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Elecciones en Francia, una Europa 'poderosa' y control migratorio: así toma Macron las riendas de la UE
Francia asume su 13ª Presidencia de la UE el 1 de enero. Dos reformas y tres cumbres marcan sus prioridades para el primer semestre del año. Pero de fondo planea un acontecimiento externo que de gran calado nacional y europeo: los comicios para elegir al
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Las elecciones franceses que alzaron a Emmanuel Macron en 2017 tuvieron un fuerte componente europeo. Y la Presidencia gala que da su pistoletazo de salida el 1 de enero cuenta con un gran impacto nacional. París asume las riendas de la UE en un momento de máxima tensión dentro y fuera de las fronteras europeas. Y lo hace coincidiendo con un hito que marcará buena parte del futuro inmediato del proyecto europeo: comicios generales para elegir al próximo inquilino de El Elíseo.
El líder de La République En Marche se resiste a desvelar si será candidato a la reelección, aunque todo apunta que así será. Desde su equipo insisten en que ocurra lo que ocurra, el escenario de campaña electoral no afectará a la marcha de la Presidencia de la UE. "Nadie puede denegar que es parte del debate francés, pero no hay contradicción entre la campaña y la agenda europea. Es compatible con lo que el presidente cree que es mejor para Europa. Todo es consistente", afirman a este respecto fuentes galas, que insisten en que hay un "vínculo entre soberanía nacional y soberanía europea que está en todos los Estados miembros". Las elecciones francesas pasadas fueron a su vez una especie de plebiscito entre más o menos UE. Los modelos de Macron y Le Pen, que se batieron en la segunda vuelta, chocaban en torno a los valores y pertenencia europea. La líder de la extrema derecha prometía un referéndum para salir del bloque. En el otro lado, el líder liberal abogaba por una UE más fuerte y soberana.
Ahora es la Presidencia gala del Consejo la que se prevé eclipsada por el clima de tensión electoral. Las Presidencias de la UE son ejercicios rotatorios que marcan las prioridades comunitarias cada seis meses. Durante este tiempo, el país que la ostenta es el encargado de marcar la agenda, avanzar en sus temas de preferencia y liderar la misión más difícil que existe en el seno europeo: construir consensos. París da así el relevo a Eslovenia en la que será la Presidencia número 13 de los últimos 70 años. Será la primera desde 2008, cuando estalló la crisis financiera. Y, desde entonces, la UE ha galopado de crisis en crisis hasta el día de hoy: la migratoria, la del Brexit, la del Estado de Derecho, la energética o la pandemia.
El presidente francés nunca ha escondido sus anhelos de grandeza. De devolver a su país al músculo de antaño. Sus discursos, sus declaraciones, sus redes sociales: todo está cuidadosamente medido para exportar una imagen de fuerza. Y esta idea será también la que vertebre sus planes para la UE durante la primera mitad de 2022. Bajo el eslogan "Recuperación, poder y pertenencia", el galo afirmó recientemente que su deseo es "avanzar hacia una Europa poderosa en el mundo, una Europa totalmente soberana, libre para escoger y capaz de dominar su destino".
Como le ocurre con su país, Macron ambiciona una UE fuerte, que no se deje intimidar ante los líderes autoritarios que se agolpan a sus puertas. Durante estos cuatro años, ha dado buena cuenta de ello a través de declaraciones de intenciones que no siempre han caído bien entre sus socios comunitarios. La afirmación de que "la OTAN está en muerte cerebral" fue criticada por muchos, entre ellos su gran aliada en Berlín, Angela Merkel. "El presidente de Francia está en una posición diferente porque no siente el aliento de Rusia justo detrás", le interpeló Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco.
El ex ministro de Finanzas es, además, el gran impulsor del Ejército europeo como núcleo para hacer valer el músculo de la UE en el exterior. Emmanuel Macron siempre ha sido un gran impulsor y defensor de la idea de avanzar hacia una UE de la Defensa y Seguridad, el anhelo de Jean Monnet, padre fundador de la UE. Y aunque crisis como la de Afganistán o la de Bielorrusia han acelerado el proceso, la idea de una fuerza militar europea se avista muy lejana.
