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El núcleo conservador de Alemania se rebela contra la CDU de Merkel

El Partido Cristianodemócrata teme la desconexión con los votantes en su gran feudo de Baden Württemberg

THILO SCHÄFER

Un hombre trajeado de avanzada edad enreda en una discusión sobre la energía nuclear a las tres militantes democristianas que han instalado un puesto de información en la Marktplatz de Stuttgart. 'Hace cuatro meses nos dijeron que las centrales eran seguras y ahora la Merkel se lo está pensando otra vez', dice en referencia a la moratoria de tres meses para evaluar la seguridad de los 17 reactores en Alemania que decretó la canciller después del desastre en la planta japonesa de Fukushima. 'Pero está muy bien si vuelven a revisar la seguridad, ¿no lo cree?', responde una de las activistas de la Unión Democristiana (CDU).

El giro radical del Gobierno en su política nuclear ha marcado la campaña para las elecciones este domingo en Baden Württemberg, muy a pesar de los conservadores. 'Es muy difícil comunicarlo a la gente', admite en tono resignado y cansado Ursula, que lleva toda la soleada mañana en esta céntrica plaza de la capital del land con sus compañeras de la CDU.

El giro radical del Gobierno federal en su política nuclear marca los comicios

Todas las encuestas auguran una debacle para el partido de Merkel en este Estado federado de diez millones de habitantes y motor de la economía alemana, su feudo más importante, donde lleva 58 años en el Gobierno. La CDU seguiría siendo el partido más votado con un 38%, pero la suma de los verdes (25%) y socialdemócratas (23%) arrebataría el Gobierno al democristiano Stefan Mappus y sus socios liberales del FDP, que teme por superar el umbral del 5% para entrar en el Parlamento de Stuttgart. El candidato de los verdes, Winfried Kretschmann que podría convertirse en el primer presidente regional de la historia de Alemania, y el del SPD,Nils Schmid, ya escenificaron la coalición rojiverde al aparecer juntos en varios mítines.

La euforia en la pequeña oficina de los verdes en un suburbio de Stuttgart es palpable. Un equipo de militantes jóvenes alguna se ha pintado el pelo de verde contestan centenares de preguntas de los internautas durante 72 horas ininterrumpidas. La mayoría se interesa por la energía nuclear. 'Después de lo de Japón ha cambiado el ambiente en la calle. Incluso votantes de la CDU me han expresado sus dudas respecto a la política energética del Gobierno', explica Gisela Splett, diputada regional y una de las principales candidatas de los verdes.

La catástrofe de Japón ha dado un empuje a las perspectivas de la formación ecopacifista en Baden Württemberg pero su ascenso empezó en verano pasado con otro tema medioambiental: la reforma de la estación central de Stuttgart. El megaproyecto multimillonario, bautizado como S21, prevé la construcción de una nueva terminal subterránea para acoger una línea de alta velocidad entre París y Múnich.Esto implica derribar parte del histórico edificio de la actual estación y la desaparición de parte del parque central de una ciudad moderna donde no sobran rincones atractivos.

Todos los sondeos auguran la debacle de la CDU tras 58 años en el poder

Desde hace meses, el parque ante la estación acoge un colorido campamento de tiendas y vivacs de los autoproclamados Parkwächter, los guardianes del parque. Tiene un aire de congregación hippy donde el son de tambores se mezcla con el hip-hop de algún altavoz. Los árboles centenarios, que sobrevivieron los bombardeos de la II Guerra Mundial y ahora están amenazados por S21, están decorados con cintas de color, fotos y ositos de peluche. Un cartel enorme que cuelga entre las ramas invita a 'mandar un saludo a Frau Merkel' en las elecciones de hoy.

Lo que empezó como un movimiento de protesta local saltó a las primeras páginas nacionales cuando el pasado 30 de septiembre la Policía cargó con una dureza más propia de los agentes de Mubarak contra una manifestación protagonizada por alumnos escolares. 'Vi cómo tumbaron a una chica de 15 años con los lanzadores de agua y también intentaron derribar así a la gente que se había subido a los árboles', recuerda Harry Walter, portavoz de la iniciativa contra el proyecto y cuyo aspecto sobrio difiere bastante de los habitantes del campamento. Un hombre de 60 años se quedó casi ciego tras recibir unacarga de agua en plena cara.

