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Tormenta perfecta en el PSC

El partido acusa el impacto de su aislamiento político en el contencioso sobre el Fondo de Competitividad.

J. RAMÓN GONZÁLEZ CABEZAS

El PSC ha sido fulminado en plena campaña para una tormenta perfecta generada con progresión milimétrica por su propia dinámica, arrastrado por el discurso fuerte de Artur Mas a formar un frente ilusorio contra el Gobierno central. 'Iremos hasta donde sea necesario', decía Joaquim Nadal.

El grueso de la opinión pública lo desconoce casi todo sobre el Fondo de Competitividad, pero hace meses que sabe que Madrid escamotea 1.450 millones en Cataluña a cuenta del caso, una factura que se suma al expolio fiscal al que la somete el Estado año tras año. También cree saber que todo esto forma parte de una ofensiva del Gobierno central contra Catalunya, según expresión del portavoz del Govern, Francesc Homs, a quien se debe también la acusación de 'moroso' en el cumplimiento de sus deberes financieros. En los tiempos que corren no es una opinión menor, pero así van las cosas en este áspero inicio de la legislatura, envuelta ahora en la contienda municipal y el duelo a primera sangre por la alcaldía de Barcelona.

El contencioso sobre el Fondo de Competitividad no es un tema de ayer, pero tampoco es casual que haya llegado a su punto crítico el pasado martes en el Congreso. El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, ha oficiado con profesionalidad y puntualidad rigurosas el enésimo ejercicio de autoinmolación del PSC como partido independiente y catalanista. El evento se produce, mira por donde, en el corazón de la campaña electoral en la que CiU ha movilizado todas sus fuerzas para aplastar definitivamente la izquierda e izar la bandera de la federación nacionalista al otro lado de la plaza de San Jaume.

La fuerte acumulación de energía generada por la política de recortes del Gobierno de Artur Mas ha sido liberada con la potencia y la velocidad del rayo a través del hipersensible cable de muy alta tensión que une el PSC con el PSOE desde el nacimiento del partido. La doble identidad y vocación del Partido de los Socialistas de Catalunya, que debe fidelidad a sus electores y simpatizantes desde la singularidad de su propia naturaleza dual, ha dado pie en esta ocasión a una pinza sin precedentes en que ha participado incluso el PP, alineado esta vez con entusiasmo en defensa del interés soberano de Catalunya y, por supuesto, de Esperanza Aguirre, que reclama también su parte en nombre de la Comunidad de Madrid.

La disputa en torno al Fondo de Competitividad no es un tema baladí, ya que condiciona la dimensión del ajuste presupuestario para cumplir el drástico objetivo de déficit: del 3,9% del PIB en 2010 al 1, 3% en 2011. Poca broma, pues. Pero incluso el conseller Mas-Colell admite que esta enorme polvareda obedece en parte al texto de una ley afectada por el virus de la imprecisión o la ambigüedad. Lo cual no impide que resulte sospechoso que la feroz discrepancia de criterio sobre el abono de un anticipo (1.450 millones), como ya se hizo en los ejercicios de 2009 y el 2010, coincida con un cambio de color en la Generalitat.

Queda para la historia de la pugna cainita entre CiU y el PSC la imagen de Carme Chacón, cabeza de lista del PSC por Barcelona, parapetada en el banco azul mientras la diputada Montserrat Colldeforns, sexta en su lista, defensa desde el estrado la moción imposible. La orfandad del PSC, visible en la campaña catalana, se ha hecho patente también en Madrid por obra y gracia de CiU y la férrea Elena Salgado.

'Toda piedra toca pared', dicen resignados en la cúpula del PSC, conscientes de que este episodio se suma al cúmulo de factores negativos del 22-M. 'Ya sabéis que yo soy partidaria de dotar de autonomía a nuestros diputados en el Congreso, pero CiU no quería un acuerdo, quería lo que veis', escribía ayer con melancolía Montserrat Tura en su Twitter.

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