Este artículo se publicó hace 12 años.
El dinosaurio mexicano vuelve a engrasar la maquinaria
El PRI se perfila como favorito para ganar el gobierno de México este domingo gracias a un candidato joven y telegénico que mantiene la estructura del viejo régimen
Hicieron falta 71 años para sacar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de la silla presidencial, pero solo dos mandatos para que vuelva a recuperar el poder. El partido que institucionalizó la revolución mexicana y consolidó un régimen autoritario por más de siete décadas, se perfila como el ganador de las elecciones del domingo. Cuando en el año 2000 los mexicanos votaron en masa por el candidato del conservador Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, querían un cambio, acabar con la corrupción, la impunidad y el presidencialismo imperial enquistados bajo los gobiernos príistas.
Sin embargo el PAN no ha sabido canalizar la transición a la que le encomendó la ciudadanía hace doce años. Aunque ha habido aperturas democráticas, persisten los mismos males y se suma la exacerbación de la violencia. Ahora su candidata, Josefina Vázquez, ministra en ambos mandatos panistas, ha sido relegada hasta por su propio partido y parece condenada al tercer lugar.
Ante una derecha que se ha mostrado ineficaz para solventar los problemas del país, el PRI se presenta como el "cambio". Su abanderado, Enrique Peña Nieto, de 45 años, pretende "renovar" la imagen del partido con su juventud. Sin embargo, como reconoce una de sus canciones de campaña, es "un cambio para retomar el rumbo" del viejo régimen. Pues detrás de él se alarga la sombra de los dinosaurios, como llaman en México a los viejos barones príistas.
El PRI es una maquinaria pesada. Sus tentáculos llegan todavía a cada uno de los rincones del país
El PRI es una maquinaria pesada. Sus tentáculos llegan todavía a cada uno de los rincones del país y sigue teniendo presencia en los principales sindicatos y agrupaciones campesinas. Y eso se nota. El domingo, en su cierre de campaña en la capital mexicana, llenó el Estadio Azteca -más grande que el Camp Nou- con miles de militantes, pero también de acarreados, ciudadanos que acuden a cambio de dinero o regalos y que, tradicionalmente, también venden su voto. Movilizó al menos 1.400 autobuses que llegaron de todas los estados. Era su demostración de fuerza y utilizó su estructura. El candidato prometió reducir la violencia, acabar con la pobreza extrema, generar empleo, mejorar la educación, establecer un gobierno eficaz y consolidar el liderazgo de México. La banda norteña de moda, las banderas y las toneladas de confeti hicieron el resto.
Pero esta máquina de conseguir votos sí se ha modernizado. A la gran estructura y presupuesto -el PRI sigue controlando 20 de los 32 estados mexicanos- se le ha sumado una nueva estrategia mediática que ha desbancado a los contrincantes. Desde que asumió el gobierno del Estado de México (2005-2011), el más poblado del país, Peña Nieto compró coberturas favorables en la principal emisora nacional, Televisa, y ostenta los favores de la mayoría de los medios de comunicación, quiénes le construyeron una imagen de comedia rosa.
Peña Nieto "forma parte una nueva generación de príistas que aprenden muy rápido"
Explota su atractivo entre las mujeres, reforzada en 2010, cuando un año después de enviudar, se casó con una famosa actriz de telenovela, Ángelica Rivera, protagonista de ‘La Gaviota'. Su romance y boda protagonizan los programas y páginas del corazón. Rivera, que le acompaña en cada acto de campaña, recibe tantos abrazos y fotos de sus partidarios como su esposo, y para azucarar la comedia, la actriz graba un video con el iPhone de cada evento en el que sale la pareja con gestos amorosos, en su casa, o ella comentando con la hija de él, como "las mujeres somos un gran apoyo para nuestros maridos o nuestros padres".
Estas prácticas ponen en duda que Peña Nieto represente un ‘nuevo PRI'. Además fue elegido a la vieja usanza, sin primarias, después de la declinación de los otros candidatos. No obstante, Rogelio Hernández, politólogo cercano al partido asegura que sí "forma parte una nueva generación de príistas que aprenden muy rápido. Es una persona que escucha a sus asesores, ha tratado de evitar fracturas dentro del partido y por eso mantiene a los dinosaurios, pero está rodeado de gente muy tecnocráta". Así las cosas, la gran incógnita es saber como será su manera de gobernar el país. En el estado, sí reveló prácticas autoritarias y represivas, pero como recuerda Hernández, "va a tener que ser más inclusivo porque la sociedad mexicana ha cambiado en estos 12 años".
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