LONDRES
La Constitución irlandesa estableció tras ser sometida a un referéndum popular y por eso ella misma establece que cualquier cambio que se quiera hacer en su contenido debe producirse respetando los mismos términos. Poco votan los irlandeses porque a la vista está que el texto, que se remonta a 1937, se ha quedado antiguo en más de un artículo. De hecho, ya lleva 35 modificaciones. Este viernes los irlandeses tienen en su mano someterla a un nuevo cambio, el asunto en cuestión: el divorcio.
En Irlanda el divorcio está reconocido desde 1995, cuando el ‘sí’ se impuso en otro referéndum por tan sólo un 50,3% de los votos. Pero hasta ahora -y así seguirá siendo si la consulta de hoy da un resultado negativo-, para que a una pareja irlandesa se le conceda el divorcio sus cónyuges tienen que demostrar que han vivido separados al menos cuatro de los últimos cinco últimos años. Por supuesto, si no están divorciados no se pueden volver a casar.
Y aunque la soberanía está en el pueblo, antes de meter la papeleta en la urna los irlandeses sólo podrán marcar una opción entre ‘sí’ y ‘no’ como respuesta a la pregunta de si están a favor del cambio. En caso de que gane el ‘sí’, los nuevos términos del divorcio los establecerá el parlamento. Y que nadie tire cohetes porque el Gobierno ha dicho que la legislación que plantearía ante la Cámara establecería en un mínimo de dos los años que una pareja deberá vivir separada antes de poder solicita el divorcio. Lo consideran un periodo suficientemente largo.
Los principales partidos de la oposición también se han mostrado partidarios del cambio y todo apunta que la población le dará un ‘sí’ mayoritario. Pero también se han hecho oír voces que temen que esta aprobación de ahora suponga que el parlamento “más adelante pueda reducir aún más el tiempo de espera (para lograr el divorcio)”, como, según la publicación católica Crux Now, sostienen los responsables de The Iona Institute, un conocido grupo de presión católico formado por expertos contrarios al aborto, la eutanasia, al matrimonio entre parejas del mismo sexo y a las parejas de hecho.
También la Iglesia Católica, de boca de Denis Nulty, presidente del Consejo para el matrimonio y la familia de la Conferencia de Obispos Católicos de Irlanda, ha respondido a la convocatoria del referéndum diciendo que “el bien común se serviría mejor apoyando y proporcionando recursos a las parejas y familias antes y durante el matrimonio”. En su declaración de hace sólo unos días, Nulty insistía en que “el matrimonio es esencial y fundamental para el bien de la sociedad” y que el número de divorcios podría verse reducido con “estrategias educativas a largo plazo que promuevan valores como la fidelidad y el compromiso”.
Sea por creencia, por lo largo del proceso… o por amor, la República de Irlanda es el país con el nivel más bajo de divorcios de toda Europa, a excepción de Kosovo. Según los últimos datos de Eurostat, sólo un 0,6% de cada 1.000 irlandeses se divorcian cada año; en España la cifra es del 2,1%. Y eso que, según la Oficina Central de Estadísticas, las cifras han aumentado en los últimos años: en 2016 hubo 103.895 nuevo divorciados, lo que supone 16.125 más que en 2011.
Entre ellos no están los matrimonios que hayan obtenido el divorcio en un país extranjero porque la legislación irlandesa no los reconoce. En estos casos ninguno de los cónyuges puede volver a casarse mientras el otro siga vivo. No al menos hasta ahora porque sobre eso se pregunta también en el referéndum que se celebra hoy. Concretamente con la misma única papeleta y la misma única pregunta que la cuestión de los plazos. Así que quien marque la casilla del ‘sí’ estará a favor de las dos reformas.
'El lugar de la mujer está en el hogar'
Lo que de momento no cambia en la Constitución irlandesa es el artículo 41.2, también conocido como el de ‘el lugar de la mujer está en el hogar’. Y decimos ‘conocido’ porque sobre él se lleva hablando años. De hecho, varias veces se ha fijado una fecha para someterlo a referéndum -la última el pasado 26 de octubre-, pero a día de hoy el texto no se ha tocado.
El polémico artículo establece literalmente que “el Estado reconoce que con su vida dentro del hogar, la mujer le da al Estado un apoyo sin el cual no se puede lograr el bien común” y reitera su idea añadiendo que “el Estado, por lo tanto, se esforzará por garantizar que las madres no estén obligadas por la necesidad económica a realizar labores de trabajo, descuidando sus deberes en el hogar”.
El debate está entre quienes creen que directamente habría que eliminar esos dos puntos de la constitución, como el senador laborista Ged Nash que los considera “sexistas y ofensivos”; quienes creen que habría que matizarlos; y quienes incluso han propuesto que se mantengan pero poniendo un genero neutro, como ha sostenido la Convención Constitucional -el órgano que debate las propuestas de cambios de la Constitución irlandesa-.
Y mientras unos y otros no se ponen de acuerdo, ahí está diciendo esas cosas el documento que rige el funcionamiento de todo un país.
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