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La 'moción de las bermudas' sí prospera

El Congreso impedirá seguir las sesiones 'sin la vestimenta adecuada'

M. Á. M.

El Congreso declara la guerra al calor el ministro de Industria regaló recientemente un termómetro a su presidente para hacerle notar el gasto que supone el aire acondicionado y a las bermudas. 'Queda prohibido el acceso a las tribunas públicas durante la celebración de sesiones a quienes no vistan pantalón largo o falda. Igualmente no se permitirá el acceso a los hombres en camisa sin mangas o camiseta de tirantes'. La Secretaría General del Congreso concretó este lunes con esta literalidad la intención apuntada en las últimas semanas por la presidencia de la Cámara de imponer unos criterios 'mínimos, pero claros' para hacer compatible el derecho a 'la propia imagen que cada ciudadano quiera tener con el respeto a la dignidad y decoro' del Parlamento.

¿Había motivos? La instrucción trata de poner coto a la estética playera chanclas incluidas que se deja ver cada verano en las tribunas de invitados del viejo palacio de San Jerónimo. Parte del personal que trabaja a diario en la casa disfruta de esta misma alegría indumentaria llamada a la extinción.

'El acceso y la circulación por los edificios del Congreso deberá efectuarse con la vestimenta adecuada al decoro exigible', establece la Secretaría General, siguiendo las pautas dictadas por la Mesa del Congreso el pasado mes de junio. A partir de ahora se añadirá largo a los pantalones y faldas y mangas a las camisetas y se recordará la orden de sujetarse a esta formalidad a todos los grupos que visiten el Congreso.

¿Quién se encargará de hacer valer la nueva ley que declara incompatibles la piscina y el hemiciclo? La obligación se añade a las que desempeñan los ujieres en materia de orden. Ellos 'impedirán la entrada a quienes no se adecúe' a la novedad.

En realidad, el personal que coordina las visitas abundan los grupos de escolares ya tenía la instrucción genérica de llamar la atención a aquellos que interpretaran de forma demasiado libre el decoro parlamentario. Los bañadores eran un objeto recurrente para la amonestación. Ahora serán excusa para la expulsión.

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