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Voluntarios individuales y ONG locales devuelven la vida a Nepal

Pese a las dificultades de movilidad y acceso han demostrado su efectividad para llegar más rápido a las zonas más afectadas por el terremoto con la ayuda humanitaria.

Edificios derrumbados y dañados por el gran terremoto en el distrito de Sindhupalchok. REUTERS/Navesh Chitrakar

ELENA DEL ESTAL

KATMANDÚ.- En la cinta transportadora de equipajes del aeropuerto de Katmandú no se acumulan sólo maletas. Decenas de cajas pasan delante de los pasajeros que acaban de aterrizar en la ciudad. Todas llevan la misma etiqueta: un fondo blanco en letras negras donde se puede leer: “Ayuda humanitaria. Shindupalchok. Nepal”.

Un grupo de unos 15 jóvenes se afana por recogerlas a toda prisa. Saben que el tiempo apremia y ya han perdido demasiado debido a las 5 horas de retraso con la que ha llegado su avión desde Delhi, donde viven.

Todos nacieron en Bhotang, una de las cientos de aldeas que se reparten en el distrito de Sindhupalchok, al este del país, donde según Naciones Unidas se estima que el 90% de las casas han quedado destruidas. “Son nuestra gente, es nuestro pueblo. No podemos quedarnos parados viendo por la televisión cómo todo está devastado y nadie llega hasta allí”, cuenta Suraj Tamang.

Es martes 28 de abril, tres días después del terremoto de 7.8 grados que sufrió el país de los Himalayas. Lo que Suraj y sus amigos no saben aun es que Sindhupalchok es una de las zonas más mortales del país: casi un tercio de los fallecidos se encuentran en este área y más de una semana después del seísmo aun existen poblaciones incomunicadas.

“Ahora lo que haremos es presionar al gobierno para que nos deje un helicóptero”, continúa Suraj, en el aeropuerto. “Si no lo conseguimos, intentaremos alquilarlo por nuestra cuenta. No hay acceso posible por carretera, pero no pararemos hasta que le llegue la ayuda a nuestros vecinos”, asegura.

Con un recuento oficial, hasta la fecha, de 7.200 muertos, de los 28 millones de habitantes que tiene Nepal, la ONU calcula que hay 8,1 millones de afectados, y que 1.4 millones de personas necesitan asistencia alimentaria.

Tras el anuncio el pasado sábado 2 de mayo por parte del Gobierno de Nepal de las “escasas posibilidades” de encontrar supervivientes, los esfuerzos tornan cada vez más hacia el reparto de ayuda humanitaria.

Comida, agua, mantas y tiendas de campaña son una prioridad, y a la espera de la movilización de ayuda internacional, existen personas que, individual y autónomamente, se organizan para llegar hasta las zonas más afectadas.

“Vamos a lugares donde no ha llegado la ayuda todavía. El ejército nepalí ya estaba aquí cuando llegamos, pero no había nadie repartiendo comida”

Voluntariado “automotivado”

Ganesh Rajak se autodenomina “voluntario automotivado”. Nació en Bhaktapur, una localidad a escasos 13 kilómetros al este de Katmandú, pero vive en Francia desde hace dos años. “El terremoto me pilló aquí. Llegué el 5 de abril para pasar un mes de vacaciones en casa. Mi billete de vuelta es para el día 7 de mayo, pero lo he cancelado”.

Ya ha estado repartiendo comida y medicinas. Hoy se ha unido a un grupo de mexicanos que están instalando contenedores para el suministro de agua. “Ahora el gobierno empieza a repartir, pero no es suficiente. Todo el mundo piensa lo mismo”.

Esa misma idea fue la que hizo que Prakash Ghimire y Rajiv Sharma estén ahora en Nepane, en el distrito de Sindhupalchok, en vez de en su Katmandú natal. “Primero tratamos de sobrevivir al terremoto. Cuando vimos por televisión lo devastada que había quedado este área decidimos venir aquí”, explica Prakash.

Ambos jóvenes muestran la misma motivación: ayudar a la gente de su propio país. “Somos voluntarios individuales”, explica Rajiv. Ellos mismos se organizaron para moverse y han conseguido que organizaciones como los Scouts de Nepal, 'Youth People' o el College de Saint Lawrence de Katmandú les preste los vehículos para llegar hasta allí.

“Vamos a lugares donde no ha llegado la ayuda todavía. El ejército nepalí ya estaba aquí cuando llegamos, pero no había nadie repartiendo comida”, continúa Prakash. En total son un grupo de seis amigos que se han dividido en diferentes zonas. “Dos personas más están en Shipapokhari y otros dos en Bande. Mañana tenemos previsto llegar a Nuako”, cuentan entre ambos.

Pancartas en Bhaktapur claman ayuda y sentencian 'Queremos saber como se distribuye la ayuda internacional'./ REUTERS/Athit Perawongmetha

Pancartas en Bhaktapur claman ayuda y sentencian "Queremos saber como se distribuye la ayuda internacional"./ REUTERS/Athit Perawongmetha

ONG locales

Tres mapas del distrito de Gorkha cuelgan de una pared en la pequeña oficina de 'Good Neighbour Internacional', una ONG local situada en la capital del distrito donde se registró el epicentro del terremoto. Un revuelo de gente se amontona enérgicamente en la puerta. Algunos viven en la zona, otros vienen desde Katmandú o Pokara. Trabajan junto al gobierno local, que les ha asignado cinco áreas. “Ahora vamos hacia Arunanang, una zona rural a seis horas de aquí por carretera”, explica uno de los diez hombres que carga sacos de comida y mantas en un camión. “Hemos comenzado las gestiones para conseguir helicópteros e ir a las zonas que son inaccesible por vía terrestre”.

“Está llegando mucho dinero para ayudas desde el extranjero. Queremos estar seguros de dónde van todos esos millones de dólares”

'My Earth Nepal' también es una ONG local. Un equipo de 6 jóvenes lleva cinco días centrado en tareas de saneamiento en Bhaktapur, de donde son. Van armados con sifones que pulverizan insecticida y con bolsas de cal que esparcen por los escombros que se acumulan donde antes había edificios. Además de ayudar de forma voluntaria y autogestionada a los vecinos de su ciudad, Sayam Gosha tiene otra preocupación: la transparencia. “Está llegando mucho dinero para ayudas desde el extranjero. Queremos estar seguros de dónde van todos esos millones de dólares” dice, secundado por los compañeros que le rodean.

En concreto se refiere a los 68 millones de dólares que, hasta la fecha, se han donado como respuesta a la catástrofe, según datos de la ONU. Cifra que se espera aumente en las próximas semanas pero en la que no se incluye lo invertido por estos voluntarios, personas que, autónomamente, han decidido participar en la reconstrucción del país por su cuenta. “Hasta ahora lo estamos haciendo todo con el dinero de nuestro propio bolsillo”, cuenta Sayam.

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