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Dinoseto: la delirante historia de un dinosaurio de boj en Vigo

El dinosaurio esculpido en un seto, según dijo en una ocasión el alcalde Abel Caballero, y así lo recogió la prensa local, "es el monumento más fotografiado de Vigo".

Dinoseto.
Dinoseto. Andrés Fraga

Poco después de mudarme a Vigo, comenzaron las visitas. No es que la ciudad olívica sea el punto álgido del exotismo cuando eres de Santiago, pero una acaba haciendo la ruta de los grandes hits de la localidad con los visitantes. He ahí el mar, he ahí la calle Príncipe y… he ahí el Dinoseto. Y, por favor, aprovechad para haceros el selfie, porque llevarse una foto con Dinoseto es casi obligatorio y tan esperado como las botellas de agua bendita con forma de Virgen María que mi abuelo había traído de su viaje a Lourdes. 

Podría decirse que hay una fractura generacional y que si haces este recorrido con vuestros padres (a menos que seas un niño y tus padres unos millennials…) verás una reacción concreta. Primero va la cara de no comprender nada, la sorpresa cuando insistes en que el dinosaurio es un icono de la ciudad y finalmente la pregunta. ¿Realmente tenemos que hacernos una foto con un dinosaurio de boj? 

Porque Dinoseto es, simplemente, eso: un dinosaurio de boj posiblemente un poco feo (hace unos meses tendría jurado y perjurado que es una de las cosas más feas que he visto en muchos años, pero es probable que ya me esté aviguesando) y con una mirada inquietante. Durante mucho tiempo estuvo acompañado por un huevo, de una cría que fue prometida y que tardó casi tanto en llegar como si hubiera sido un tramo del AVE. Ahora Dinoseto no está solo, porque el huevo eclosionó y tiene a Dinosetiño con él, con el mismo look-and-feel verde, hortera (puede que Dinoseto sea a los jardines públicos lo mismo que las riñoneras a los accesorios, pero no digamos nada) y de mirada igualmente inquietante. Aunque, en realidad, Dinoseto, hijo o no de por medio, nunca estuvo realmente solo. Siempre tuvo un flujo constante de visitantes haciéndole fotos (al principio todo era más libre y tuvieron que le poner photocall y una separación, porque el exceso de visitantes estaba haciendo daño al boj).

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No hay que pasar mucho tiempo a su lado (y ahora Dinoseto es un recurso muy fácil para quedar en un lugar visible de fácil encuentro) para ver unos cuantos ejemplos. Sí, muchos son niños que quieren una foto con el dinosaurio… Pero muchos ya no son precisamente niños. La foto no conoce de grupos generacionales. Dinoseto es un ídolo kitsch al que el pueblo ha decidido amar. Dinoseto es en cierto modo como Eurovisión: feo, excesivo y risible, pero, al mismo tiempo, adorable y material para las más entusiastas pasiones.

La historia de Dinoseto no es difícil de investigar porque Dinoseto es, antes que nada, un hijo de la época del viral. El dinosaurio de boj, según dijo en una ocasión el alcalde de Vigo, Abel Caballero, y así lo recogió la prensa local, "es el monumento más fotografiado de Vigo". Una rápida búsqueda en Instagram demuestra que hay por lo menos 2.442 publicaciones etiquetadas con el hashtag #dinoseto, aunque eso no implica que sean todas las que existen en las redes sociales tomadas y publicadas con el dinosaurio (seguramente sean muchas más). También hay más hashtags, casi tantos como visiones de Dinoseto se puedan tener, desde los más populares como #dinosetoforpresident, #dinosetostyle o #dinosetotequeremos, a las menos maistream como #dinosetoputojefe o #dinosetoobsoleto (la cara y la cruz de la visión de la escultura de boj). Dinoseto aparece ya en Google Maps como atracción turística local, y si una teclea el término en Google, el buscador muestra 35.200 resultados (« Sireno Vigo» aun le gana con 44.300 resultados, pero por poco). 

