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"Soy un tratante de camellos"

Los milicianos de Zintan relatan cómo consiguieron capturar a Saif al Islam

MARIE-LOUISE GUMUCHIAN

Ni rastro del elegante jersey negro y los pantalones vaqueros que solía vestir. La barba de tres días se ha convertido en una espesa mata después de meses huyendo. Pero las gafas sin montura que enmarcan sus ojos y su fina nariz le siguen dando un aire distinguido.

Saif al Islam Gadafi era el sábado un prisionero vestido de tuareg y perdido en sus pensamientos, a bordo de un viejo Antonov de la Fuerza Aérea de Libia, que le lleva desde Obari hacia Zintan.

Su huida había terminado la noche anterior en un camino desértico perdido a unos 60 kilómetros de Obari, mientras intentaba escapar en dos vehículos todoterreno.

La unidad de Ahmed Ammar, la brigada Jaled Bin al Walid de Zintan, que lo capturó, llevaba semanas recorriendo el desierto: creían que Saif trataría de huir hacia Argelia o Níger. Hace unos días, recibieron un aviso de que un pequeño grupo de gadafistas intentaría huir por Obari. El sábado, en plena noche, avistaron los coches en los que viajaba Saif al Islam.

'Al ver los coches disparamos al aire y al suelo delante de ellos', dice Ammar. El pequeño convoy se detuvo.

'¿Quién eres tú?', espetó Al Ajami Ali al Atari, el líder de los milicianos, al hombre que parecía ser el principal pasajero del grupo. 'Abdelsalam: soy un tratante de camellos', fue la respuesta. Pero los milicianos ya le habían reconocido. Ammar le espetó: 'Yo sé quién eres, te conozco'.

'Él no dijo nada', recuerda Ammar. 'Al principio estaba muy asustado. Pensaba que íbamos a matarlo, pero entonces lo tranquilizamos: No te haremos daño'. Y cuando le pedimos que se rindiera, lo hizo', explicó. 'Luego preguntó de dónde veníamos, de qué ciudad, y respondimos que de Zintan. Nadie levantó un dedo contra él porque somos hombres de honor', recalca el miliciano.

Ya en el avión, Abdulá el Mehdi, el piloto, se dirigió también al hijo de Gadafi: 'Le hablé como si fuera un niño, le dije que no resultaría herido y le di mi palabra'.

Saif al Islam se encerró luego en sí mismo. Respondió con un 'sí' a la pregunta de una reportera de si estaba bien. Sobre los dedos de su mano vendados, se limitó a decir 'Fuerza Aérea, Fuerza Aérea. Hace un mes'. Aludía a un ataque de la OTAN del que escapó el 19 de octubre. Sólo reaccionó ofendido a la pregunta de si había negociado su entrega a la Corte Internacional de La Haya: 'Son todo mentiras'. Luego, mientras la periodista pasaba junto a él, sin decir una palabra, Saif al Islam la tomó un instante de la mano.

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