajo. Y entonces llegan. Y siempre hay empresarios sin escrúpulos que prefieren a los irregulares porque los manejan con mayor facilidad, o los hay que simplemente se saltan la ley a la torera y les dan trabajo a los sin papeles. No son todos, claro. Pero los hay. Y todos los problemas engendran problemas. 'Hay inmigrantes legales que no ven bien la competencia de los irregulares', explica Carmen Ruiz. 'De todas maneras, es un tema complicado', matiza Carmen al referirse al acceso al trabajo de inmigrantes ilegales. Tengan o no tengan papeles necesitan trabajar para vivr, recuerda Carmen.Y después está la integración, claro. Los inmigrantes son cerca de la cuarta parte de los vecinos del municipio.

Desde Intiraymi, insisten en que prefieren hablar de interculturalidad antes que integración. Lo explica el secretario y portavoz de la organización, Pepe Tomás, un lorquino que ocupó altos cargos en la administración socialista del municipio. Creen que hay que comenzar con el reconociento social de los nuevos vecinos. Dejar de verlos como damnificados del daño colateral de las migraciones de la era global. 'Aquí hubo mujeres que eran médicos trabajando en el campo, o arquitectos', recuerda Luis Ochoa. Muy cerca, en la estación del tren de Lorca, vidas con acento extranjero esperaban su convoy.

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