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Junio, un mes clave para la guerra de Ucrania y el pulso de Rusia con la OTAN

El Ejecutivo ruso ha lanzado una carrera contrarreloj para completar en este mes la toma del Donbás y afianzarse entre la península de Crimea y el río Diniéper, antes de que el ejército de Kiev reciba nuevas remesas de armas pesadas de Estados Unidos que amenacen la consolidación rusa en esos dos frentes.

03/06/2022 El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ofrece declaraciones a los medios de comunicación tras reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a 21 de abril de 2022, en Kiev (Ucrania).
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ofrece declaraciones a los medios de comunicación tras reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a 21 de abril de 2022, en Kiev (Ucrania). Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa / Europa Press

La presión de Rusia sobre el este de Ucrania pretende, así, asegurar una ventaja en el tablero bélico ante la cumbre de la OTAN de finales de junio en Madrid, clave para garantizar más ayuda militar occidental al Gobierno de Volodimir Zelenski y restañar las crecientes grietas en el apoyo europeo a Ucrania.

Cuando se han cumplido 100 días del comienzo del conflicto, en Occidente se insiste en subrayar el fracaso de Moscú a la hora de lograr sus supuestos objetivos iniciales de la invasión, que habrían sido la defenestración de Zelenski y una rápida toma de Kiev. Unos supuestos cuestionables desde el punto de vista de la estrategia militar, porque en ningún momento el ejército ruso destruyó todas las infraestructuras críticas y básicas en torno a la capital ucraniana, paso indispensable en una guerra de ocupación total.

Se está obviando, además, que la captura de territorio ucraniano no se ha logrado contra un heroico ejército de partisanos y civiles resistiendo a la apisonadora militar rusa, como aún insisten algunos medios de prensa occidentales. Las fuerzas rusas desplegadas en Ucrania están combatiendo contra un ejército preparado y armado por la OTAN, especialmente por Estados Unidos, desde hace ocho años, con más de 80.000 soldados formados por especialistas occidentales y más de 5.000 millones de dólares en ayuda militar estadounidense antes del conflicto. 

Desde que empezó la guerra, esa asistencia militar de Washington a Ucrania se ha triplicado y el propio Congreso de Estados Unidos ha comprometido otros 40.000 millones de dólares, de los que más de la mitad serán en armas y asistencia militar.

EEUU se ha comprometido en enviar armas militares a Ucrania por un valor de 40.000 millones de dólares

Este presupuesto, el mayor dedicado por Estados Unidos en ayuda bélica a ningún país en lo que va de siglo, pretende dar la vuelta a lo que es ya una realidad: cerca de un 20% del territorio ucraniano está ya en manos rusas y no parece que esta enorme porción del país agredido vaya a retornar en breve al control de Kiev. Se alega que los avances rusos en el este de Ucrania han sido a costa de enormes pérdidas militares, pero si se contempla la estrategia de Rusia a lo largo de la historia, se olvida lo más importante. 

El Kremlin está dispuesto a todos los sacrificios necesarios, económicos y humanos, para conseguir sus metas militares. Sobre todo, cuando buena parte de su actual esfuerzo bélico es sufragado por la propia Europa Occidental con sus ingentes compras de gas ruso y cuando parecen garantizados nuevos compradores de la energía rusa en Asia a corto y medio plazo.

El presidente estadounidense, Joe Biden, tiene previsto viajar próximamente a Arabia Saudí para orquestar con el régimen de Riad una bajada de los precios del gas y, así, golpear a Rusia, favorecida por los precios más altos debido a la guerra y a la total dependencia de muchos países europeos de los hidrocarburos rusos. En una vuelta de tuerca más de la interesada diplomacia estadounidense, Biden deja atrás sus acusaciones contra Arabia Saudí, a la que calificó de estado "paria" por el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, y opta por asegurarse aliados en la guerra económica contra Rusia.

El gas sigue siendo el arma política de Rusia para torcer el brazo de Europa y mientras ese dinero siga llegando mensualmente, el ejército ruso ha de aprovecharlo para ayudar a pagar una ofensiva que no cesa y que se centra en zonas ya muy concretas. Las próximas semanas serán muy importantes para asegurar el control del Donbás, tanto en las regiones de Donetsk como en Lugansk, de ahí que Severodonetsk sea tan importante para la estrategia rusa. Los combates se han recrudecido en esta intersección de caminos del este de Ucrania y el ejército del Kremlin está recurriendo a su superior artillería para conseguir ese control.

