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Ucrania, frivolidad y corrupción en el corazón de la guerra

Las portadas de las revistas de moda no pueden sofocar el hedor de la realidad. Tampoco en el caso ucraniano.

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El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se hace un selfie con un militar ucraniano herido en Odesa, Ucrania, el 29 de julio de 2022. — Servicio de Prensa del Gobierno de Ucrania / VÍA REUTERS

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Las recientes fotografías del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su esposa, Olena Zelenska, posando para la revista Vogue muestran una Ucrania heroica de papel cuché que resiste a la apisonadora militar rusa y enaltece el combate de la democracia, representada por el líder ucraniano, contra el autoritarismo que encarna el líder ruso, Vladímir Putin. Pero las portadas de las revistas de moda no pueden sofocar el hedor de la realidad.

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Tampoco en el caso ucraniano. El relato épico del paladín Zelenski al frente de un país asediado por los bárbaros y que en parte ha sido fabricado en Occidente para justificar su apoyo con armas y dinero al Gobierno de Kíev no ha podido evitar estos días la constatación de que Ucrania sigue siendo uno de los países más corruptos del planeta y que la guerra está alimentando un polvorín que podría reventar en el futuro en cualquier parte.

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Nuevo fiscal ucraniano anticorrupción

Las presiones internacionales para que se nombrara un nuevo fiscal anticorrupción en Ucrania, tras dos años de vacío en ese cargo, dieron finalmente fruto esta semana con el nombramiento de Oleksandr Klimenko para esas funciones.

Ucrania antes de la guerra era el segundo país europeo más corrupto, solo superado por Rusia

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El riesgo de que buena parte del armamento occidental entregado en Ucrania para combatir a Rusia acabe en manos de traficantes de armas en destinos muy alejados de Europa, donde podrían provocar auténticos terremotos geopolíticos, había llevado a la Unión Europea, el G-7 y a los propios Estados Unidos, principal aliado de Zelenski, a incrementar su presión sobre Kíev en los últimos meses.

Ucrania antes de la guerra era el segundo país europeo más corrupto, solo superado por Rusia (según Transparencia Internacional), y el paraíso de contrabandistas, traficantes y mafiosos. El conflicto actual no solo no ha mejorado esta situación, sino que los convoyes de armas y municiones que ahora recorren el inmenso territorio ucraniano ya suponen pingües beneficios delictivos en el presente y serán el combustible de futuras crisis.

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Finalmente, y después de que Bruselas y el G-7 de los países más poderosos del planeta volvieran a insistir a Zelenski de la necesidad de ese nombramiento, Andriy Yermak, jefe de la Oficina Presidencial, anunció el pasado 28 de julio la designación de Klimenko como nuevo fiscal anticorrupción. Ya en diciembre había sonado su nombre, pero finalmente la guerra pospuso su elección.

Klimenko no es lego en el nuevo cometido que tiene ante sí. Había trabajado anteriormente en la oficina nacional de lucha contra la corrupción y conoce la trama que llevó a su antecesor, Nazar Kholodnytsky, a su dimisión en agosto de 2020, un turbio asunto en el que fue acusado de ayudar a varios funcionarios señalados por corrupción a evitar su enjuiciamiento.

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Esta Oficina Especial del Fiscal Anticorrupción fue organizada tras la Revolución del Maidan en Kíev, que condujo a la salida forzada del presidente ucraniano prorruso Viktor Yanukovich en 2014, una de las raíces oscuras del actual conflicto entre Rusia y Ucrania. Fue el nuevo fiscal general, Andriy Kostin, designado esta semana por Zelenski y respaldado por el Parlamento, quien firmó la orden del nombramiento de Klimenko.

Las purgas de Zelenski y los "topos" rusos

Kostin sustituía a Iryna Venediktova, destituida este mes de julio junto con el hasta entonces jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (el SBU), Ivan Bakanov, por las fugas de información clasificada que se habían producido en sus respectivos departamentos. Según indicó Zelenski, se habían incoado 651 casos de presunta colaboración con Rusia, con medio centenar de supuestos agentes de Moscú en las filas de las agencias dirigidas por Venediktova y Bakanov.

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Según indicó Zelenski, se habían incoado 651 casos de presunta colaboración con Rusia

En Bruselas y Washington se ha seguido con gran atención esta purga en departamentos claves para la seguridad del estado ucraniano. Estados Unidos colabora con Ucrania en la conformación de su sistema de inteligencia desde hace casi una década. Tras el inicio de la guerra, EEUU ha mostrado su firme convicción sobre la existencia de numerosos "topos" rusos en las principales instituciones oficiales ucranianas que, incluso, podrían estar entorpeciendo la respuesta bélica de Kíev.

