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Los ataques machistas se disparan
en la crisis política brasileña

Hace meses que la oposición en las calles llama a Dilma Rousseff “puta”, “facilona” o “sapo gordo”. Los comentarios machistas se multiplican en los medios y en la última semana, con la mandataria contra las cuerdas, es el propio Congreso quien no esconde su machismo latente para atacar con dureza a la primera presidente mujer del país.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff, en rueda de prensa. EFE/Fernando Bizerra Jr.

AGNESE MARRA 

SAO PAULO.- “Puta”, “zorra, “facilona” o “sapo gordo” han sido algunos de los calificativos que los brasileños vociferaban desde sus balcones cada vez que la presidenta Dilma Rousseff daba un discurso en televisión para comunicar a la población el estado de la crisis política y económica. Los insultos venían acompañados de caceroladas para que las palabras de la mandataria no se escucharan, era la forma de cerrarle la boca. Surtieron efecto porque desde el discurso del 8 de marzo de 2015, paradójicamente el Día de la Mujer, Rousseff apenas ha salido en televisión para hacer comunicados oficiales. Ahora los hace por internet, sin horario oficial, sin llamar la atención.

Los descalificativos machistas que ha recibido la primera mujer presidente del país comenzaron según Esther Solano, profesora de Relaciones Internacionales, “desde que asumió la presidencia” pero desde que la crisis política y económica se agudizó, los agravios aumentaron: “En tiempos de crisis la descalificación y el insulto aparecen como elementos políticos, en este sentido, el machismo surge rápidamente como una forma muy poderosa para menospreciar la figura de la presidenta”, le explica a Público esta socióloga española, profesora en la Universidad Federal de São Paulo.


De poco han servido las advertencias que hizo la ONU Mujeres Brasil el pasado mes de marzo cuando publicaron un comunicado que condenaba “la violencia de orden sexista” que se practicaba contra Rousseff: “Ninguna discordancia política puede justificar la banalización de la violencia de género”, decía Nadine Gasman, representante de la entidad. El pasado domingo los insultos llegaron hasta el Congreso de los Diputados, justo en uno de los momentos más delicados de la vida política de la presidenta, cuando votaban a favor o en contra de su impeachment.

El diputado del PSOL, Jean Wyllys, especializado en temas de género, diversidad sexual y minorías, calificó lo ocurrido como “una farsa sexista”. Wyllys se refería al espectáculo que dieron los diputados de la oposición (en estos momentos más de dos tercios de la Cámara) que llevaban carteles con la frase “Ciao querida” en alusión a Rousseff, y piropeaban a las diputadas que votaban a favor de la destitución de la presidenta, mientras que insultaban a las que votaban en contra. Con la diputada Tia Eron (PR), una de las que votó a favor, también fueron racistas: “Es negra, pero bonita e inteligente”.

"No admiten una mujer en el espacio de poder"

"Aquellos hombres no tienen respeto por Dilma primeramente porque es mujer", dijo Wyllys a BBC Mundo. "No admiten una mujer en el espacio de poder", continuó. Dos días después de la votación, y por primera vez desde que en 2010 asumió su primer mandato, Rousseff hizo referencia a la cuestión de género: “Lo que vimos el domingo mezcló de todo y mostró un gran prejuicio hacia la mujer. Soy consciente de que han tenido actitudes conmigo que no tendrían si fuera una hombre”, decía en rueda de prensa ante los medios internacionales. 

Esther Solano matiza: “Probablemente si hubiese sido un hombre habría tenido menos dificultades para gobernar. El ambiente de Brasilia es muy masculino, y la política de bastidores se hace en reuniones, fiestas, comidas, donde una mujer no tiene tanta penetración ni es tan bienvenida como un hombre”.

El Legislativo brasileño está dominado por los hombres. Mientras que en Brasil las mujeres son el 51% de la población, en el Congreso no alcanzan el 10%, una tasa inferior a varios países del mundo y al promedio de naciones de Oriente Medio.
Entre las diputadas de la Cámara, 20 votaron contra el impeachment y 29 a favor, un resultado un poco más favorable para Dilma que entre los hombres, frente a los que perdió por clara mayoría. Durante la votación los parlamentarios no pararon de hacer bromas en relación a una compañera que por estar embarazada de 35 semanas no acudió a Brasilia a votar para evitar coger un avión. Palabras como “princesa”, “linda” o “tía buena” se repetían cuando algunas de ellas daban el voto por el sí. Gritos e insultos para las que opinaban lo contrario.