'La actuación de la Policía respondió a órdenes políticas. El Gobierno de Mappus quería dar ejemplo y amedrentar a los manifestantes', comenta Andreas delante de la caseta de información que han instalado en el parque. Las imágenes de la represión policial en una región que no destaca por el carácter protestón de sus habitantes causaron un shock en toda Alemania. Era la cara fea de la arbitrariedad del Estado contra sus ciudadanos, algo que parecía superado desde hace décadas.

La catástrofe de Fukushima ha acelerado el auge de los verdes

Después de aquel día, las manifestaciones semanales crecieron hasta superar regularmente las 10.000 personas. Para muchos ya era una cuestión de principios democráticos. 'Es un movimiento muy amplio, más allá de colores políticos. A la gente le motiva tanto el rechazo al proyecto S21 como la frustración con la política', explica Walter.

Finalmente, las autoridades se vieron forzadas a escuchar a los opositores al proyecto y se formó un comité de arbitraje presidido por Heiner Geissler, un veterano y respetado dirigente de la CDU. El resultado de meses de negociaciones fue una revisión de los planes pero no el abandono total del proyecto, tal como esperaban muchos de los manifestantes. Ahora apuestan por un cambio de Gobierno en Baden Württemberg. Los verdes, que están en contra de los planes, y el SPD, que está a favor, prometen convocar una consulta popular sobre S21.

A medio kilómetro del campamento de los guardianes del parque, el jueves se congregaron unas 200 personas frente al ayuntamiento para escuchar a los defensores del megaproyecto ferroviario. El alcalde de Stuttgart, Wolfgang Schuster, de la CDU, subraya la importancia de que la región con la economía más potente de Europa esté integrada en la futura red europea de alta velocidad. Se opone a que los ciudadanos se pronuncien en la consulta popular que propone la oposición. '¿Para qué la gente debería ir a votar el domingo si luego no vale lo que decide el Parlamento?', pregunta.

Entre los oradores en laRathausplatz también está un cura que no se corta al calificar de 'guarros' a los habitantes del campamento. 'Y no quiero ser gobernado por los simpatizantes de estos guarros', vocifera el padre Johannes.

Los 'guarros' también dejaron su nota durante el mitin de cierre de campaña de la CDU el viernes en Mannheim. En varias ocasiones, activistas antinucleares interrumpieron el discurso de Merkel. '¿Dónde están los lanzadores de agua', pregunta un asistente en voz alta.

'Hace cuatro meses nos dijeron que las centrales eran seguras'

La canciller y el candidato Mappus concluyeron una larga campaña en la segunda ciudad de Baden Württemberg, con una fuerte base obrera que la convierte en el bastión de la izquierda en un land tradicionalmente muy conservador. El primer ministro centró su discurso en la envidiable situación económica de Baden Württemberg: el PIB creció en 2010 un 4,5% más que la media nacional, y el paro (4,3%) está muy por debajo del resto de Alemania. El paro juvenil (2,7%) es el más bajo del continente 'en España es del 43%', recuerda Mappus. 'Somos los mejores de toda Europa', concluye este político de 44 años. Además subraya las sólidas finanzas del land. 'Sabemos manejar el dinero', asegura Mappus.

Sin embargo, la última gran operación financiera le ha salido por la culata a este gobernante temido por actuar de forma demasiado impetuosa. En diciembre compró, sin consultar siquiera a su ministro de Finanzas, la mayoría de la eléctrica EnBW, que el land había vendido hace años a la francesa EdF, por 4.700 millones de euros. Con los nuevos planes de Merkel, se cierran dos de los cuatro reactores nucleares de EnBW, lo cual supondría una pérdida del 30% del valor de la empresa, según cálculos del propio banco público de Baden Württemberg.

En Mannheim, Mappus no dedica ni una palabra al tema nuclear, algo que deja para la canciller que toma la palabra después de él. 'Acabo de llegar de Bruselas', arranca Merkel, y explica que se ha decidido someter todas las centrales nucleares en Europa a un test de estrés. En línea con su reciente voltereta criticada incluso por el excanciller Helmut Kohl la canciller asegura que el futuro es de las energía renovables, pero advierte de que 'no podemos desconectar nuestras centrales ahora para luego importar energía nuclear de otros países'.

Más de uno del millar de asistentes en el Mozartsaal de Mannheim se queda algo confuso. 'A nivel federal no votaría CDU', confiesa un joven a su pareja en la salida del auditorio, 'pero igual en Baden Württemberg nos hace falta'.

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