Este artículo se publicó hace 17 años.
Guerra incivil
La cifra de 57,2 muertes por 100.000 habitantes registrada en Rio de Janeiro supera a la de muchos países en guerra.
Cuando siento que te fuiste, siento un dolor profundo. Pero sé que nos encontraremos en algún lugar". No es una declaración de amor. Ni una pintada callejera. La frase, tatuada con tinta negra en la espalda, es parte del mensaje desesperado que un padre (Claudio Daltro, funcionario público de Río de Janeiro) escribió a su hijo (Diego), en paradero desconocido desde marzo. Diego, de apenas 23 años, desapareció en la favela Jacarepaguá, tras discutir con un Policía Militar. Desde aquel día, ni rastro de él.
Como Diego, 10.464 personas han desaparecido en Río de Janeiro desde 1993, según la Comisaría de Homicidios. La cifra de desaparecidos es 54 veces más elevada que la registrada durante los 21 años de duró la dictadura en Brasil. El 70% de los casos están relacionados con tráfico de drogas, violencia policial o con las milicias y grupos paramilitares que ocupan 98 favelas en Río de Janeiro.
Es la guerra. Civil. Policial. Criminal. Lo que sea. Pero guerra, la palabra más usada por Sergio Cabral, el Gobernador del Estado de Río de Janeiro. Violencia que genera violencia. 118.770 asesinados entre 1990 y 2006 apenas en Río. 5.831 inocentes matados a bocajarro por la Policía. Un total de 153.508 años de vida perdidos anualmente, 420 por año, según un estudio del sociólogo Piquet Carneiro. 224 muertos anuales por balas perdidas, según datos de 2006. Una cruda realidad que la popular sambista Fátima Guedes retrata con ironía en sus canciones: "once tiros, y no sé por qué tantos, la realidad no rima".
[Flashback 1: Dos ametralladoras apuntan a mi cerebro. Los traficantes, bajo pasamontañas, me preguntan quien soy. La favela de Salgueiro, en Río, ha amanecido en guerra. Una persona murió asesinada en la madrugada. La Policía está rodeando la favela. Los vecinos de Salgueiro corren apavorados. Las balas silban en el aire. Estar con la persona apropiada, un músico de la favela, me salva la vida.]
La cifra de 57,2 muertes por 100.000 habitantes registrada en Río de Janeiro supera a la de muchos países en guerra. La media nacional, 27 por 100.000, coloca a Brasil en el cuarto peor lugar del mundo, según un informe la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación y la Cultura. Esta sórdida "guerra civil" provoca en Brasil casi 50.000 muertes al año, según el informe. "Es alarmante.
"La policía de Río mata a 1.400 inocentes por año. La política de fomentar la guerra del gobernador es contraproducente", asegura a Público Ignacio Cano, responsable del Laboratorio de la Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Y no es el único en denunciar la situación. Sergio Pinheiro, relator especial de Derechos Humanos de la ONU, acusó esta semana al gobernador Cabral de "incitar la violencia con su política de represión". La corrupción policial "generalizada", en palabras de Ignacio Cano, ayuda poco o nada. Cada seis días un policía militar es expulsado del cuerpo por irregularidades.
El Ejército, a las favelas
Desde el crimen organizado mató a 18 personas en diciembre de 2006 en Río de Janeiro, la oleada de violencia no ha remitido. Lula autorizó entonces el envío del Ejército a las favelas. Violencia contra violencia. Cuerpos de operaciones especiales. Batallas diarias en favelas controladas por traficantes. Y muertes, muchas muertes.
"Los habitantes de la favela viven exprimidos entre varios tipos de violencia. Tráfico, policía, milicias. Un vergüenza", asegura Luiz Machado da Silva, de Instituto Universitario de Estudios de Río de Janeiro.
[Flashback 2: Favela de Mangueira, Río de Janeiro. 4 niños armados hasta los dientes. Yo sólo pretendo llegar a la escuela de samba. Un menor me apunta con un reluciente Kalashnikov: "¿Cocaína o marihuana?", me pregunta.]
En Brasil hay muchas armas. 17 millones exactamente, según un informe de la ONG Viva Río. Un 49% con permisos legales. El resto, importado por los comandos del narcotráfico desde Paraguay, Bolivia o Colombia. Incluso compradas directamente a cuerpos policiales o al Ejército brasileño. "Lo peor de todo -afirma Antonio Rangel, responsable de desarme de Viva Río- es que apenas 4 millones de armas están en manos de bandidos. Muchas muertes en Brasil se producen por motivos triviales".
Rangel rememora con frustración el referéndum contra el desarme de octubre de 2005. Era la gran apuesta de Lula para acabar con la violencia. El 67% de los brasileños apoyaban la prohibición de armas. Pero la bancada da bala -un grupo de diputados con intereses en empresas armamentísticas- realizó una agresiva campaña de publicidad contra Lula.
El resultado: el 64% de los ciudadanos votó en contra de prohibir las armas. "El lobby armamentístico ganó. En un país donde las armas generan 30.000 puestos de trabajo y mueven 15 millones de euros en impuestos, las presiones fueron demasiado grandes", afirma Deniz Mitne, director del Instituto Sou de Paz.
En Brasil hay 420.000 reos. Y el número aumenta a un ritmo de 40.000 al año. Lula acaba de anunciar la creación de 160 nuevas prisiones. "Pero la solución no es crear más prisiones. Mantener un preso cuesta 220 euros al mes, dieciséis veces más que alfabetizar a un alumno", afirma Antonio Rangel. Y las cárceles brasileñas son sinónimo de motines, insalubridad y matanzas.
La sistemática violación de los derechos humanos en las prisiones ha llevado a Brasil a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en concreto por la muerte de 49 presos en una cárcel de Rondônia.
Becas para delincuentes
¿Hay salida del túnel de la violencia? ¿Acabará la guerra civil? André Fernandes, director de la Agencia de Noticias de las Favelas, afirma que sólo "cuando se invierta en infraestructura y educación en la periferia, donde el Estado está ausente".
Lula, por primera vez desde que llegó al poder, parece haber entendido el recado de los colectivos sociales. En junio, anunció a bombo y platillo la inversión de 75.000 millones de dólares para las favelas de Brasil.
Además, el Gobierno invertirá hasta el 2012 unos 7.000 millones de dólares en prevención de crimen. Y pagará incluso los estudios a delincuentes y familias de criminales. El nombre del programa: Beca Violencia.
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