Pero la anécdota que más incomodó ese día fue la dedicatoria que le hizo el diputado más votado de Rio de Janeiro, Jair Bolsonaro, a la presidenta: “Este voto se lo dedico al comandante Carlos Brilhante Ustra, el pavor de Rousseff”. Bolsonaro, un expolicía que se declara homófobo y racista, se refirió esta vez a uno de los más crueles torturadores de la dictadura brasileña conocido por violar a las mujeres introduciéndoles en sus vaginas ratas y cucarachas, y por colocar sobre sus cuerpos desnudos crías de cocodrilo.

El diputado Bolsonaro que en plena crisis ha aumentado su popularidad de manera alarmante, en 2014 le dijo a la entonces Ministra de Derechos Humanos que era “fea” y que con ella “no le daban ganas de violarla, no se lo merecía”. Hasta el momento nadie le ha acusado de quiebra de decoro parlamentario o denunciado por este tipo de declaraciones.

“Erotícese presidenta”

Tanto en su primer mandato como en el apenas año y medio del segundo, los comentarios en relación al físico y al carácter de Rousseff han estado a la orden del día. Artículos que hablaban de su dieta, o sobre su estilo “poco femenino” se publicaban en los principales diarios del país. El año pasado el columnista de la revista Época, João Luiz Vieira, afirmó que los problemas políticos que sufría Dilma tenían que ver con ser “poco erótica” y terminaba su columna con un consejo: “Erotícese presidenta”.

A medida que ha empeorado su situación política, los comentarios y reportajes sexistas han ido en aumento. Hace dos semanas la revista brasileña Istoê abrió su portada con el titular “Las explosiones nerviosas de la presidenta” junto a una imagen deformada del rostro de Rousseff. En el interior se leía: “Con brotes de descontrol y completamente fuera de sí ante la inminencia de ser apartada, Dilma rompe muebles, grita a sus subordinados, insulta a las autoridades, ataca a los poderes constituidos y pierde (también) las condiciones emocionales para conducir un país”.

La semana pasada la revista Veja publicaba un perfil sobre Marcela Temer, la mujer del vicepresidente Michel Temer, como si ya se tratara de la primera dama y el artículo se titulaba: “Bella, recatada y del hogar”. No era la primera vez que se usaba a Marcela Temer para atacar a Dilma: “Sólo por ella, vale la pena hacer un impeachment”, decía un cartel refiriéndose a la belleza de la mujer del vicepresidente.

Ambos reportajes generaron gran indignación en las redes sociales y en las calles donde los movimientos feministas se articulan para salir en los próximos días para defender la democracia y contra políticos abiertamente machistas como Bolsonaro y el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, ambos extremistas evangélicos.

“Lo de Istoê fue terrible, explotar una vez más la idea de la mujer histérica. Y lo de Marcela Temer, lo mismo, la colocaron como el ejemplo de mujer ideal en contraposición a Dilma. La prensa juega un papel muy importante al diseminar este tipo de conceptos que fortalecen el carácter patriarcal de la sociedad”, dice Solano.

Según la periodista Clarice Cardoso, entre todas las polémicas que se han dado en este segundo mandato “el prejuicio de género disfrazado de visión política une a los dos polos enfrentados”. La periodista se refiere a lo que ya dijo una vez la ex alcaldesa de São Paulo, Luiza Erundina, que denunciaba como la izquierda pedía la vuelta de Lula “como si una mujer necesitara de un hombre para gobernar el país”.

Si el machismo surge tanto en la izquierda como en la derecha, Jaqueline Pitanguy, coordinadora de la ONG CEPIA de defensa de Derechos Humanos, aseguraba en el diario El País Brasil, que también se encuentra en todas las clases sociales: “La cuestión no es de clase, ni de género, sino una cuestión cultural”. Curiosamente los dos reportajes citados anteriormente fueron escritos por mujeres, lo que causó todavía más revuelo entre los grupos feministas, y lo que a su vez dio alas a muchos hombres para defender que los reportajes no serían sexistas ya que estaban firmados por mujeres.

Los ataques de la prensa y en las calles surgen en un momento en que el país pasa por lo que hace unos meses se llamó “la primavera de las mujeres”, en relación a diversas campañas que se hicieron en las redes sociales que ponían en cuestión los machismos cotidianos de la sociedad brasileña. Estos grupos cada vez cobran mayor fuerza y advierten que lucharán en las calles contra los retrocesos sociales del posible nuevo Gobierno de Brasil, que podría ser comandado por Michel Temer.

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