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El rebelde Benoît Hamon, favorito a liderar el socialismo francés en las presidenciales

Este domingo se celebra la segunda vuelta de las primarias de la izquierda en Francia. El exministro y el ex primer ministro Manuel Valls, que defienden propuestas antagónicas, se enfrentan por el alma del partido socialista a tres meses de las presidenciales.

El exministro de Educación y candidado en las primarias del Partido Socialista francés, Benoit Hamon, rodeado de periodistas en un acto de su campaña, en París. REUTERS/Philippe Wojazer

PARÍS- “Solos vamos más rápido, pero juntos vamos más lejos”. Con esa variante de una máxima quincemista comenzó Benoît Hamon su último mitin el jueves, tres días antes de la segunda y definitiva vuelta de la primaria socialista en Francia. Recomponer la izquierda y más concretamente, su partido, parece la prioridad del que ya se siente ganador de esta pugna por el control del PS francés, por delante de cualquier aspiración presidencial.

Tras varios días de caos en el recuento de papeletas, la comisión organizadora del escrutinio anunciaba a finales de semana los resultados definitivos de la primera vuelta, celebrada el domingo 22 de enero: con el 36% de los votos, el exministro rebelde y candidato más a la izquierda del socialismo francés se situó en cabeza, imponiéndose al derechista ex primer ministro Manuel Valls (31,5%) y al proteccionista exministro de Economía Arnaud Montebourg, (17,5%), entre un total de siete candidatos.

Unas 3.000 personas asistieron al último mitin de Hamon en Montreuil, frente a 800 participantes en el caso de su rival, una superioridad que se refleja también en las encuestas: según el último sondeo del Instituto Harris Interactive para Atlantico.fr, un 68% de quienes votarán el domingo desean que gane Hamon, frente a un 25% que apuesta por Valls.

Los apoyos de Montebourg, de la exsecretaria del PS Martine Aubry y de parte de los Ecologistas han contribuido a ampliar la base electoral de quien también es favorito entre los jóvenes.

Dos izquierdas “irreconciliables”

La primera vuelta despejó las medias tintas del debate y situó frente a frente a las dos izquierdas en lucha en el seno de un Partido Socialista que hace aguas.

Ambos candidatos sostienen programas antagónicos: el extitular de Educación, considerado un “frondeur” (disidente) del gobierno de François Hollande ha defendido un programa propio de la izquierda radical, con la apuesta por una renta básica universal y la promoción de la democracia participativa como ejes de su campaña. También ha incluido propuestas netamente ecologistas como la legalización del cannabis o la paralización de la construcción de un controvertido aeropuerto en la localidad de Notre-Dame-de-Landes, medidas como la eutanasia o la concesión de visados comunitarios para los refugiados, y puntos expresamente contrarios a las políticas del actual ejecutivo, como la abrogación de la reforma laboral o del estado de emergencia, dos iniciativas promovidas y defendidas a ultranza por Valls como jefe de gobierno.

Benoit Hamon (i) y Manuel Valls (d) se estrechan la mano tras e último de sus debates en la campaña de las primarias del Partido Socialista francés. REUTERS/Bertrand Guay

Benoit Hamon (i) y Manuel Valls (d) se estrechan la mano tras e último de sus debates en la campaña de las primarias del Partido Socialista francés. REUTERS/Bertrand Guay

Aunque ambos candidatos se reivindican herederos de la “segunda izquierda” de Michel Rocard, en Hamon puede verse “un intento, quizá más fiel, de restaurar la dimensión imaginativa y emancipadora de esta corriente”, consideraba el politólogo Fabien Scalona en un artículo en Mediapart, aludiendo a “su puesta en valor de la economía social y solidaria, su voluntad de lucha activa contra la discriminación” o “su ruptura con el imaginario del crecimiento (económico)” como dogma de fe.

Justo lo contrario que el primer ministro, miembro de la línea dura del partido y defensor acérrimo del productivismo. “Me opongo a la sociedad asistencial y del ‘farniente’. Yo estoy a favor de una sociedad del trabajo, a favor de la dignidad que procura el trabajo”, aseguraba en referencia a la propuesta estrella de su contrincante.

