Opinión
China acelera el abandono del dólar

Por Pedro Barragán
Economista y asesor de la Fundación Cátedra China
-Actualizado a
Cae el volumen de bonos del Tesoro norteamericano en poder de China y suben sus reservas en oro.
La señal es clara: China sigue reduciendo su exposición al dólar estadounidense. En abril, de acuerdo con las últimas cifras recién publicadas, el gigante asiático ha recortado sus tenencias de bonos del Tesoro de Estados Unidos hasta los 757.000 millones de dólares, según datos oficiales del Departamento del Tesoro norteamericano. Esta disminución, aún solo de 8.200 millones respecto a marzo, no solo representa el segundo mes consecutivo de ventas, sino que consolida una tendencia de años: el alejamiento sistemático de China del dólar como eje de sus reservas internacionales.
China, que hasta hace poco era el segundo mayor tenedor extranjero de deuda estadounidense, tras haber sido el primero hasta 2019, ha quedado en abril en la tercera posición detrás del Reino Unido. La reducción se suma a años de desinversión sostenida: desde 2022, el país ha liquidado más de 280.000 millones de dólares en deuda del Tesoro (más de 559.000 millones de dólares desde el máximo de 2013). Es una señal de alerta para el estatus global del dólar.
Este movimiento no ocurre en el vacío. Mientras China disminuye su exposición al dólar, está reforzando su respaldo en activos estratégicos, especialmente el oro. En mayo, las autoridades chinas añadieron otras 60.000 onzas a sus reservas, acumulando un total de 73,83 millones de onzas. Se trata del séptimo mes consecutivo de compras, en paralelo a una estabilidad creciente en sus reservas de divisas, que alcanzaron el equivalente a 3,29 billones de dólares a finales de mayo.
Esta reconfiguración es una respuesta directa al debilitamiento estructural del dólar. La creciente inestabilidad política en Estados Unidos, el aumento del déficit fiscal y el uso del dólar como herramienta geopolítica han erosionado la confianza internacional. Como resultado, grandes economías están recalibrando sus estrategias de reserva, alejándose de activos denominados en dólares en favor de alternativas como el oro, el euro o incluso monedas regionales.
En este sentido, China aún mantiene una proporción demasiado alta de activos en dólares frente a otras divisas. Esta reducción es un movimiento racional para mitigar riesgos financieros, reducir la dependencia del dólar y diversificar una cartera de reservas que históricamente ha estado concentrada en instrumentos estadounidenses.
La transición parece alinearse con una visión más amplia: el surgimiento de un nuevo orden financiero global menos centrado en el dólar. El ascenso del proteccionismo, la fragmentación comercial y el cuestionamiento del sistema multilateral están acelerando el giro hacia un sistema monetario multipolar. En ese contexto, el oro vuelve a jugar un papel clave como activo de reserva, resguardo de valor y herramienta de compensación internacional.
China no está sola. Aunque Japón sigue siendo el mayor tenedor de deuda estadounidense (1,13 billones de dólares), países como Rusia, Brasil, India e incluso Arabia Saudita han comenzado a diversificar sus reservas. Muchos de ellos también están reforzando sus vínculos comerciales en monedas distintas al dólar, especialmente el yuan y el euro.
Durante casi ocho décadas, el dólar estadounidense ha sido el eje del sistema financiero internacional. Desde los acuerdos de Bretton Woods hasta la actualidad, el dólar ha sido la moneda de referencia para el comercio global, la inversión extranjera y las reservas de los bancos centrales. Pero en los últimos años, esa supremacía ha comenzado a mostrar fisuras. La pregunta ya no es si el dólar es fuerte hoy, sino cuánto tiempo podrá seguir siéndolo.
Desde mediados del siglo XX, el dólar ha gozado de una posición privilegiada, pero actualmente, solo el 58 % de las reservas mundiales siguen denominadas en dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta cifra ha caído sostenidamente desde principios de siglo, cuando superaba el 70 %.
Si ampliamos las razones apuntadas de retroceso del dólar, vemos que en relación con la diversificación de reservas, muchos bancos centrales están optando por diversificar sus carteras para reducir la dependencia del dólar y mitigar riesgos; siendo el euro, el yuan y el oro quienes están ganando terreno como activos de reserva. En relación con las sanciones económicas y la situación geopolítica, el uso del dólar como instrumento de sanción por parte de Estados Unidos -como ha ocurrido con Rusia, Irán y Venezuela- ha generado preocupación entre otros países, que buscan escapar de la influencia del sistema financiero occidental. La debilidad fiscal estadounidense, por último, se manifiesta en el creciente déficit fiscal, en el techo de deuda y en la inestabilidad política interna que están alimentando la percepción de que el dólar ya no es tan "seguro" como antes.
China es el país que más claramente está desafiando el modelo actual. En los últimos años, ha reducido de manera sostenida sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense y ha aumentado sus reservas en oro, al mismo tiempo que impulsa el uso del yuan en acuerdos bilaterales con países de Asia, África y América Latina.
El avance de proyectos como el petroyuan, la creación de un sistema alternativo al SWIFT (CIPS), y la internacionalización del yuan apuntan en una sola dirección: restarle centralidad al dólar en las finanzas globales.
Además, otras potencias emergentes -India, Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudita- también están explorando esquemas de comercio e inversión en monedas locales. Esto está dando forma a un sistema financiero multipolar, donde el dólar ya no será el único árbitro.
A corto plazo, el dólar seguirá siendo dominante. Su liquidez, profundidad de mercado y aceptación global aún no tienen competencia directa. El euro y el yen enfrentan problemas internos, y el yuan aún está muy protegido para convertirse en una alternativa plenamente utilizable.
Sin embargo, la perspectiva no es la de un reemplazo repentino, sino una erosión gradual. El verdadero dilema para Estados Unidos no es que otra moneda le arrebate el trono de un día para otro, sino que muchas lo socaven al mismo tiempo. Si más países deciden guardar menos dólares, comerciar en otras divisas o invertir fuera del sistema estadounidense, la influencia global de Estados Unidos comenzará a desvanecerse, con implicaciones profundas para su economía, política exterior y capacidad de imponer sanciones.
El dólar sigue siendo fuerte, pero ya no es incuestionable. La pregunta que flota en los mercados es si la era del dólar como moneda indiscutida de reserva mundial está llegando a su fin. Su posición como moneda de reserva mundial está siendo trastocada por cambios geoeconómicos profundos: el ascenso de China, el agotamiento del modelo unipolar, y el deseo de soberanía financiera de muchos países.
El mundo avanza hacia un equilibrio más fragmentado, donde el dólar será una moneda importante, pero ya no la única. Una transformación, lenta pero firme, que ya está en marcha. Y China, con su poder económico y su estrategia de largo plazo, está marcando el camino hacia un mundo financiero más multipolar y menos dependiente de Estados Unidos.
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