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Desde el Teatro de Roma hasta la Bienal de Venecia: el viraje a la derecha de la cultura en Italia

La dirección de diferentes instituciones y centros culturales de Italia, en las últimas semanas, está siendo paulatinamente renovada a través de protagonistas conservadores de la intelectualidad transalpina: políticos, periodistas y músicos.

22/10/2022 - Gennaro Sangiuliano
Imagen de archivo del ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, en Roma, a 22 de octubre de 2022. MAURO SCROBOGNA / Europa Press

La hegemonía política de la derecha de Giorgia Meloni desembarca en el mundo de la cultura italiana. En las últimas semanas, la dirección de diferentes instituciones y centros culturales del país está siendo paulatinamente renovada a través de protagonistas conservadores de la intelectualidad transalpina: políticos, periodistas, músicos.

Bajo el tópico de que la cultura en Italia siempre ha sido de izquierda, la primera ministra transalpina ha depositado su confianza en el hoy ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, conocido periodista de la televisión pública italiana, como imagen visible de los cambios significativos a realizar en diferentes jefaturas de los principales símbolos culturales del país: el Teatro de Roma, la Bienal de Venecia, el Teatro Piccolo de Milán y el Museo MAXXI de Roma, entre otros. Con un ojo puesto, además, en los Premios David de Donatello de cine y la célebre Scala de Milán.

Si para la prensa progresista transalpina se trata de un "asalto" a la cultura por parte de los de Meloni, para Sangiuliano y su entorno se trata, simplemente, de alternancia política

Atendiendo a las informaciones recientemente publicadas en los principales medios de comunicación italianos, el Ejecutivo transalpino, a través de Gennaro Sangiuliano estaría meditando que su titular de Cultura perteneciera, de alguna forma, al consejo directivo de los Premios David de Donatello –los Goya italianos–; es decir, la institución que entrega los galardones más importantes del cine del país con forma de bota.

Lo más probable no es que Sangiuliano sea directamente un miembro oficial del consejo directivo, sino que alguien en su lugar, cercano al Gobierno y procedente de la mayoría parlamentaria de Meloni, sea quien opte a entrar en el selecto grupo que asigna las estatuillas doradas de la cinematografía transalpina.

El reciente nombramiento de Luca De Fusco como director del Teatro de Roma ha generado una fuerte polémica 

También el célebre Teatro alla Scala, el teatro de ópera más importante del país, está pendiente de renovar su dirección y el entorno de Meloni ya está pensando en un directivo afín a los conservadores. La conocida directora de orquesta Beatrice Venezi, reconocida simpatizante de la derecha de Meloni, podría ser nombrada próximamente como la responsable de uno de los principales teatros del país.

En la actualidad, ya hay instituciones y centros culturales que están dirigidos por personalidades destacadas cercanas o vinculadas al entorno de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. El periodista y escritor conservador Pietrangelo Buttafuoco, desde el pasado mes de octubre, es el director de la célebre Bienal de Venecia.

El también conocido periodista conservador Alessandro Giuli, por ejemplo, es actualmente el director del Museo MAXXI (Museo Italiano de las Artes del Siglo XXI) de Roma, el centro cultural de referencia en el ámbito del arte contemporáneo de la capital italiana.

La dirección del Teatro Piccolo de Milán está en manos de Geronimo La Russa, hijo de Ignazio La Russa, presidente del Senado, hombre de confianza de Giorgia Meloni y cofundador del partido de la jefa del Gobierno transalpino. Su elección como miembro del consejo directivo del Teatro Piccolo de Milán ha sido obra del propio ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano.

La controversia a nivel político y de medios de comunicación, en los últimos días, ha tenido que ver con el Teatro de Roma. El reciente nombramiento del nuevo director, Luca De Fusco, ha generado una fuerte polémica porque no ha tenido lugar con el habitual consenso entre los progresistas y los conservadores.