Pero lo cierto es que fuera de Internet es imposible, si se pasea por las calles de Vigo, no encontrar a Dinoseto sea como sea y sea donde sea. Dinoseto protagoniza todas las campañas municipales, o eso parece cuando pasas un tiempo en la ciudad. A Dinoseto lo vimos en carteles cargando bolsas de las rebajas o celebrando la navidad (los buses urbanos estaban llenos de dibujos de dinosaurios deseando buenas fiestas). En esas fechas, por otra parte, viste una bufanda luminosa y tiene un papel destacado. Hace unos años fue el protagonista real de la cabalgata de los Reyes Magos, de temática jurásica y en la que convivían dinosaurios y trogloditas en una especie de extraña fantasía que podría ser el delirio de un creacionista, pero que era a exaltación máxima de la dinosetomanía. No tuvo vacaciones: durante el carnaval fue el protagonista de una escultura especial a la que una fantasma llamada Anti-Vigo le impedía avanzar. Desde fuera todo es excesivo (la mejor expresión para explicar todo esto es la inglesa, over-the-top) y un tanto delirante. Todo es una dinosetada, algo que hay casi que vivirlo para comprenderlo. ¿Por qué la cabalgata de los Reyess está llena de dinosaurios?, te preguntan los que no viven en la ciudad. Resulta difícil dar una respuesta clara…

Dinoseto es, como apuntábamos, hijo de la era de Internet y es probable que muchos recordemos perfectamente el día en el que se convirtió en tema del momento en las redes sociales, porque muchos lo seguimos en tiempo real tuits mediante. Unos trabajadores de mantenimiento llevaron una escultura de boj con forma de dinosaurio para poner en una rotonda de la calle Rosalía de Castro y, aunque la retiraron pronto, las fotos ya estaban hechas y bien compartidas en las redes sociales. «Es una zona pija en la que no querían esa cosa», decía una viguesa con la que hablé del tema. Toda vez que esa calle tiene unos bojes con forma de flores la teoría resulta un tanto sorprendente (tan chapucero parece un diseño como el otro…). En aquel momento, se dijo que todo había sido una equivocación y que el dinosaurio tenía como destino real un parque en la zona de Navia. 

Dinoseto.
Dinoseto. Andrés Fraga

Pero este comienzo vital fue la clave de su fama. Es ya una frase hecha y más que hecha, pero dejadme emplearla: ¡las redes sociales echaban fuego! El mismo nombre de Dinoseto fue acuñado por los internautas, que incluso compartieron fotos haciendo un seguimuento de los avistamientos por carretera del dinosaurio de boj mientras era llevado a un nuevo destino. Puede que el dinosaurio hubiera sido una horterada y puede que fuera (insisto) la cosa más fea jamás vista por el hombre (o a lo mejor no, para gustos, colores), pero convertido en Dinoseto era el hijo bien amado de la red. Era el rey del trending topic y un material tan bueno para memes que era imposible dejarlo marchar.

No se marchó: acabó en la misma Puerta del Sol viguesa, el epicentro de la ciudad y el lugar del Sireno, estrella caída ante el fulgor del dinosaurio. Comenzaba así ya no sólo su carrera como estrella de las redes sociales, sino también como ese símbolo y material usado una y otra vez por el Ayuntamiento que ya conocemos.

Dinoseto, la estrella del Facebook

Dinoseto tiene una presencia propia y dinámica en las redes sociales, aunque no es exactamente oficial. Dinoseto tiene un activo perfil en Facebook, en el que muestra una personalidad muy definida, brutalmente irónica y divertida. Su fan page no está gestionada por el Ayuntamiento (aunque como me explicó una vez una amiga viguesa el propio Caballero ha respondido a las preguntas que el Dinoseto de Facebook le hace online desde su tertulia ciudadana en la tele local), sino por un vigués que se mantiene en el anonimato. 

Dinoseto (el de Facebook) habló conmigo vía red social (el de verdad no quiso hablar y se mantuvo altivo en su photocall del centro) y me explicó que detrás hay una persona con «conocimientos y experiencia en social media y community management y con ganas de divertir y concienciar a la gente a partes iguales». «Probablemente (soy) el mayor —o de los mayores— fans del propio Dinoseto», explica. La página en Facebook empezó en el momento álgido de todo el Dinosetogate (acuñemos nosotros también un término). Comenzó «el mismo día en el que todo sucedió» y en las primeras jornadas ya tenía 3.000 seguidores. Y el Dinoseto del Facebook me dice algo que ayuda a comprender bastante el éxito del dinosaurio de boj en su fulgurante carrera como emblema de la ciudad: "Uno de los principales motivos del éxito de Dinoseto y de mis páginas es, sin duda, la original, divertida y crítica forma que la gente de Vigo tenemos de entender la vida y todo lo que nos sucede y rodea". 

