El patrón machista de Rubiales, paso a paso: la filtración del vídeo de Jenni Hermoso es el remate
La filtración de un nuevo vídeo en el que Jenni Hermoso aparece alegre y celebrando pocas horas después de ganar el Mundial supone una vuelta de tuerca en la revictimización de la jugadora.
Marisa Kohan
Madrid-Actualizado a
El caso Rubiales lleva diez días copando las agendas informativas dentro y fuera de nuestro país. Nunca un caso de violencia sexual en el deporte había ocupado tantas portadas ni concitado reacciones desde sectores y territorios tan variados. En el centro de la polémica está la negativa del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, a reconocer los hechos que millones de espectadores contemplaron en directo el pasado 20 de agosto, cuando la selección española ganó el Mundial de fútbol femenino en Sidney.
No fue sólo su actitud soez en la grada, cuando para celebrar la victoria se llevó la mano a los testículos en un gesto tremendamente inapropiado para un representante institucional, máxime cuando al lado tenía a la reina de España, Letizia, y a su hija menor. Tampoco por haber cargado como un saco a una de las jugadoras por medio del terreno de juego. Fue por besar sin consentimiento a Jenni Hermoso durante la entrega de las medallas. Un puzzle de situaciones imposibles de separar y que invita a analizarlas como un todo.
Sobre su actitud grosera en la grada, Rubiales bajó la cabeza y el tono de voz y entonó un constreñido mea culpa durante la asamblea extraordinaria de la RFEF, celebrada el pasado viernes. Se disculpó por la presencia de la reina, fundamentalmete. Sin embargo, sobre el beso no consentido a Hermoso, afirmó que no había hecho nada malo y que había sido consentido.
Un día antes, la RFEF había sacado uno nota oficial utilizando unas supuestas palabras de la jugadora en las que ésta afirmaba que había sido "un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un Mundial". Unas citas que, según publicó Relevo, no correspondían a la jugadora y habían sido inventadas después de que Hermoso se negara a salir en un vídeo con Rubiales. Además se supo que tanto el ya expresidente de la Federación y Jorge Vilda, el entrenador de la selección, habían presionado a la familia de la jugadora.
Fue Hermoso quién se encargó de desmentir las maniobras de Rubiales. En un comunicado hecho público por el sindicato Futpro, que la representa, la futbolista desmintió categóricamente que se hubiera tratado de un beso consentido. Un extremo que volvió a reafirmar un par de días más tarde en un comunicado difundido por las redes sociales.
La estrategia de Rubiales y de su entorno más cercano para defender su postura ha sido desde entonces exponer a Jenni Hermoso y acusarla de mentir. Durante la junta de la RFEF, Rubiales puso la carga sobre ella, afirmando que había sido iniciativa de la jugadora "acercar su cuerpo" y consentir el "pico".
El vídeo de la mala víctima
El último episodio tuvo lugar este martes, mediante la distribución de un vídeo tomado pocas horas después del triunfo, en el autobús que trasladaba a las jugadoras y al equipo técnico tras ganar el Mundial. Curiosamente las imágenes fueron filtradas a Luis Alvise Pérez, del ultraderechista Libertad Digital, quien se encargó de distribuirlas y hacerlas virales.
En el vídeo se ve a Jenni Hermoso con una botella en la mano y un teléfono en la otra, riendo, celebrando y haciendo mofa con sus compañeras del beso no consentido. Poco antes, en los vestuarios, había dicho a sus colegas que eso no "le había gustado", pero en este vídeo, también robado de la intimidad de las mundialistas, Jenni está feliz. Todo esto ocurre mientras la madre de Rubiales (en una surrealista huelga de hambre) y las primas del exdirectivo denuncian a los cuatro vientos que Jenni miente y que hay una caza de brujas contra él.
Rubiales sigue paso a paso las tácticas del perfecto maltratador
Según varias expertas consultadas, Rubiales sigue, una a una, las tácticas del perfecto maltratador y cada paso que da le hunde un poco más en la ciénaga del machismo más retrógrado.
"Lo que estamos contemplando en primicia es el ciclo de la violencia sexual. Primero se minimizan los hechos y se ridiculiza a la jugadora afirmando que es una exagerada; y cuando se siente acorralado intenta desacreditar a la víctima con vídeos o con lo que tenga a su alcance", afirma la psicóloga Marisol Rojas, experta en violencia de género.