Por una serie de situaciones vinculadas al funcionamiento interno del consejo directivo, el nombramiento del nuevo responsable ha sido el fruto de una votación con la única presencia de los miembros conservadores, que han elegido a Di Fusco por unanimidad, animados por Roberto Mollicone, el responsable de Cultura de Hermanos de Italia (HDI), el partido nacionalista de Giorgia Meloni.

El diario 'La Repubblica' habla de "revanchismo, cultivado en los años vividos a los márgenes de la política"

El clima de controversia ha llevado a los actores y otros profesionales del sector, hace una semana, a manifestarse delante del conocido Teatro de Roma. El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, perteneciente al socialista Partido Democrático (PD), ha confirmado hace unos días que quiere llevar el caso a los tribunales.

"Me parece gravísimo lo que ha ocurrido en el Teatro de Roma. La cultura no tendría ni siquiera mínimamente que ponerse en cuestión por parte del mundo de la política", ha declarado en los últimos días al Corriere della Sera Fabrizio Parenti, director y actor italiano. Por lo contrario, Simona Baldessarre, jefa de Cultura de la región de Lazio, ha hablado al mismo diario empleando términos de "monopolización", "hegemonía" y "ocupación militar" de la cultura por parte de la "izquierda".

El periódico progresista más importante del país, La Repubblica, está siendo de los más críticos hacia Meloni y la derecha, que se está haciendo con la cultura en el país con forma de bota.

"Hay síntomas de revanchismo, cultivado en los años vividos a los márgenes de la política", se leía en los últimos días en un artículo de opinión del conocido diario, haciendo referencia al hecho de que la ultraderecha italiana de Giorgia Meloni nunca ha gobernado como protagonista del Ejecutivo transalpino: "El objetivo es claro: redefinir la cultura nacional con cánones diferentes al mainstream".

El célebre Corriere della Sera, en su característico comedimiento político, lo tiene claro hablando de "predominio" y "supremacía" política de las "ideas" que "viajan a través de las alas del poder de nombramiento" de la derecha italiana.

"Escoger personas expertas y de confianza para dirigir centros e instituciones culturales, y cuyas sensibilidades políticas coincidan con las de un Gobierno en activo, es algo normal en cualquier país", explica un alto funcionario de Cultura en Roma, entrevistado por Público.

Un funcionario del Teatro de Roma asegura que hay "tendencias artísticas" que encajan mejor en unas épocas frente a otras

Preguntado acerca de si es razonable que el color político de un determinado Ejecutivo influya, directa o indirectamente, en la dirección y programación de un centro cultural asegura que es "normal y legítimo", en la medida en que se trata de un sector marcado, en democracia, por la "libertad de expresión", en el sentido más amplio.

Ahondando en la respuesta, dicho funcionario explica que, como cualquier otro "ámbito humano" vinculado a lo "intelectual", admite que hay "tendencias artísticas" que encajan mejor en unas épocas frente a otras, del mismo modo que hay "orientaciones culturales" que se desarrollan más cómodamente en coincidencia con unos momentos políticos u otros.

El empleado público consultado por Público, de forma divulgativa, explica que sin que ello implique una "censura", es factible que haya "proyectos culturales" que tengan más "impulso" bajo un Gobierno respecto a otro. El riesgo implícito, como en cualquier otro ámbito humano, es el de la "autocensura". Pero también advierte de algo muy importante: "Más allá de los recientes casos, controvertidos, hay instituciones culturales, cuyos máximos responsables tienen un mandato que dura muchos más años que una legislatura", explica.

Esto tiene una explicación y es que hay proyectos culturales "que están por encima de cualquier tendencia política y cultural". Porque se trata de "proyectos culturales de Estado", donde por tanto el desarrollo de los mismos será siempre "de Estado" y estará por encima de cualquier signo y partido político. El mismo clima de colaboración debería tener lugar, desde luego, también en el resto de casos. Porque la cultura y el pluralismo que de ella se desprenden pertenecen a todos.

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