Un informe de la inteligencia británica desvelado esta semana por el Ministerio de Defensa del Reino Unido indica que Rusia pretende controlar toda la región de Lugansk en el curso de las dos próximas semanas. Lugansk y Donetsk conforman la mayor parte de esa región del Donbás y albergan el campo de batalla entre las fuerzas prorrusas y las ucranianas desde 2014, cuando estos territorios reclamaron su derecho a separarse del resto de Ucrania y dio comienzo al conflicto armado que la invasión rusa ha solapado.

Las tropas rusas han tomado el control del 90% de la región ucraniana de Lugansk

"Rusia está consiguiendo un éxito táctico en el Donbás. Las fuerzas rusas han generado y mantenido el impulso y actualmente parecen tener la iniciativa sobre la oposición (militar) de Ucrania", afirma el informe. Añade que el ejército ruso controla ya "más del 90% de la región de Lugansk" y que este éxito se debe no solo a un "significativo" coste, sino al hecho de haber concentrado su mayor fuerza y potencia de fuego "en un único frente", dato que contradice a quienes pensaban que Rusia trataba de ocupar toda Ucrania cuando lanzó la invasión del 24 de febrero con un número de soldados muy similar al del ejército ucraniano.

Los informes de inteligencia apuntan también a la importancia que Rusia da a la ciudad de Jersón y sus alrededores, claves para eventuales avances desde el río Dniéper hacia el centro de Ucrania. Si cae el Donbás entero, será esta zona el futuro teatro de operaciones ruso. El anuncio estadounidense de que tiene preparada una nueva partida de armas para Ucrania, con misiles de corto alcance, podría poner en aprietos al doble teatro de operaciones ruso en Jersón y el Donbás, de ahí la prisa de Moscú para obtener en los próximos días una victoria militar que sea también política. La vista está puesta en los próximos 29 y 30 de junio, en Madrid.

En la cumbre de la OTAN que se celebrará esos días se escucharán muchas llamadas a cerrar filas dentro de la Alianza ante el enemigo no declarado que es Rusia y se coreará hasta la saciedad la intención de Finlandia y Suecia de adherirse al pacto atlántico. Pero poco se podrá decir sobre el fracaso de la apuesta de Estados Unidos para ampliar la Organización del Tratado del Atlántico Norte a Ucrania, una de las causas geoestratégicas que explican esta guerra.

Macron y Scholz pretenden retomar las negociaciones de paz de cara a la cumbre de la OTAN en Madrid

Tampoco es de esperar que se ponga sobre la mesa algún plan de paz trazado en Washington o Bruselas, que debería pasar por la renegociación del actual sistema de seguridad en Europa, puesto en solfa ya por Estados Unidos antes de la guerra. No fue Rusia la que se retiró unilateralmente en 2019 del acuerdo de prohibición de armas nucleares de alcance intermedio (INF), de 1987. Fue el país estadounidense, bajo la batuta del presidente Donald Trump. De seguir en vigor ese tratado, Rusia habría tenido menos argumentos de seguridad para oponerse a la incorporación de Ucrania y otros países como Suecia o Finlandia a la OTAN, pues seguiría garantizada la lejanía del territorio ruso de este tipo de armamento, muy útil para sostener el avance de un ejército convencional en una eventual invasión o para contenerla.

Lo que sí que surgirán en Madrid, si no abiertamente, sí entre bambalinas, serán las diferencias crecientes en el seno de la OTAN y la propia Unión Europea sobre la estrategia que se ha de seguir en Ucrania. Francia sigue insistiendo en que no se debe acorralar al presidente ruso, Vladímir Putin. Su presidente, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, han insistido en los últimos días ante el líder ruso para recuperar las negociaciones de paz.

En Europa se mira con mucha preocupación al desabastecimiento alimentario que se va a desatar en los próximos meses. La crisis alimentaria consecuencia de la guerra ha encarecido ya los precios de los alimentos a niveles que no se daban desde hace 60 años y cerca de 200 millones de personas en todo el mundo podrían en breve sufrir esas consecuencias. Ya lo está advirtiendo una y otra vez la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: el efecto dominó de la guerra de Ucrania se sentirá en todo el mundo y llevará a la hambruna a decenas de millones de hogares.

Rusia y Ucrania suministran el 30% del trigo y cebada mundiales, un 20% de las exportaciones de maíz y hasta un 75% del aceite de girasol, alimentos básicos en los países en desarrollo. En la cumbre de la OTAN de Madrid quizá el centro de las conversaciones debería ser el suministro de alimentos a nivel mundial más que los nuevos envíos de armas a Ucrania.

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