Este artículo se publicó hace 3 años.
La ultraderecha europea busca reconfigurarse ante visos de fragmentación y debilidad
El próximo año dibuja un escenario incierto para la extrema derecha europea con elecciones clave en Francia o Hungría. Entretanto, las fuerzas ultras buscan reorganizarse en el Parlamento Europeo para consolidar su desmantelamiento desde dentro de la UE.
María G. Zornoza
Bruselas-
El polemista y escritor francés Eric Zemmour es la última cara ultraderechista en presentarse a la carrera presidencial para "salvar a su país". Como bien siendo frecuente, los líderes populistas difunden el mensaje de miedo y amenaza para generar votos. "Ya no es cuestión de reformar Francia. Hay que salvarla (…) Los Gobiernos anteriores nos han conducido a un camino de declive y decadencia", señaló en el vídeo en el que anunciaba su candidatura para llegar al Elíseo en las próximas elecciones de abril.
Su discurso recuerda al empleado por Víktor Orbán, primer ministro húngaro, durante sus últimas elecciones de 2018. "Hemos abierto el camino a la decadencia de la cultura crisitiana y a la expansión del Islam y Occidente se hundirá" o "la última esperanza de Europa es el cristianismo", apuntaló en el despegue de su campaña electoral. Ese mismo año, la Liga Norte de Matteo Salvini y el Movimiento 5 Estrellas pactaban la formación de Gobierno en Italia sentando un nuevo hito: por primera vez, un país fundador de la UE estaba liderado por fuerzas euroescépticas.
Pero algo se mueve. Y parecen brotar síntomas de debilitamiento de las fuerzas más radicales en buena parte de la UE. Zemmour, conocido por sus mensajes de odio a los musulmanes o por sumar acusaciones por supuestas agresiones sexuales, podría disputar y adelantar a Marine Le Pen. Pero parece poco probable que consiga arrebatarle la Presidencia al actual líder, Emmanuel Macron.
Tampoco se presentan unos comicios fáciles para Víktor Orbán, el rebelde iliberal de la UE. Tras once años de mandato incontestable, por primera vez todos los grupos de la oposición han sumado fuerzas para presentar una candidatura única que pueda disputarla el liderazgo magiar. Pétér Márki-Zay encabezará una lista de seis formaciones que aglutinan muy diferentes ideologías del arco parlamentario. Y en Italia, la Liga ha pasado de asumir el Ejecutivo a limitar su influencia a los Ministerios de Turismo y Economía. En este contexto, Fratelo de Italia –el único partido que no está en el Gobierno de coalición- está disputando el voto ultraderechista a los de Salvini.
La realidad política en Alemania está tradicionalmente marcada por el cordón sanitario a las fuerzas de ultraderecha. Eso no evitó que en los comicios de 2017, Alternativa para Alemania (AfD) entrase por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial en el Bundestag. La formación se convirtió en la tercera fuerza política del país y la primera de la oposición. Pero lejos de fortalecerse, su posición ha caído durante la legislatura. Las elecciones federales del pasado septiembre –las del adiós de Angela Merkel- la han relegado a una quinta posición. En un momento global fuertemente condicionado por la pandemia del coronavirus, AfD hizo de su apoyo a los antivacunas una de sus grandes apuestas electorales. Groso modo, la extrema derecha europea no ha conseguido transformar este escenario de crisis global impregnada por el miedo y la incertidumbre en votos, apoyo y confianza de los ciudadanos.
En el otro lado, otros gobiernos populistas se consolidan e incluso se refuerzan, especialmente en el flanco oriental. La Presidencia rotatoria de la UE está comandada en estos momentos por la Eslovenia de Janez Jansa, el apodado como el "Trump europeo" negacionista del cambio climático y con marcado talante xenófoba. Jansa pasó una temporada por las cárceles eslovenas tras recibir una condena de corrupción.
En la vecina Polonia, el Partido Ley y Justicia (PiS) –aliado de Vox en la Eurocámara- parece salir reforzada de la crisis política que durante meses sacude su frontera con Bielorrusia. El Gobierno de Varsovia ha aplicado la mano dura con los migrantes y refugiados atrapados en esa suerte de tierra de nadie que se ha convertido el bosque de Bialowieza. Existen varias denuncias de posibles devoluciones en caliente ilegales bajo el acervo comunitario y el Derecho Internacional. Bruselas ha cerrado filas con el país, a pesar de meses de tensión que culminaron en el Polexit legal, cuando el Tribunal Constitucional polaco declaró la supremacía de su Constitución sobre la Justicia europea. La mano dura en la gestión de la crisis bielorrusa y el respaldo inusual del resto de países europeos, ha facilitado que el PiS se sitúe en su mejor momento de popularidad en lo que va de año, según las encuestas de El Electoral.
Conversaciones en la Eurocámara
Esta semana saltaba la noticia en el medio húngaro 444 de que las principales fuerzas de la ultraderecha europea habían alcanzado un principio de acuerdo para crear una nueva familia política en el Parlamento Europeo. Aglutinaría a AfD, Fidesz, Agrupación Nacional, Liga, PiS o Vox sumando 113 eurodiputados y convirtiéndose en la tercera fuerza de la cámara. Sin embargo, la noticia fue desmentida poco después. El PiS polaco o el español Vox confirman a este periódico que no han tomado la decisión de abandonar el grupo de los Conservadores.
Las conversaciones para echar a rodar un nuevo partido euroescéptico en la Eurocámara llevan meses en marcha. Las abandera de forma más intensa el Fidesz, que tras abandonar el Partido Popular Europeo se encuentra en lo altillo de los sillones del Pleno en el grupo de los no inscritos. Este fin de semana habrá una nueva ronda de contactos en Varsovia. "El objetivo es proporcionar una representación sólida de personas soberanistas, antiinmigración y amantes de la libertad que respeten el comercio y los valores familiares. Viajamos a Varsovia el viernes para dar los siguientes pasos", confirmó a través de Twitter, Katalin Novak, vicepresidenta de Fidesz. Un encuentro que según medios italianos no contará con la presencia de la Liga.
Muchas teorías e ideas dividen a las fuerzas ultras. Pero todas comparten un mismo objetivo: cambiar y debilitar a la UE desde dentro y convertirla en una unión de Estados soberanos con menos escrutinio y competencias de Bruselas. De momento, hay conversaciones y declaraciones, pero su propia fragmentación hace imposible –por el momento- el acuerdo que sincronice a la vieja y nueva extrema derecha europea.
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