El medio pulmón del eje franco-alemán apuesta por más integración y proyección del bloque comunitario, pero durante estos años se ha topado con el freno de Merkel, más dada a la poca ambición en esta esfera y a mantener el status quo. Todo ello podría cambiar ahora con el nuevo Gobierno germano, comandado por el socialdemócrata Olaf Scholz.
Fronteras y migración: las prioridades
Dos reformas centran las prioridades de la Presidencia francesa: la de Dublín y la de Schengen. París quiere anotarse uno de los tantos más complicados de la UE. Su anhelo es desencallar la reforma migratoria, que saltó por los aires en la crisis de refugiados de 2015 –cuando un millón de personas arribaron a las fronteras del Viejo Continente-. Una misión no poco modesta. En los últimos seis años, los Veintisiete han estado divididos en una materia que ha desatado los debates más emocionales y políticos del bloque.
Las intenciones de El Elíseo no difieren mucho de las acometidas por las Presidencias precedentes: alcanzar el equilibrio de solidaridad y responsabilidad entre los países de primera línea migratoria y los que no. El calendario electoral no es el más favorable. El húngaro Víktor Orbán, uno de los líderes europeos anti-inmigración por antonomasia, también vive elecciones cruciales durante la primavera. La campaña anterior en Budapest tuvo un fuerte elemento anti-inmigración convirtiéndose en una máquina de votos. Y poco o nada hace prever que esté dispuesto a ceder a favor de un Macron con el que, además, nunca ha tenido una especial relación.
Además, la ultraderecha también pisa el acelerador en casa. De hecho, hay quienes temen que esta coyuntura para frenar a Marine Le Pen o Eric Zemmour arrastren a Macron a una postura más dura. Ya durante el primer tramo de su mandato rubricó una nueva ley que endurecía el proceso de asilo, aceleraba las expulsiones y aumentaba las sanciones para las personas que no contaban con los papeles en regla.
El líder de En Marche aboga por reforzar la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), financiar equipamiento militar, como drones, a Veintisiete o por establecer un cuartel general permanente. En paralelo, uno de sus objetivos para el próximo semestre del año es fortalecer las fronteras externas. Su objetivo es endurecer el control de la inmigración para ser "más operativos y más difícil de intimidar" en un momento en el que regímenes como Turquía, Marruecos y más recientemente Bielorrusia han utilizado a las personas migrantes como armas políticas.
En su punto de mira se encuentra también la reforma del código Schengen. El espacio de libre circulación y movimiento ha sufrido importantes revés durante los últimos años. La crisis de refugiados, los atentados terroristas o la pandemia global levantaron controles internos que no terminan de marcharse poniendo su razón de ser en jaque. Macron quiere impulsar una reforma "radical" y "en profundidad" reforzando la presencia policial en las fronteras externas. Para ello, propondrá la creación de un foro de ministros de Interior para que se reúnan de forma periódica en el marco de una especie de Eurogrupo de fronteras.
La Presidencia de las cumbres
Tres serán las cumbres europeas organizadas por París: una con África, otra sobre crecimiento económico que se prevé clave para el futuro de la fiscalidad europea y una última sobre Balcanes Occidentales, cuyo adhesión a la UE está en muerte clínica.
Pero la gran batalla comunitaria se seguirá librando en torno al Estado de Derecho, la que probablemente sea la crisis actual que más amenaza el futuro y la viabilidad del proyecto comunitario. Macron ha sido tajante con Orbán, pero con Polonia ha intentado tender puentes en un intento de revitalizar el triángulo de Weimar, el grupo formado por Berlín, París y Varsovia. El que arranca será un año fundamental en el pulso de los países iliberales con Bruselas. La Justicia europea emitirá fallos importantes que determinarán el porvenir de los fondos europeos de recuperación húngaro y polaco. "En el Estado de Derecho no podemos errar. Puede ser un gran error conseguir acuerdos en otros temas a través de comprometer el Estado de Derecho porque Europa puede colapsar", afirman fuentes galas.
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