"El Dinoseto me parece una idea caralluda", me dice Alfonso, uno de los turistas que se encuentra en el centro de la ciudad con el dinosaurio, convencido de que el boj jurásico ayuda a atraer gente a la zona, gente que luego consume en las cercanías. «Toda ciudad tiene sus peculiaridades y Vigo tiene un Dinoseto que a mí particularmente sí que me gusta», añade. Raquel, otra visitante, pensó tras verlo qud era gracioso «y algo como el Puppy de Bilbao». «Como algo anecdótico y gracioso pienso que está bien», indica, «no está mal, pero Vigo tiene cosas más icónicas», añade. Para algunos la fama de Dinoseto viene incluso de antes: "Yo al Dinoseto lo conocí a través de Twitter, que alguien me pasó una foto", recuerda Rocío, a quién entonces le hizo gracia. "Lo que ya me parece un poco más cutre es que lo empleen desde el Ayuntamiento para todo. Eso le quitó toda la gracia", asegura, "pero el comienzo me pareció genial".

"Pienso que Dinoseto pienso es el mayor exponente de la buena gestión de imagen de Caballero", dice María, una viguesa que reconoce que es fan del Dinoseto y no tanto de las políticas de su alcalde. "Donde otro alcalde vería un fallo y habría ido rápidamente a cambiarlo, Abel Caballero no sólo rescató el dinosaurio ante el clamor popular, sino que además lo puso en el mismo centro de Vigo", afirma mientras hablamos de cómo el Dinosetogate y su reconversión en símbolo es una estupenda historia de construcción de la imagen en los tiempos de las redes sociales, mientras ella me explica todos los vínculos que ve con la comunicación política. Es algo que, sea como sea, el alcalde logró llevar a su terreno, asegura. 

Y, en fin, cuando le confieso que como recén llegada todo este bum de los dinosaurios (porque, por cierto, hay más cosas dentro de la misma temática por la ciudad adelante) me parece un poco excesivo, ella reconoce que sí, que como habitante de siempre de la ciudad también lo ve. "Tengo la sensación de que en ocasiones roza el ridículo el tema de los dinosaurios", apunta. "No es preciso que todo en Vigo sea de Dinoseto", añade. Porque no es que en Vigo hayan aparecido huellas de dinosaurios como en Teruel, o que se tenga una colección fascinante de restos de dinosaurios en un museo local. El dinosaurio podría haber sido cualquier otra cosa y a nadie le tendría por que parecer mal. 

"Creo que la línea que separa el hecho de que Dinoseto sea, seguramente ya, el mayor símbolo de la ciudad, y el hecho de que se nos haya ido el tema de las manos… Es tremendamente fina…", reconoce con humor el Dinoseto del Facebook. "Pasó el momento de Dinoseto y se está perdiendo interés?", pregunto. "A lo mejor sí que bajó un poco el interés en Dinoseto, pero eso es algo lógico y comprensible, teniendo en cuenta el tremendo bum inicial y lo mucho que se estuvo sobreexplotando su imagen por parte de las altas instancias", me dice. 

Si el momento de Dinoseto como ídolo kitsch de la ciudad tiene los días contados (que lo dudo) es bastante probable que no tarden mucho en encontrarle sustituto como elemento de atracción en lo exuberante y llamativo. Al fin y al fin y a la postre, fue la misma ciudad de Vigo la que inauguró otro verano una ciberfuente, un giro más en el muy español concepto de rotonda-con-cosas, que incluye varias pantallas led que muestran imágenes de Vigo y previsiones del tiempo. "Esto va a ser cómo Times Square, pero mucho mejor", prometía (¿medio en broma, medio en serio?) el alcalde en la inauguración, «porque va a estar en Vigo, al ladiño del mar".

Dinoseto.
Dinoseto. Andrés Fraga

"Claro que, por supuesto, yo no pensaba en el tema de si Dinoseto se iba a convertir próximamente en algo demasiado 2015" cuando compraba unos días antes las galletas de Dinoseto. Encontrar merchandising de Dinoseto no es muy difícil, aunque sí lo es prever el que pasará en el futuro porque, según ha publicado la prensa local, el Ayuntamiento ha convertir el dinosaurio de boj en marca iregistrada. Justo frente al propio Dinoseto venden unas galletas en la pastelería Sémola. Sus galletas son más riquiñas que el propio Dinoseto, todo sea dicho (el de verdad tiene ese aire ligeramente inquietante…), y las dependientas de la panadería son muy amables, así que no fue complicado hablar con ellas sobre el dinosaurio y su versión dulce. Y sí, la gente compra galletas de Dinoseto (son bastante populares). Las compran los padres para los niños, fans entusiastas especialmente cuando están en esa edad en la que los dinosaurios les parecen lo más. No las compran los turistas extranjeros y sí las compran los adultos para hacer regalos y para hacer la gracia.

Así que a Dinoseto, al final, hay que mirarlo siempre con esos ojos, los de no acabar de tomarlo de todo en serio. Para comprenderlo y, sobre todo, apreciarlo.

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