La UE apacigua en Kiev las expectativas de adhesión de Ucrania y promete más sanciones contra Rusia
"No hay calendarios rígidos, pero sí objetivos", asegura Von der Leyen ante un Zelenski que pide abrir las negociaciones de entrada al bloque este mismo año.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Dos veces han sonado las alarmas antiaéreas de Kiev durante la cumbre UE-Ucrania que ambos países han celebrado este viernes en la capital ucraniana. La primera cita de este tipo celebrada desde el inicio de la guerra y la primera cumbre que los europeos celebran en un territorio en guerra activa. El encuentro deja una imagen más simbólica que de resultados concretos. El principal objetivo era sellar una escenografía de unidad con los de Zelenski. El elefante en la habitación del encuentro ha sido la adhesión de Ucrania al bloque comunitario. Ucrania quiere una vía rápida, algo que no se contempla en la capital comunitaria ni en la mayoría de capitales europeas.
Banderas, fotografías, halagos mutuos, palabras grandilocuentes. "Ucrania es la UE y la UE es Ucrania", ha señalado Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, en la rueda de prensa final. 16 comisarios europeos y el ex primer ministro belga se han desplazado al país en la antesala del primer aniversario de guerra, el 24 de febrero. Pero la UE desembarcaba en este país bajo las bombas con una maleta menos ambiciosa que lo que demanda Kiev.
Durante las dos jornadas de reuniones, los europeos han anunciado un paquete de 45 millones de euros para los trabajos de desminado. Un nuevo tramo de 500 millones de euros para financiar el envío de armamento. Durante estos casi doce meses, el bloque y sus 27 Estados miembros han empleado a este fin cerca de 12.000 millones. Parte de este dinero irá destinado a entrenar a los soldados ucranianos bajo una misión que pasará este año a instruir a 30.000 uniformados en el uso del material moderno, como los tanques de combate Leopard II, que llega en cascada de Occidente. Clave. Y por último se ha dibujado una hoja de ruta para estrechar la cooperación en los ámbitos de conectividad, comercio, tecnología, ciencia o Roaming para allanar así el camino del país oriental hacia el Mercado Interior.
Pero el gran tema que ha pivotado la cita ha sido la adhesión de Ucrania a la UE. El país consiguió el estatus de candidato de forma fugaz. Tan solo cuatro meses después del inicio de la invasión rusa. Pero en Bruselas sabían que este era un caramelo envenenado. Un paso importante y simbólico, que de facto solo se materializaba en una patada hacia adelante. El Gobierno de Zelenski espera culminar este proceso en dos años, algo que se antoja demasiado ambicioso e irreal en los pasillos de Bruselas. Francia llegó a hablar de "décadas" para ver a la bandera bicolor bajo la de las doce estrellas. En rueda de prensa, el presidente ucraniano ha asegurado que espera abrir negociaciones de adhesión este año. "No hay un calendario rígido, pero sí importantes objetivos y metas que conseguir", se ha limitado a apostillar Von der Leyen.
En Kiev, los europeos tenían la difícil tarea de no desanimar las aspiraciones y la moral ucranianas, por un lado, y de no atarse las manos con promesas incumplidas que en el futuro les pueden estallar en la cara. Como en alguna ocasión le han reprochado los países de los Balcanes Occidentales.
Pasaron 17 años desde que Macedonia del Norte consiguió el estatus de candidato hasta que se dio el pistoletazo de salida para estas negociaciones. Es cierto, que el país contaba con hándicaps fronterizos e históricos con Grecia o Bulgaria. Pero la situación ucraniana, un país en guerra, con problemas financieros, de corrupción y de Estado de Derecho enormes y con una parte ocupada por Rusia no son elementos baladíes. Von der Leyen y Michel se han esmerado para aplaudir "las impresivas reformas" de Ucrania durante estos doce meses. Pero la declaración conjunta final solo recoge "los considerables esfuerzos" e insta al país a continuar con este proceso profundo de cambios que fortalezcan sus instituciones y le permitan cumplir los criterios de Copenhague, las condiciones sine qua non para formar parte de la UE.
Sanciones contra las armas rusas
¿Qué ocurrirá ahora? La Comisión Europea presentará en octubre un informe individual sobre el estado y las reformas de todos los países que ostentan el estatus de país candidato. Y de ahí se hará una recomendación, que puede canalizarse en forma de un apto para abrir las negociaciones. Pero esta es una decisión que debe aprobar el Consejo por unanimidad. Y muchos países como Alemania, Francia o Países Bajos recelan de la premura en este proceso.
La sensación en Bruselas y en la mayoría de capitales es que Vladimir Putin prepara una gran ofensiva para conmemorar el primer aniversario de la guerra. En respuesta, Von der Leyen ha asegurado que para ese día, el 24 de febrero, los europeos habrán aprobado el décimo paquete de sanciones contra Moscú, que ha cuantificado en unos 10.000 millones de euros y que tendrá a la industria armamentística rusa en el punto de mira. El propio Zelenski ha lamentado que la presión punitiva de los europeos está decayendo. Y este va a ser uno de los grandes retos de la UE en los próximos meses.
Las sanciones han hecho mucho daño a la economía y sociedad rusa. Pero en menor cantidad de lo que se pensaba, algo que ha ocurrido de forma inversa en los cálculos sobre los bolsillos europeos. La UE ha castigado todo lo imaginable: joyas, petróleo, tecnología, sistemas financieros, oro, caviar, vodka. Y cada vez cuenta con menos margen de maniobra. La energía nuclear, el gas o los diamantes continúan exentos porque no hay unanimidad en las capitales.
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