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El interés de la Unión Europa en esta crisis que, directamente, ha llevado también al nombramiento del nuevo fiscal anticorrupción difiere un poco del punto de vista estadounidense. La Comisión Europea ha abierto las puertas para un futuro proceso de incorporación de Ucrania a la UE, pero las obstáculos son aún inmensos, especialmente en el ámbito de la corrupción.

Obstáculo insalvable

Bruselas reclama a los aspirantes a unirse al club europeo una serie de exigencias muy estrictas en lo que se refiere a la transparencia institucional y la lucha contra la corrupción. Si tales demandas no se cumplen, es muy difícil que la UE contribuya con los millones de euros de ayudas necesarias para la gobernabilidad y estabilidad económica con que facilita la adhesión de sus nuevos miembros. El caso de Ucrania es muy peculiar, porque es el primer país que pide su incorporación a la UE en medio de una guerra que ha desmantelado buena parte de su tejido productivo.

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En la Conferencia de Recuperación de Ucrania celebrada a principios de julio en la localidad suiza de Lugano, donde se pergeñó someramente la hoja de ruta para una reconstrucción del país, el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, cifró en 720.000 millones de euros el coste de esa reparación de la economía y las infraestructuras básicas ucranianas dañadas por la invasión rusa desde el pasado 24 de febrero. Una cantidad difícilmente asumible por una Unión Europea sacudida por la crisis derivada de la guerra y con muchos de sus miembros al borde de la recesión.

De momento, la UE se comprometió en Lugano a aportar mil millones de euros en asistencia destinada a cubrir las necesidades más urgentes. Ese monto se suma a los 1.200 millones de euros concedidos por Bruselas a Ucrania en el primer semestre del año y formará parte de una cantidad total cercana a los 9.000 millones de euros comprometidos en mayo por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Cifra muy, muy lejana de la demandada por los ucranianos.

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La corrupción en Ucrania fue uno de los temas más debatidos en Lugano, donde los expertos coincidieron en que ese país eslavo no está preparado en estos momentos para recibir semejantes sumas de dinero, que acabarían desapareciendo como muchas de las armas que están aportando los países europeos para ayudar, de momento con poco éxito, a la derrota rusa.

Zelenski, quien participó por videoconferencia en la reunión de Lugano, afirmó que la reconstrucción de Ucrania contribuirá a la paz mundial y que los miles de millones necesarios para levantar su país tendrán su contrapartida en jugosas oportunidades para las empresas participantes en esa recuperación.

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Von der Leyen, por su parte, dijo que Ucrania podría resurgir de esta guerra como un país más fuerte, "con un poder judicial y unas instituciones más sólidas, con éxitos en la lucha contra la corrupción".

Tormenta perfecta

Una consolidación, claro está, que pasa por el fin de la guerra y la devolución por parte de Rusia de los territorios ocupados en estos más de cinco meses de contienda, algo que no parece que vaya a ocurrir mañana.

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Ucrania corre un riesgo muy grave de convertirse en un estado fallido

Al contrario, Ucrania corre un riesgo muy grave de convertirse en un estado fallido debido precisamente a esa corrupción generalizada en todo el territorio en guerra, con la proliferación de grupos armados y paramilitares que en estos momentos luchan contra Rusia, pero que, en caso de alcanzarse un armisticio, parece poco probable que vayan a entregar sus armas y a renunciar al negocio de las mismas, promovido gratis y sin mucho control por parte de Occidente.

En una entrevista a la Anglo-American Press Association, el responsable de Interpol, Jürgen Stock, afirmó que buena parte de las armas enviadas a Ucrania por Estados Unidos y muchos países europeos tras la invasión rusa acabarán en manos de criminales y alimentarán la economía global en la sombra.

Según el secretario general de ese cuerpo policial internacional, una vez que termine la guerra, una marea de armas ligeras y pesadas procedentes de Ucrania inundarán los mercados internacionales, de ahí la necesidad de controlar al máximo las entregas de cargamentos armamentísticos a las fuerzas armadas ucranianas y a los grupos paramilitares que ahora luchan con ellas hombro con hombro contra Rusia.

"Una vez que callen las armas, vendrán las armas ilegales. Lo sabemos bien de otros teatros de conflicto, y los criminales ya se están fijando en ellas", afirmó Stock. Tales grupos mafiosos operan a nivel global, de forma que las armas de Ucrania acabarán en otros continentes también. Stock pidió recordar el caso de Afganistán, donde la precipitada salida de Estados Unidos el año pasado dejó en manos de los radicales talibán sistemas avanzados de misiles y todo tipo de armas y municiones.

Como ha pasado con Afganistán, la corrupción y las armas de alta precisión que hoy día proliferan en Ucrania conforman los vientos de la tormenta perfecta que puede estallar mañana en cualquier lugar del mundo.

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