El objetivo de Rubiales es mostrar que ella bromea y no está afectada, es decir, que no es una auténtica víctima. "Tenemos en el imaginario colectivo que una víctima es alguien que sufre, que tiene que estar afectada y que no puede hacer una vida normal. Para ser una víctima tienes que estar destrozada, por lo que se entiende que mostrarla en una situación distinta supone un claro intento para desacreditarla", abunda Rojas.
No es una estrategia nueva. Tal y como recuerda la politóloga Cristina Fumanal, esto ya le pasó a Nevenka Fernández y a la joven víctima de La Manada, a la que espiaron después de la violación para intentar demostrar en el juicio que no estaba afectada. La defensa de los agresores llegó a presentar como prueba imágenes de la joven recopiladas por un espía que indagó en su vida personal.
Una caza de brujas contra Hermoso
"Que a Jenni Hermoso la iba a intentar desacreditar desde todos los puntos de vista, lo sabíamos. Esto le ha pasado a todas las mujeres que un día fueron valientes y decidieron denunciar una violencia machista", afirma Fumanal. Esta experta califica el último vídeo filtrado como una caza de brujas y una revictimización de la fustolista.
"Una cosa es que sufras un abuso de poder como un beso delante de todo el mundo sin haberlo pedido, sin haberlo querido, porque un hombre ha querido dártelo de forma unilateral; y otra es que decidas amargarte la noche más feliz de tu vida y amargársela al resto de tus compañeras", razona la politóloga.
"Hermoso y las chicas solo querían ser campeonas, pero no heroínas y se vieron forzadas por una situación que ya era insostenible. Lo que pretenden con este tipo de contenidos es hacer que la denuncia no merezca la pena. Que las mujeres prefiramos mirar hacia otro lado, porque nos convierten en mujeres malas. Pero sólo queremos justicia, dejar una sociedad más igualitaria a las mujeres más jóvenes a las nuevas generaciones. No somos mujeres que hacen que hombres buenos sean crucificados. Lo que intentan es desacreditar hechos que fueron vistos por los ojos de todo el mundo. Comportamientos absolutamente impropios de abuso de poder frente a una jugadora que no quería ser víctima y que se ha visto obligada a ser heroína", concluye Fumanal en un vídeo compartido en sus redes sociales.
Para Mireia Forner, psicóloga clínica del Equipo EMMA del Hospital Universitario Vall de Hebron, el debate que ha disparado el caso Rubiales es interesante y oportuno porque se trata de un problema sistémico. De hecho, diversos estudios apuntan a que cerca de un 40% de las mujeres han sufrido a lo largo de su vida algún tipo de acoso sexual, que puede ir desde lo verbal o tocamientos no deseados a casos más graves.
"Siempre se busca la víctima perfecta que responde de la forma en la que se espera, pero la realidad es que, en una situación así, lo más probable es que haya sufrido un shock por una situación inesperada en un ambiente público, rodeada de gente y cámaras y con un superior jerárquico. La presión social es importante y la respuesta es imposible o no puede hacerlo como hubiera querido. Lo habitual en este tipo de situaciones traumáticas por agresiones sexuales es que las víctimas tiendan a quedarse quietas y a tirar hacia adelante. La reacción sólo llega a posteriori, cuando es capaz de valorar lo ocurrido", explica Forner.
La experta afirma que este caso tiene dos elementos principales: el no consentimiento y la diferencia de poder. Forner reconoce que es una pena que la victoria del equipo se haya visto eclipsada por la conducta de un hombre y por la tremenda presión que se está ejerciendo sobre una de las protagonistas de la victoria: Jenni Hermoso. Se ha visto en los medios, en las redes sociales y en el debate social. Está comprobado que las personas que viven una situación de violencia sexual y su propio entorno familiar sufren, además, un juicio externo no exento de culpabilización. El 95% de ellas padecen la opinión ajena sobre su respuesta y sobre su actitud, por lo que la revictimización es una realidad y mucho más en este caso tan mediático.
Forner también lamenta la poca reacción de los compañeros futbolistas, con algunas excepciones. "No rechazar la violencia es posicionarse", concluye.
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