Presentándose como el candidato realista y pragmático frente al utopismo de Hamon, Valls, que inició la legislatura como ministro de Interior, ha reivindicado con orgullo su actuación al frente del ejecutivo socialista. También ha defendido su postura autoritaria en materia de seguridad y migración en un momento de amenaza terrorista, invocando una laicidad casi agresiva frente al fundamentalismo islamista.

La postura más flexible en materia religiosa de Hamon lo ha convertido en blanco de las burlas de la ultraderecha, que lo ha bautizado con un nombre árabe, aunque el candidato ha preferido reapropiarse del supuesto insulto: “Estoy muy orgulloso de que la extrema derecha me llame Bilal, es un bonito nombre (…) No dejaré este país en manos de los racistas”, aseguró en su mitin en Montreuil.

La expresión “izquierdas irreconciliables” fue empleada por primera vez por el propio Valls en verano del año pasado en alusión al centro-izquierda liberal abanderado por Emmanuel Macron, exministro de Economía y candidato independiente a la presidencial, y a la ultraizquierda de Jean-Luc Mélenchon, líder del Front de Gauche y candidato de de la “Francia insumisa”.

El ex primer ministro francés Manuel Valls en un acto de su campaña en las primarias del Partido Socialista galo, en la localidad de Alfortville, cerca de París. REUTERS/Gonzalo Fuentes

El ex primer ministro francés Manuel Valls en un acto de su campaña en las primarias del Partido Socialista galo, en la localidad de Alfortville, cerca de París. REUTERS/Gonzalo Fuentes

Con el avance de la campaña de la primaria de izquierda, sin embargo, los medios han extrapolado la aplicación del término a los dos elementos que combaten entre sí dentro del propio Partido Socialista francés. Y a diferencia de lo ocurrido en las primarias del PS en 2011, cuando todas las fuerzas hicieron piña en torno al ganador François Hollande, esta vez el apoyo unívoco al vencedor del domingo se antoja bastante improbable.

Los programas de ambos son tan opuestos que Manuel Valls se ha confesado “incapaz” de apoyar a Hamon y ha prometido “borrarse del mapa” si su proyecto pierde en las urnas, mientras que varios diputados “vallsistas” llaman directamente a apoyar a Macron en las abril si gana la primaria el candidato “radical”.

Incertidumbre ante las presidenciales

Despejada la incógnita Valls por su intención de mantener perfil bajo si es derrotado, quedan aún muchas dudas sobre las implicaciones de la previsible victoria de Hamon en estas primarias de la “Belle Alliance Populaire”, a escasos tres meses de las elecciones presidenciales, que se celebrarán entre el 23 de abril y el 7 de mayo.

Su posición a la izquierda del PS debería empujarlo a acercarse a Mélenchon, pero éste último no ha mostrado ninguna intención de aliarse con el socialista. Esta semana, el líder del Front de Gauche llegaba a asegurar que la renta básica universal propuesta por Hamon “no es demasiado seria”. Sabedor de que su techo electoral se sitúa “entre el 13% y el 15% de los votos”, considera el politólogo Jean Petaux, el candidato de la izquierda radical no ve interés en hacer frente común con el socialista.

Pero nada está escrito. Esta semana, un escándalo político ponía en la cuerda floja la candidatura del hasta ahora favorito al Elíseo, el líder conservador François Fillon: el miércoles, el diario satírico Le Canard Enchaîné desveló que su esposa, Penelope Fillon, se habría embolsado 500.000 euros como asistente parlamentaria suya y 100.000 como colaboradora en la revista de un amigo del candidato republicano. Nada ilegal en Francia salvo porque, al parecer, la mujer de Fillon jamás habría desempeñado ninguno de los dos empleos.

La filtración se ha traducido en un desplome instantáneo de su popularidad en las encuestas, y el candidato de derechas ha anunciado que si es imputado se retirará de la carrera presidencial.

Este episodio, sumado a uno similar protagonizado por la candidata ultraderechista Marine Le Pen en el Parlamento Europeo, allana el camino a Emmanuel Macron y también podría beneficiar una eventual alianza de la izquierda radical con el ala izquierda del socialismo. La elección del domingo cierra un capítulo del culebrón en que se han convertido las elecciones presidenciales, pero abre muchos otros.

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